Julio Jiménez y Salvia Sanz son los restauradores responsables de Artesanía Nazarí. En 1997 tuvieron la suerte de formar parte del prestigioso equipo internacional que llevó a cabo la réplica de la Alhambra en Arabia Saudí. Solo una más de las múltiples anécdotas que han acumulado durante 30 años dedicados a la artesanía con yeso.
Por Esther Morales
Amor a primera vista es lo que sintió el rey Fahd cuando visitó la Alhambra de Granada. Un flechazo que le hacía volver una y otra vez a la ciudad para venerar al edificio e, incluso, a centrar buena parte de sus días en Marbella. Siempre, con el fin de estar más cerca de la cuna andalusí.
Casi un síndrome de Stendhal extendido en el tiempo, que dio lugar a uno de los caprichos más mastodónticos de la familia real saudí: una réplica exacta de la Alhambra en la ciudad de Riyahd. Tan idéntica que, para la ocasión, decidieron contar con un equipo internacional de expertos, entre los que se encontraban cartógrafos, historiadores, arquitectos o artesanos de Granada y Almería.
Eran los únicos capaces de recrear con la mayor maestría los rincones, los acabados y, en definitiva, todo aquello que da magia a un lugar tan especial como el palacio andalusí. Entre ellos, se encontraban Julio Jiménez y Salvia Sanz, los artesanos restauradores que regentan el taller de Artesanía Nazarí. “Sin duda, es uno de los trabajos que nos han hecho sentir más orgullosos y que más nos han llenado”, revela Jiménez.
Dos Maestros del Tiempo que recuerdan aquellos días con la satisfacción de haber podido replicar, sin prisa, piezas de yeso repletas de historia -desde Granada, hasta Oriente-. La prueba de que todo aquello que merece la pena debe hacerse sin prisa, como nos traslada el espíritu de Alhambra Reserva 1925. Así vivió Julio su andadura por Arabia Saudí, así son sus días en su taller de Granada y así se forjan, pieza a pieza, sus Momentos Alhambra.
La entereza de los antiguos artesanos
En el mundo de la artesanía no hay material de primera o de segunda cuando interviene el tiempo. Es este el que consigue que un producto como el yeso se convierta en todo un emblema artístico de lo más apreciado, presente en edificios como el Real Alcázar de Sevilla, la Catedral de Santiago de Compostela, el Museo Sefardí de Toledo y, por supuesto, la mismísima Alhambra de Granada.
Todos ellos (y muchos más) son proyectos en los que Artesanía Nazarí ha participado como taller de restauración. “Realizamos las réplicas oficiales de los principales monumentos de España, donde la yesería es el elemento decorativo más importante”, explica Julio Jiménez. Una elección que los organismos no realizan al azar, puesto que el suyo es “el único taller autorizado por el Patronato de la Alhambra y el Generalife” para ejercer esta labor.
Cuenta Julio que empezó hace más de 30 años en el mundo de la restauración. La suya es una actividad con la que este Maestro del Tiempo consigue parar los instantes y traer hasta nuestros días réplicas que siguen los preceptos y las técnicas de antaño.
“Hacemos piezas siguiendo la tradición, con los materiales que utilizaban los antiguos artesanos: el policromado, las tierras, los colores…Todo está hecho a mano, lo que hace que cada objeto sea único y exclusivo. De hecho, conseguimos piezas muy similares, pero nunca salen iguales”, explica.
Ahí está, justamente, la magia del talento artesano. Porque restaurar no significa copiar, sino investigar y mantener la esencia original de los edificios. “Partimos de nuestros contactos, nuestro trabajo y de un análisis constante de lo que nosotros llamamos anatomía de nuestro patrimonio”, cuenta. “Es un término que parece complejo, pero no consiste solo en trabajar, en aprender las técnicas y ponerlas en práctica, sino que buscamos ir un poco más allá. Hay poca historia recogida sobre cómo trabajaban en la antigüedad, así que solemos analizar las técnicas y sacar nuestras propias conclusiones, lo que nos ayuda a entender más ciertos episodios de la historia”.
Un sueño llamado Alhambra (de Riyahd)
También ellos mismos han sido partícipes en un capítulo muy significativo de la historia. En concreto, durante los años en los que el Artesanía Nazarí formó parte del equipo enviado a Arabia Saudí para recrear la Alhambra de Granada en Riyahd.
