Creadores - Arte
Fermín Jiménez Landa, artista: “Me gusta ese equilibrio inestable entre lo cotidiano y lo extraordinario”
Fermín Jiménez Landa (Pamplona, 1979) es un observador de la realidad más cotidiana que busca la belleza en la errata, que encuentra en esa ruptura de inexactitud el camino para la reflexión. Un artista que escapa de clasificaciones y se sirve de diferentes lenguajes y disciplinas artísticas para atrapar la mirada de los que se acercan a observar su obra.
Una mirada propia que se aprecia en Almuerzo Solar, uno de sus últimos trabajos, por el que ha recibido el VIII Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente. Un reconocimiento que para él ha significado “mucho, porque las carreras son largas y, precisamente porque ya no soy emergente, reivindico que cuando ya uno no es ni joven promesa ni vieja gloria sigue necesitando de estos empujones”.
A pocas horas de viajar a México para aventurarse en un nuevo proyecto, Fermín Jiménez Landa hace un alto en los preparativos para charlar con nosotros sobre arte, el poder de la equivocación y el valor de detenerse en la fugacidad del tiempo.
El Mirador: El tuyo es un arte sin prisa, cocinado a fuego lento, que escapa de etiquetas. Si tuvieras que explicar tu estilo a alguien que se acerca a tu trabajo por primera vez ¿cómo lo harías?
Fermín Jiménez Landa: Es un arte que rehuye de los titulares. Se define por la economía de medios, el interés por el proceso, por crear situaciones más que por ser una obra acabada, en la que hay poca solemnidad, bastante sentido del humor y poco virtuosismo. Al final, la persona que vaya a ver uno de mis trabajos no contemplará el núcleo de la obra acabada, sino los procesos, lo que ocurre y las situaciones que hay detrás.
Imagen: Canción de 22º 33′ Norte 91º 22′ (2019), Fermín Jiménez Landa.
E.M.: Resulta interesante que al revisar esa cotidianidad llevas tu atención a una realidad imperfecta, como si fuera en ese espacio de ruptura en el que encuentras la belleza…
F.J.L: Sí, aunque no es nada original, es muy antiguo esto de unir belleza y horror. Hay un tipo de arte que es más clásico, de la Grecia Clásica, de la perfección, el equilibrio y la armonía. Pero hay otra manera de entenderlo más cercana al Romanticismo, de ver que el hombre es imperfecto, que la realidad es fragmentaria, que no llegamos a todo. Y además también hay una cosa, que ya es muy tradicional, que es romper las barreras entre arte y vida, porque es ahí por donde se cuelan los accidentes, las imperfecciones o los imprevistos, a veces, imprevistos hermosos.
E.M.: Y en esa búsqueda por reflexionar sobre instantes de nuestra vida ¿qué es lo que capta tu atención?
F.J.L: Me gustan mucho estas películas de terror, o de ciencia ficción, que son en principio bastante normales, pero pasa un pequeño elemento extraño que altera toda la normalidad de la película. Me gusta ese equilibrio inestable entre lo cotidiano y lo extraordinario. En realidad la vida es así, me interesa ese momento donde hay un chispazo, esas fisuras, esos momentos.
Hay una frase muy bonita de la persona más citada en los últimos díez años, Ursula K. Le Guin, que habla de que el arte, al mostrar fisuras en la realidad, nos hace ver que no es tan rígida como creemos y puede ser una manera de llamar a las pequeñas revoluciones. Demostrar que con el arte se pueden cambiar pequeñas cosas y que, aunque todos los días suceda lo mismo, tú puedas hacer que en el día 1132 pase otra cosa.
E.M.: Hablando de esa realidad en la que encuentras tu inspiración ¿son esas brechas de imperfección las que determinan el lenguaje en el que te expresas?
F.J.L: Creo que no hay una estrategia demasiado calculada. Van surgiendo ideas, proyectos, encuentros y no sé si me atrevo a decir que es la realidad la que manda, pero sí que son las ideas las que se imponen. De repente, me cuentan una historia sobre cómo se transmitió una noticia de campana en campana por los pueblos y eso me lleva a un proyecto que podría transmitir en vídeo, con un texto, con unas esculturas de campanas… Creo que es una mezcla que tiene un pie en la realidad y otro en las cosas que me apetece hacer aunque, evidentemente, las ideas, las historias, a veces te piden más un material u otro.
E.M.: Y siguiendo con tu proceso creativo ¿cómo juegas con esa realidad?
