Hay títulos que consiguen condensar la esencia del verano, sus momentos y sensaciones compartidas. Y que se convierten en un refugio al que volver para disfrutar de un estío sin fin.
Por Eva Gracia
El verano es un tiempo de cine. Y nada como el cine capta la esencia del verano. Las sensaciones con las que identificamos el periodo estival, sueños y vivencias compartidas por diversas generaciones, encuentran su eco en la gran pantalla. Pero las películas van un paso más allá: no solo retratan el alma de esta época del año, sino que la congelan. La encapsulan para que, en todo momento, podamos volver a ella.
Porque será otoño, tendremos nostalgia de las tardes infinitas de playa, salitre y sol y podremos retornar a ellas gracias al cine. Pero también será verano y los nostálgicos previsores (esos que sienten nostalgia del momento incluso cuando lo viven) fantasearán con condensar ese aquí y ese ahora y transformarlo en celuloide.
Del mismo modo que Alhambra Lager Singular guarda en cada gota la idea de que este día es la vida, el cine es capaz de trasladarnos en cada fotograma a ese tiempo concreto. Ese verano que parecía no tener fin y que, de hecho, se hace eterno en películas como estas.
La virgen de agosto
Sensibilidad, delicadeza y poesía visual son los rasgos que definen al cine de Jonás Trueba, que, en La virgen de agosto, sabe captar los rasgos que definen a un verano en la ciudad. Cuando es 15 de agosto y todos abandonan la urbe, quedarse en ella es casi un acto de rebeldía.
Aprovechar ese tiempo para conectar con una misma, para disfrutar de cada instante como si fuese una vida en sí mismo, como hace la protagonista de este filme y como invita a hacer Alhambra Lager Singular, es una doble declaración de intenciones.
Esta es una historia que conquista con los detalles, que habla de sentimientos compartidos y que nos traslada, sea cual sea el momento en el que la veamos, al momento álgido del periodo estival.
Verano 1993
Tierna y cargada de emoción, Verano 1993 es una película dirigida por Carla Simón que nos presenta a Frida, una niña que estrena el periodo estival con su nueva familia adoptiva. Un filme que nos conecta con los planes sencillos, como una verbena en la plaza del pueblo rodeados de luces de colores, y con el encanto de las primeras veces.
Porque este es el tiempo de arriesgarse, de probar cosas nuevas, de dejarse llevar e improvisar. De atreverse con una IPA monovarietal como Alhambra Reserva Esencia Citra IPA y convertirla en todo un amor de verano.
Vacaciones en Roma
El estío es también, e irremediablemente, tiempo de tópicos. De atardeceres infinitos, de planes poco preparados y de noches de cine volviendo a ver una y otra vez esa película que retrata los veranos de un tiempo que no hemos vivido, pero al que fantaseamos con viajar.
Si hablamos de iconos del cine y del verano, hablamos de Vacaciones en Roma, un título con escenas grabadas en la memoria colectiva, con una ciudad-escenario tan eterna como aspiramos a que sea cada periodo estival y con una protagonista que conquista en cada escena.
Barcelona, noche de verano
La premisa de esta cinta es que, cuando el cometa Rose cruzó el cielo de Barcelona en una noche de verano, surgieron 567 historias de amor. El filme relata seis de ellas, aunando ingredientes esenciales en todo estío que se precie: romance, ciudad costera e instantes encantadores en los que quedarse a vivir.
Moonrise Kingdom
Adolescencia, ganas de explorar y de vivir aventuras y compañías que conquistan en un instante. Una de las películas más recordadas de Wes Anderson es Moonrise Kingdom, una oda a los veranos de la más tierna juventud, en la que todo está por escribir y cada sensación es un nuevo universo.
Esta película nos conquista, como cada obra del cineasta, por su delicado universo estético, pero también por sus enigmáticos personajes, sus propuestas narrativas y sus fascinantes escenarios.
Formentera Lady
Ver a José Sacristán en la pantalla es un aliciente en sí mismo. Si, además, la maestría del actor se suma a la isla de Formentera como telón de fondo, resulta difícil resistirse al filme. Una historia de vidas vividas de manera singular, de tiempos que fueron y ya no son y de crepúsculos. Una joya cinéfila que merece la pena descubrir.
Pauline en la playa
Un cine reposado, que describe visualmente sensaciones y que se degusta despacio y paladeando cada trago, como una Alhambra Reserva 1925, es la seña de identidad de Éric Rohmer, quien firma Pauline en la playa.
La historia de dos primas que pasan unas vacaciones en un balneario en Normandía es un buen punto de partida para iniciarse en el universo de este director francés. Y un refugio al que acudir cuando se busque retornar a esos veranos reposados.
Entre la comedia, el romance y la nostalgia, estos títulos condensan en forma y fondo el alma del verano. Y nos recuerdan la capacidad del cine de llevarnos de viaje a otras vidas, a otros rincones, a otras sensaciones y a un verano sin fin.
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