Por Cervezas Alhambra
Corren buenos tiempos para el ambient, ese estilo musical vinculado a la música electrónica caracterizado por su ausencia de ritmo. Creado y definido por el célebre compositor y productor Brian Eno, con su explícito álbum Ambient1: Music for Airports (1978), es uno de los estilos musicales que goza de mejor salud. En efecto, en estos tiempos frenéticos y fragmentados, la música ambient supone un oasis de tranquilidad y sosiego. Un remanso de paz donde encontrar descanso a este ritmo desquiciado al que parece empujarnos el día a día. Esta música nace, en realidad, como una alternativa evolucionada al muzak de los años 50: esa música instrumental ligera que sonaba en ascensores y salas de espera. El clásico hilo musical de toda la vida. A diferencia de esa música de fondo pensada para acompañar y poco más, Eno propone otros niveles de escucha más profundos, una experiencia cercana a la meditación o la abstracción. De hecho, su seminal Ambient1: Music for Airports fue concebido por el maestro tras quedarse atrapado durante horas en un ascensor en el aeropuerto de Colonia, a modo de antídoto contra el estrés sonoro y la ansiedad que pueden generar este tipo de espacios públicos colosales y a menudo desbordados.
En palabras del propio Eno, “un ambiente se define como una atmósfera, o una influencia que nos rodea: un matiz. Mi intención es producir piezas originales (...) para momentos y situaciones particulares, con el objeto de construir un pequeño pero versátil catálogo de música ambiental que encajen con toda una variedad de humores y atmósferas”. Productor de álbumes legendarios de David Bowie, Talking Heads y U2, Eno partía de la herencia musical de maestros como Erik Satie o Pierre Schaeffer, para crear una suerte de música instrumental electrónica atmosférica que llegaría para quedarse. En los ochenta Ryuichi Sakamoto, los japoneses y las muchas colaboraciones de Eno, sentarían las bases y consolidarían el estilo. No es de extrañar que una de las recopilaciones más celebradas de este 2019 haya sido precisamente “Kankyo Ongaku. Japanese Ambient, Environmental & New Age Music 1980-1990” (Light in theAttic). Una joya editada en vinilo y formatos digitales que reúne composiciones de Hiroshi Yoshimura (considerado el pionero de la música ambient en Japón) o de la Yellow Magic Orchestra (el primer grupo de Sakamoto), entre otros. El revival da una idea del interés que genera el asunto en la actualidad.
La década de los noventa del pasado siglo tal vez haya sido la última hasta la fecha con cambios importantes, digamos revolucionarios, para la música. La consolidación de los instrumentos musicales electrónicos y del software de producción musical al alcance de cualquiera, supuso un enorme salto creativo que dio con nuevos estilos como el jungle –o su versión instrumental, el drum’n’bass– la IDM (Intelligence Dance Music) o el grime, entre otros. El ambient tuvo en UK (su epicentro histórico) una revisión a manos de toda una generación de productores que procedían de la cultura rave. Llevaron toda aquella ‘technodelia’ a la escena chill de esos masivos y alocados eventos. Tal como la propia palabra indica lo “enfriaron” con un sonido más pausado y definitivamente más tranquilo, si bien por momentos igual de lisérgico. Hablamos de productores como Richard D James, conocido como Aphex Twin –responsable de la legendaria serie de dos álbumes “Selected Ambient Works I y II”–, Pete Namlook o Geir Jenssen, alias Biosphere; y combos electrónicos como The Orb, Boards of Canada o Global Communication, entre otros. La década fue realmente prodigiosa.
Con el cambio de milenio y siguiendo la implacable tendencia cultural por la segmentación, el ambient se vio desplegado y emparentado con otros estilos, surgiendo subestilos como el Illbient (Dj Spooky), el Ambient House (The Orb, The KLF), el Dark Ambient (Sun O))), Arcana), el Ambient Industrial (Coil, Nocturnal Emisions) o la música aislacionista. Y de un tiempo a esta parte, sólo podemos afirmar que no sólo ha crecido en cantidad, sino en calidad. Nuevos héroes del asunto como Fennesz, Tim Hecker o Gas, o virtuosos del piano clásico metidos en asuntos de la experimentación como John Hopkins (colaborador de Eno en directo en sus inicios) o Nils Frahm.
Entre los nombres de algunos artistas o productores que estos últimos años han hecho una aproximación personal y refrescante al ambient, encontramos nombres como Johnny Nash, Suzanne Kraft, Huerco S, Ben Frost, Grouper, Gaussian Curve, Wilson Tanner o el italiano Alessandro Cortini, productor y músico vinculado a NIN, grupo al que ha acompañado en directo durante estos últimos años. La lista es larga y jugosa.
Tras un par de décadas con los trabajos aislados de compositores como Suso Saiz, auténtico impulsor del estilo en nuestro país, o proyectos singulares como el de la Orquesta de las Nubes, ha habido un interés creciente por el ambient en nuestro país. Sellos como Foehn, primero con Balago y ahora más recientemente con Obiols & Laming, o Modern Obscure Music, el sello de Pedro Vian, ambos catalanes, apuestan claramente por estos sonidos. Por su parte, el sello Urpa i Mussell, vinculado a la tienda de discos de Barcelona Discos Paradiso, reedita discos de artistas españoles como El Sueño de Hyparco o Molforts.