Un colectivo de creadores que nace con la firme intención de impulsar el talento cordobés. Con la idea de revisar tópicos y aportar miradas frescas a la tradición, su propuesta conquista tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Por Pablo Vinuesa
Según la Real Academia de la Lengua, una algazara es un griterío producido por muchas personas juntas, que por lo común nace de la alegría. También se refiere, en una segunda acepción, al grito de guerra que servía a las tropas árabes para sorprender e intimidar a sus enemigos al entrar en batalla. Colectividad, emoción y lucha, términos que definen a la perfección a estos jóvenes artistas cordobeses.
Una ciudad que encanta
“Romana y mora, Córdoba callada”, imaginaba Machado. Sus preciosos rincones, en los cuales los colores y perfumes de las flores engalanan callejuelas de blanco inmaculado, a buen seguro sirvieron de inspiración para el andaluz inmortal. También la imponente figura de La Mezquita-Catedral, un Conjunto Monumental que refleja el poso de capas de historia y narra tiempos y épocas.
No es la única inscripción de la cual goza la ‘ciudad califal’ en la prestigiosa Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, ya que también presume en ella de otras concesiones como las de la Medina Azahara, la Fiesta de los Patios y su casco histórico. Todo en Córdoba rezuma legado, arte y esencia. También, por supuesto, en la gastronomía, con templos como Noor, dirigido por Paco Morales, un chef conectado en valores con Cervezas Alhambra.
Y es que son muchos los puentes que se tienden entre Córdoba y Granada, como la Ruta del Califato, trayecto calificado como ‘Itinerario Cultural del Consejo de Europa’ que ya recorrían los musulmanes durante la Edad Media. Historia pura de una Andalucía milenaria y ejemplo de conexión íntima entre dos ciudades que presumen de ser de las más embriagadoras de todo el mundo.
El grito que nace de la necesidad de crear
Ya en mayo de 2021 Almudena Castillejo, una de sus principales impulsoras, definió el objetivo principal de Algazara como “un acercamiento a los vínculos comunes de la cultura contemporánea y tiempos pasados de la provincia”. Un primer proyecto expositivo multidisciplinar, comisariado por la ilustradora y artista visual, sirvió para divulgar el trabajo de artistas jóvenes que desarrollan allí sus creaciones.
Ese fue el germen de su fundación como colectivo, un manifiesto fundacional que se resiste a la idea de añoranza. Para estos creadores, “la Mezquita o el Guadalquivir ya estaban ahí”, también sus fiestas tradicionales, pero aunque el legado cale, la interpretación del mismo puede darse desde ópticas innovadoras. Estos artistas toman lo que les ha sido otorgado pero, a través de técnicas diversas, apuestan por la evolución.
En Algazara hay gran presencia de las artes plásticas, de Castillejo a Borja Cámara, pasando por Julio Muñoz, Marta Araujo o Sakerinox. Pero también perfeccionan otras disciplinas como el diseño gráfico y otras artes visuales (Ángeles Invernón, Virginia Filardi, Zarvaje), la fotografía y la moda (Dildo con Bigote), la poesía (Carmen Pérez Cuello), la cerámica (Luis Torres), el croché (Begoña Castillejo) e incluso la historia a través del meme (Pereza Andaluza).
Cambiando el foco para iluminar Andalucía
Apuntaba Castillejo en un reportaje de Siete Aros que Algazara también “nace del enfado y de la inconformidad”, al contemplar cómo a veces se representa a Andalucía con tópicos. Ante esto se rebelan, como aclara el ilustrador Eduardo Parrac en dicho documental sobre los orígenes del colectivo, ejerciendo “una lucha desde el sentido de una reivindicación de nuestras raíces, desde la parte creativa”.
Esta búsqueda de “una mirada que nos haga sentir algo común a todos”, en palabras del músico Niño Rubén, y de “una identidad que nos una”, como define la historiadora del arte y divulgadora Ángela Laguna, se alinea en sintonía con la corriente del ‘neoandalucismo’, mezcla dinámica y enriquecedora de raíces y contemporaneidad que apadrinan figuras como el profesor, escritor y poeta cordobés Antonio Manuel.
No son los únicos casos de proyectos que alimentan nuevos ángulos de lo andaluz desde perspectivas refrescantes. En la gastronomía hay ejemplos tan notorios como el del citado Noor, y con su música operan Rocío Márquez, Califato ¾ o Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Pero incluso desde el humor de Malacara o el tatuaje de JLR y Maximiliano Espiral se pueden reinterpretar influencias andalusíes en clave contemporánea.
De Córdoba hacia el mundo
Los más de veinte artistas que conforman el movimiento aspiran a situar su ciudad en el mapa dando la espalda a la solemnidad, jugando con códigos del arte folclórico como el flamenco o el típico sombrero cordobés, y reinterpretando a figuras como las de Julio Romero de Torres o Rafael de la Hoz. Su trabajo se ha reflejado en exposiciones colectivas acogidas por espacios como el Patio Barroco de la Diputación, el Teatro Cómico o el Campo de La Verdad.
Su propuesta traspasa medios, expresiones y fronteras. De lienzos en museos a murales callejeros, desde la reivindicación de un utensilio tan nuestro como el botijo a los diseños para artistas como Mëstiza, dúo que mezcla música de raíz con deep house, o Sílvia Pérez Cruz, una de nuestras cantantes más internacionales, firmados ambos por Cámara Pasadas. Y Córdoba también viaja al mundo, por ejemplo con las piezas de Bowtery en la prestigiosa Semana de la Moda de París.
Imágenes: Zekai Zhu (Pexels), Algazara y Almudena Castillejo.
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