Creadores
Como siempre, no. Que sea “Como nunca”. Fran López Castillo.
Tengo un amigo que es confiable, fiel, buena persona y gris. Sobre todo gris.
Desde pequeño me han obsesionado los colores, y siempre se los he ido asignado a todas las personas que me han ido rodeando durante cada etapa de mi vida. El color verde se lo asignaba a aquella gente que me hacían sentir seguro y con las que podía ser yo. El rojo a quienes me transmitían todo lo contrario, como una señal de alerta para verlas desde bien lejos y no acercarme a ellas. El amarillo a quienes apenas conocía, a la espera de tener más información para ir moviéndola en la escala de colores. El naranja a quienes no conocía lo suficiente como para asignarles ningún color, haciendo equilibrios entre el rojo y el verde como si se tratara de un semáforo. Y el gris, insustancial, vacío, feo y carente de toda emoción, se lo asignaba a quienes no me transmitían nada.
Mi amigo, como te comentaba antes, es gris. Le quiero, le amo tanto como se le puede amar a un amigo, y estaré siempre a su lado deseándole lo mejor y apoyándole en todo lo que necesite, pero eso no quita que sea gris. El mayor ejemplo es cuando quedamos para tomarnos unas cervezas y ponernos al día, algo que hacemos a menudo. El ritual siempre es el mismo: tomamos asientos, pedimos dos Alhambras y le lanzo una pregunta de la cual ya sé de antemano la respuesta: “¿Cómo estás? ¿Cómo te va la vida? Él, persona con poca tolerancia al riesgo, me responde dos palabras que definen a su existencia: “Como siempre”.
Un “como siempre” invariable, insulso, aburrido, triste, monótono, vacío y carente de ninguna clase de emoción. Un “como siempre” que en realidad esconde un: “sigo sin arriesgarme, y por lo tanto sigo sin ganar o perder”.
Y así transcurren semanas, meses y años, mientras poco a poco, en una inevitable cuenta atrás, caducan los sueños, las mentes y los cuerpos de ambos, fruto del implacable paso del tiempo.
¿En qué momento se vuelven las personas grises? ¿Se nace gris?
Yo creo que no. Del mismo modo que algunos, en un momento dado, deciden ir a por todas en la vida, se atreven a tomar riesgos y a intentar avanzar pese a las dudas y los miedos, hay otros tantos que deciden esperar a que sea más fácil. Y con esa excusa se les pasa la vida. Una excusa que simboliza la descarga de la responsabilidad de sus vidas en cosas que no dependen de ellos. Y cuando algo no depende de ti, te sientes indefenso, desvalido y carente de armas para pelear.
Esa excusa es en realidad su cárcel gris, ya que, en realidad, les hace sentirse víctimas de las circunstancias y no culpables de sus decisiones, de modo que se les pasa la vida siendo grises y transmitiendo ese sentimiento gris a quienes interactúan con ellos.
Para mí, no hay mayor fracaso que el que mi amigo protagoniza cada vez que quedamos y, cuando le pregunto cómo está, él me responde: “como siempre”. Si me dices como siempre, significa que no has tomado ninguna decisión importante desde la última vez que nos vimos. Que no le has expresado tus sentimientos hacia otra persona a nadie. Que no te has envalentonado contra ninguna circunstancia o problema que te estaba tocando las narices. Que no te has arriesgado a hacer nada que te acerque a ese sueño personal que todos tenemos. Que no nada.
Y me duele. Me duele ver a un amigo tan gris conociendo todo el potencial y talento que esconde tras sus miedos. Me duele ver la vida pasar y verle que no avanza por miedo a la incertidumbre, al fracaso o a no ser capaz de superar sus circunstancias.
Lo peor es que yo no puedo colorearlo. Aunque me empeñe, yo no puedo convencerme de verlo de cualquier otro color, porque ese color te lo transmiten los demás con sus actos, con su actitud y con sus decisiones.
La vida se pasa de un modo tan fugaz que aterra. Ayer eran nuestros padres los que brindaban con cervezas Alhambra. Hoy somos nosotros. Y dentro de poco, nuestros hijos.
¿Sabes cuál es el secreto de la vida?
Yo, a mis treinta y dos años, me atrevo a decírtelo. El secreto de la vida para que sea plena y feliz, es que siempre tengas algo nuevo que contar cuando alguien te pregunte: ¿Cómo estás? ¿Cómo te va todo?
El que fracasa es porque al menos lo intenta. Y el que triunfa, es porque fracasa mucho.
Y ambas cosas te tiñen a ti y a tu vida de color.
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