“Éramos unos privilegiados que tuvimos la oportunidad de hacer una obra nueva”, relata Julio, muy orgulloso. “Aunque no era nuestra tierra, nos dejamos allí un poco de nuestra persona y de nuestro corazón. Fue una obra increíble, una reproducción a escala de la Alhambra y, sin duda, un reto muy importante porque formábamos parte de un equipo internacional del más alto nivel”.
Un regalo de la artesanía de Granada hasta Oriente y un sueño para la familia Real Saudí, que ha llenado el taller de Julio y Salvia de anécdotas sobre aquella experiencia que marcó sus vidas.
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Granada, el lugar de los Momentos Alhambra
Aún habiendo trabajado con uno de los equipos de restauración más cualificados del mundo y de ser uno de los talleres de referencia para los edificios más emblemáticos del país, Julio Jiménez tiene claro que su sitio está en Granada.
Es ahí donde vive sus Momentos Alhambra. También, sin prisa. “Es una ciudad muy mediterránea. Nos gusta pasar tiempo en la calle, reunirnos con los amigos, tomar una cerveza y vivir casi en familia (aunque no lo seamos). Nos regala muchos momentos que quedan en el recuerdo”, comenta.
Su ciudad, Granada, cuenta con el entorno privilegiado que más le inspira y le hace llevar hasta su taller “la tranquilidad, la calma, la creatividad y la sensibilidad” presente en sus calles. “Es una ciudad pequeña, pero muy cargada de historia. Vas por la calle y no tienes que buscar el arte. Te tropiezas con él en cada esquina”, destaca.
Hasta la ciudad y hasta su taller llegan curiosos de todo el mundo, que buscan descubrir el talento de Julio y Salvia. A veces, incluso, pensando en adquirir algún souvenir. Pero sin saber que la propia experiencia de conocer su trabajo y su forma de utilizar el tiempo es el verdadero recuerdo del viaje.
El poder de manejar el tiempo
La labor de Artesanía Nazarí no se centra solo en grandes proyectos de restauración, sino también en divulgar y preservar una tradición imprescindible. El propio Julio comenta que “es importante llevar a la gente a los talleres y que, con o sin compra, vean cómo trabajamos”.
“Cuando la gente ve todo el proceso se involucra mucho. Normalmente, recibimos visitas de una hora, pero casi siempre sobrepasamos las dos horas y media porque los asistentes preguntan. Después de ver todo el tiempo que invertimos, suelen decir que casi estamos regalando las piezas”.
Son instantes de conexión entre el talento de los artesanos y el de unos visitantes que viven el tiempo con la misma pasión que ellos. “Les explicamos, por ejemplo, cómo se aplica el pan de oro. Cuando ven cómo mantenemos la respiración para que el oro no se vuele, se quedan fascinados”, revela.
El tiempo también es fundamental para convertir el interés por la artesanía en amor por la labor de Julio. Sobre todo entre aquellos que vuelven a sus destinos, tan lejanos como Estados Unidos, y deciden entonces adquirir piezas a través de la tienda online de Artesanía Nazarí. Una evidencia de que palpar el buen hacer artesano y conocerlo desde dentro puede hacer a muchos quedarse con la experiencia para siempre.
Es algo similar a la sensación que deja en boca el sabor de Alhambra Reserva 1925, resultado de una forma particular de ver el tiempo. Algo que conocen bien los artesanos, pero también los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra. Los mismos que, hace casi cien años, desarrollaron un producto único a base de fermentación lenta y hallaron un sinfín de matices, aromas y contrastes.
La del oficio sin prisa, incluso, es una lección que Julio Jiménez aprendió hace años. “Cuando hablamos con artesanos de Marruecos, por ejemplo, nos dicen: ‘en Europa tenéis el reloj, pero nosotros manejamos el tiempo’. Y da mucho que pensar. Aplicado a la artesanía, viene a decir que los artesanos no podemos trabajar bajo presión porque cada pieza requiere su tiempo. Si perdemos estos valores, dejamos de ser artesanos y nos convertimos en productores”, recalca.
Incluso él mismo se declara amante de Alhambra Reserva 1925, tanto por su sabor como por su manera de concebir el tiempo. “Para mí no hay otra cerveza igual. Yo siempre digo que esta cerveza hay que beberla en botella. El vidrio y la sensación en boca son algo único. Además, cada vez está más presente en otros países y tengo clientes alemanes y franceses que la encuentran allí”.
Con todo esto, Julio reivindica el tiempo como el ingrediente para todo lo que merece la pena. Ya sea una restauración, un gigantesco proyecto de construcción internacional, una pieza de yeso o una cerveza que tanto disfruta, como Alhambra Reserva 1925.
Imágenes | Web de Artesanía Nazarí
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