Maestros del tiempo
La luz tímida del otoño invita a pasar algunas tardes junto a libros plagados de metáforas. Proponemos distintos tipos de obras llenas de la fuerza de la prosa poética.
Por Nerea Campos
La memoria, la ficción, la autobiografía, el ensayo o la recopilación de palabras pueden ser lugares llenos de poesía. Los días en los que el sol se pone antes quizá necesitamos de esa pequeña luz de los poemas, como una vela tímida que se mantiene encendida.
Cuando hablamos con nuestros familiares, gente conocida y amistades utilizamos metáforas, muchas veces sin darnos cuenta de que lo son. Pues la poesía llega en muy diversas formas y no tiene por qué ser únicamente la del poemario. Las obras de Irene Solà, Piedad Bonnett, Chantal Maillard o María Sánchez pueden dar buena cuenta de ello. La filosofía de Cervezas Alhambra está trenzada con esos ratos de soledad elegida en la que nos entregamos a la belleza, esta vez desde las letras, que nos llega desde la poesía: momentos que atesoramos.
Irene Solà: montañas que recitan
La poeta, artista y escritora Irene Solà (1990 – Malla, Barcelona) ha creado una de las obras más interesantes de la narrativa de los últimos años. La novela “Canto yo y la montaña baila” (Anagrama, 2019) se escribió inicialmente en catalán y se tradujo posteriormente al castellano. Con ella se ha acercado a una polifonía de voces en un universo en el que tienen cabida tanto las personas, como los animales y las plantas, pero también los muertos y hasta las nubes.
Ubicada en una zona rural de los Pirineos, su narrativa va de paseo con una prosa poética con tal impulso que parece que emana de la naturaleza misma. Dar voz a todo tipo de vida y también de muerte requiere un gran ejercicio poético y artístico, disciplinas que fueron parte de la formación de la escritora.
Lo que no tiene nombre: poesía y memoria
La poeta Piedad Bonnett (1951 – Amalfi, Colombia) es ampliamente conocida por sus libros de poesía y también por sus obras dramáticas. En “Lo que no tiene nombre” (Alfaguara, 2013), sin embargo, reúne los recuerdos sobre su hijo y el duelo que sufre por su pérdida en un estilo que recuerda a la escritura íntima más poética.
La memoria puede ser fuente de vida y de poesía, aunque sea escrita en prosa. Los recuerdos de una madre que trata de comprender su dolor, las razones de su hijo para quitarse la vida, la enfermedad del alma que él sufría y cómo sobrevivir, cómo seguir con la vida después de eso.
Con este libro consigue mantener su “fe en las palabras”, como ella misma dice, “quizá porque un libro se escribe sobre todo para hacerse preguntas. Porque narrar equivale a distanciar, a dar perspectiva y sentido. Porque contando mi historia tal vez cuento muchas otras”. Como poeta, sus recuerdos están llenos de la fuerza de la poesía.
Chantal Maillard y La mujer de pie
La poeta y doctora en Filosofía Chantal Maillard (1951 – Bruselas) nació en Bélgica, pero sus viajes y estudios la han llevado por todo el mundo, hasta fijar su residencia habitual en Málaga. Ha escrito todo tipo de textos filosóficos, autobiográficos, prosa poética, ensayo y poesía, aunque es en este último género literario donde más se la reconoce, sobre todo desde que, con “Matar a Platón” en 2004, recibió el Premio Nacional de Poesía.
Cuando publicó “La mujer de pie” (Galaxia Gutenberg, 2015) la crítica no supo ubicar un libro de gran singularidad. En él trenza la autobiografía con la prosa poética, reflexiones sobre teoría filosófica o de las religiones y el relato.
Aquí deja ver de nuevo cómo sus palabras parten de la poesía hacia la reflexión y viceversa, como dos caminos que nunca dejan de encontrarse. La muerte son las piedras o la arena sobre la que ambas vías descansan.
Almáciga: vivero de palabras
María Sánchez (1989 – Córdoba) es poeta, escritora y veterinaria de campo con una trayectoria poética muy importante. Su poemario “Cuaderno de campo” (La Bella Varsovia, 2017) asentó su andadura en la poesía, después ahondó en las manos de quienes trabajan el campo con “Tierra de mujeres” (Seix Barral, 2019) para finalmente llegar a Almáciga (Geoplaneta, 2020), donde ha construido un vivero de palabras del medio rural.
Su interés por los pueblos y aldeas del país, así como la labor de quienes trabajan en el medio rural la han llevado a recoger las palabras más escondidas para que no se pierdan. Comenzó recuperando las de su familia para seguir con las de otros lugares. Muchas de esas palabras se usan con normalidad y no reconocemos su significado, otras se utilizan menos y esta obra es el deseo de que se mantengan con vida.
Además, el proyecto sigue latiendo con la web-semillero, donde se puede encontrar más información, nuevas palabras y aportar las propias.
Imágenes | Unsplash (1), (2), (3), (4)
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