F.J.L: Tengo cuadernos, muchas carpetas en el ordenador, capturas de pantalla en el móvil, fotos y soy muy constante tomando notas de cosas que podrían ser algo, que tienen algo, pero les faltan capas para poder llegar a ser algo interesante. Puede ser alguien que ha puesto unos objetos para que no aparquen en una acera y le hago una foto porque esa acumulación en el espacio público tiene algo interesante, o puede ser una cita de un libro, una película… De ahí voy sumándole cosas, voy acumulando posibles ideas, imágenes, materiales, voy repasando todo eso y, de repente, veo que hay dos cosas juntas que tienen un sentido. Es como un continuo repasar esos archivos, mirar y pensar.
Imagen: Proceso creación Almuerzo Solar (2023), Fermín Jiménez Landa.
E.M.: Llegamos a Almuerzo solar, obra en la que plasmas La Alhambra a través del transcurrir del tiempo de su vegetación. ¿Cómo surge la idea de narrar una crónica histórica a través de las sombras?
F.J.L: En este caso fue sedimentación lenta. Hace varios años ví una foto de un pícnic debajo de unos árboles, una imagen muy icónica, en la que estaban muy marcados los rayitos de luz y me vino una imagen muy clara: imagina que en vez de rayos de luz fueran bordados de hilo blanco. Se quedó en mis carpetas de posibles proyectos e ideas y pasaron los años, hasta que se abrió la convocatoria del premio de Cervezas Alhambra y pensé ¿de todas las ideas que tengo, cuál podría tener sentido aquí? Y apareció esta.
Tenía la intención de que fuera bordada, lo cual no es muy habitual en mí, pero había que añadirle capas: Alhambra, vegetación, este tipo de jardines, historia y el tema de la lentitud. Porque aquí hay muchos tiempos: el de la tradición, el de la velocidad de la luz, cómo se mueve la tierra, el crecimiento de los árboles, la cultura que se va acumulando vinculada a la vegetación. Al final vino un poco sobrevenido por ahí.
E.M.: Una obra que crea una unión entre lo efímero y volátil de una sombra con el transcurrir del tiempo.
F.J.L: Hay un contraste entre ese instante y las muchísimas horas que pasó Encarnita Berrio bordando ese dibujo en concreto. Ahí sí que hay una especie de derroche de tiempo en hacerle un homenaje a ese instante. Y luego la contemplación, sea ese momento o el siguiente, de esa imagen del almuerzo debajo de un árbol te lleva a disfrutar, a pararte, a compartir.
Imagen: Almuerzo Solar (2023), Fermín Jiménez Landa. Fotografía: Sergio Albert.
E.M.: Un proyecto que fue todo un desafío para ti, ya que tuviste que desarrollar un boceto en tiempo real de esas sombras. Un esbozo de la imagen de tu obra que después Encarnita Berrio debía trasladar con sus bordados a un mantel. ¿Cómo recuerdas esas semanas?
F.J.L: Ella me iba mandando fotos vía WhatsApp del proceso, pero sí que es cierto que no terminaba de verlo en las imágenes porque es una obra poco fotogénica, por lo que fui varias veces a visitarla a su pueblo. Algo hay en las sedas más brillantes, y en las más mates, que en las fotografías no se termina de ver bien. Pero en directo vibran, porque yo buscaba que no fueran iguales los tonos, y eso lo hizo muy bien cambiando los materiales, los tipos de seda.
E.M.: Y en tus próximos proyectos, ¿dónde te vamos a volver a ver?
F.J.L: Trabajando con gente, algo que me gusta mucho, por esta cosa de perder el control del resultado final. Me voy a México para hacer un proyecto en el Centro Cultural de España en México (CCEMX). Primero vamos a trabajar con un taller en el que cada persona va a hacer una especie de maqueta y va a construir un deseo que tenga. Es en un sitio que está cerquita del CCEMX y ahí vamos a hacer una especie de caminata, procesión performática, cada uno con su objeto en la cabeza. Llegaremos al CCEMX y ahí los vamos a instalar en una pared muy grande que tienen. Va a ser como una constelación de objetos construidos por otros, pero cada uno es un deseo.
También estoy recopilando, me están dando, estoy robando flores de plástico. Las voy a ordenar por colores, las voy a fundir y voy a hacer como unas plaquitas tamaño DIN A4. Quiero convertir las flores de plástico en papeles de plástico, en lugar de la materia vegetal en papel. Es para unos días de intervenciones que vamos a hacer en Navarra, resultado de las residencias de Ezprogui que ocurrieron el año pasado.
Imagen: Un helado sabor sendero (2023), Fermín Jiménez Landa
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