De souvenir vintage a objeto de deseo: los platos pintados a mano viven una nueva edad de oro
Por Eva Gracia
Hubo un tiempo en el que los platos con el nombre del destino de vacaciones se convirtieron en el souvenir perfecto. Diseñados y concebidos no como un utensilio culinario, sino decorativo, componían en los hogares españoles un mural de recuerdos que poco a poco iba agrandándose, al tiempo que se amplificaban también las experiencias vividas, los días compartidos, los planes disfrutados en esas ciudades cuyos nombres se podían leer en la pared.
Pero ese uso de los platos-souvenir (a veces, los nombres de destinos se alternaban con escudos de apellidos) cayó en desuso, valga la redundancia. Hasta que, hace unos años, una nueva hornada de artistas recuperó la vajilla como lienzo en blanco, como soporte de expresión de un estilo propio.
Desde entonces, los establecimientos y hogares más vanguardistas resignifican el concepto de plato-souvenir o plato decorativo: de objeto vintage a objeto de deseo. Una nueva manifestación del concepto de artesanía contemporánea, ese que recupera quehaceres como la pintura de platos y la pasa por el tamiz de la contemporaneidad.
Una fusión, la de tradición y vanguardia, presente en el ADN de Cervezas Alhambra, que reivindica el valor de la artesanía como uno de los caminos hacia la sostenibilidad. Una apuesta que desemboca en la singularidad, tan buscada por la casa granadina en cada una de sus variedades, de la recién lanzada Alhambra Lager Singular, que hace de ese adjetivo su nombre y razón de ser, a la clásica y contemporánea Alhambra Reserva 1925.
La nueva edad de oro de las vajillas ilustradas no se entiende sin esos artesanos, artistas o creativos que las conciben y les dan forma. Aquellos que ponen su arte en bandeja.
Los mosaicos de Nuria Blanco
El universo creativo de la madrileña Nuria Blanco es un mundo de tintes oníricos, con un toque minimalista y con fuerte presencia de la naturaleza y los animales. Sus vajillas son únicas, literalmente, pues son pintadas a mano.
Pero ella va un paso más allá en la concepción de las vajillas como un lienzo: no se plantea cada plato por separado con una ilustración, sino la vajilla como un todo. Así, su catálogo incluye puzles de menaje, resultado de una combinación de platos de distintos tamaños y formas.
O grupos de platos que, dispuestos de un modo concreto, conforman una langosta, un rostro, un paisaje botánico. Tras estas vajillas se esconde un delicado proceso creativo que va más allá de la decoración e implica a quienes incorporan sus platos a su colección: poner la mesa pasa a ser un juego, un momento creativo, uno de esos instantes cotidianos capaces de transformar un día anodino en uno especial.
La elegancia en Abe the Ape
Detrás de Abe the Ape está Abraham Menéndez, diseñador de piezas encantadoras y de espíritu surrealista como un Jarronejo, un jarrón flanqueado por tres conejos en los laterales y elaborado a mano en el Centro Cerámico de Talavera, en una clara expresión de la unión entre procesos creativos tradicionales y propuestas contemporáneas.
Junto a esos diseños, los platos ilustrados son la joya de la obra de Abe the Ape. En ellos se dan cita iconos de Hollywood y cintas clásicas, como ‘Vacaciones en Roma’, ‘Vértigo’, ‘Los pájaros’, ‘La ventana indiscreta’ o ‘Desayuno con diamantes’. Pero también ilustraciones de estilo geométrico y otras que remiten a los personajes de una baraja de cartas.
Todo, con la elegancia como denominador común y con guiños a esos primeros platos-souvenir, como un diseño que dice, junto a un retrato de Yves Saint Laurent, “que Yves bendiga esta casa”.
Artefacto Madrid, en clave kitsch
Si los iconos de Hollywood se reúnen en la propuesta de Abe the Ape, en la de Artefacto Madrid conviven personajes de la cultura pop con artistas intergeneracionales como David Bowie o Elvis.
Tras este proyecto están Santi Carbonari y Franco Donati, nacidos en Rosario (Argentina) y residentes en Madrid. Su proceso creativo va más allá de la pintura sobre la cerámica, y esconde todo un proceso de búsqueda de piezas singulares.
Según explican en su web, su propuesta consiste en “recorrer anticuarios de todo el mundo en busca de pequeños y olvidados ‘tesoros’ de porcelana que, una vez en su taller, catalogan, restauran y estampan con las nuevas imágenes mediante un cuidado proceso de vitrificado a alta temperatura que logra amalgamar a la perfección los nuevos colores brillantes a la antigua porcelana europea”.
¿El resultado? Platos ilustrados que beben de la estética kitsch y camp y que han vivido varias vidas.
Andrea Zarraluqui, pura delicadeza
Andrea Zarraluqui llegó a la pintura de cerámica por casualidad, como tantas cosas llegan en la vida. En busca de nuevos soportes, las vajillas se convirtieron en un encantador lienzo en blanco donde plasmar su pasión por la naturaleza y la botánica.
Delicadeza es, quizá, la palabra que mejor resume la esencia de sus diseños, llenos de matices como solo lo están aquellas cosas únicas, hechas a mano, sin una copia exacta. Peces, plantas, frutas, paisajes, pájaros… todos se entremezclan en sus vajillas, con un toque clásico. De ese clasicismo que es perenne.
Desde su perfil en la red social Instagram, Andrea muestra su trabajo y conquista con sus pinceladas, pero aún más con los vídeos en los que enseña su proceso de creación, tan hipnóticos como útiles para entender el tiempo y dedicación que guarda cada plato ilustrado a mano.
Los (encantadores) platos de Pan
También en Instagram es donde Bárbara Pan dio a conocer su obra. Todo un referente en lo que a pintura en vajillas se refiere, sus platos incorporan frutos, flores, ramas, elementos marinos iniciales…
Todo, con un estilo personal y atemporal, el mismo que Bárbara ha llevado a otros objetos, como abanicos, pañuelos o, en los últimos meses, mascarillas.
El gusto por decorar con platos ha dado paso al interés por pintar sobre cerámica, una disciplina que muchos se atreven a probar para llevar su arte a la mesa.
Imágenes | Facebook de Abe the Ape, Nuria Blanco, Artefacto Madrid, Instagram de Andrea Zarraluqui
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