Mauricio Bellido pertenece a una saga de guitarreros con más de 50 años de historia. Conversamos con un auténtico Maestro del Tiempo que sabe que la paciencia tiene su recompensa.
Por Teresa Morales
El célebre guitarrista Andrés Segovia dejó para la posteridad un consejo: “Muevan su cuerpo levemente hacia adelante para apoyar la guitarra contra su pecho, la poesía de la música debe resonar en su corazón”.
Y es muy cierto. El sonido de la guitarra debe vibrar en el corazón del que la toca y también en el de quienes la escuchan, pero el primero en ponerlo en práctica ha sido el maestro guitarrero que le ha dado forma.
Desde el alma, así es como Mauricio Bellido construye guitarras artesanales junto a su padre, Manuel Bellido, y su hermano, Jesús, en un taller donde cada instrumento se hace de forma individual y a mano, dándole todo el tiempo que necesita.
Por eso Mauricio es uno de los Maestros del Tiempo que ha inspirado la nueva campaña de Cervezas Alhambra y su icónica cerveza Alhambra Reserva 1925. Con ella comparte un origen, Granada, y la certeza de que para crear algo que realmente merezca la pena hay que hacerlo sin prisa.
Su trayectoria y su trabajo nos hablan de vocación, perseverancia, compromiso, talento y, sobre todo, amor por su oficio. “Uno cuando se dedica a la construcción de instrumentos lo hace porque tiene claro que es lo que quiere hacer en la vida y tiene que ponerle mucha pasión”, nos cuenta, y con esa pasión nos quedamos para aprender a mirar el tiempo con otros ojos, mientras descubrimos su historia.
Un sueño hecho realidad, paso a paso
Desde que tenía consciencia, Mauricio Bellido siempre ha querido seguir los pasos de su padre. “Durante mi infancia, en la época del colegio, venía mucho por el taller y pasaba mucho tiempo viendo a mi padre trabajar. Me hacía cosas con madera y yo jugaba con ellas aquí”, relata.
Cuando estaba terminando el instituto, ya quería empezar a trabajar en el taller, pero su padre le dijo que tenía que estudiar. Mauricio cursó la carrera de Turismo, pero nunca abandonó sus ganas de ser guitarrero. “Cuando estaba terminando la carrera universitaria empecé a hacer los primeros acercamientos con el barnizado y algunas partes de la elaboración de guitarra”, cuenta. El sueño ganó la partida, aunque solo era el principio de un largo viaje.
A finales de los años 90 empezó a barnizar y se dedicó solo a eso hasta mediados del año 2000, momento en el que comenzó a elaborar sus propias guitarras. “Barnizar y el proceso final de acabado del instrumento es muy laborioso y a veces los guitarreros lo hacen fuera de sus talleres. Entonces empecé a hacer esa parte para mi padre, mi hermano y otros guitarreros, hasta que ya me dediqué solamente a construir mis guitarras”.
Aprender a construir guitarras no es cuestión de días, semanas o meses. “Es difícil porque son muchas pequeñas cosas que hacer, detalles como la preparación de las herramientas o el afilado. Por ejemplo, no solo hay que saber usar un formón, también hay que aprender a prepararlo, elegir el adecuado, qué ángulo tiene que tener…”
Mauricio Bellido pasó por todas las etapas necesarias, y el resultado son las maravillosas guitarras que hoy confecciona. Al igual que los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra, que al utilizar el tiempo como ingrediente clave, dieron con el sabor inolvidable de Alhambra Reserva 1925.
Construir una guitarra, un trabajo íntimo y sin prisa
“Desde que uno comienza a dibujar la guitarra en su mente hasta que le está poniendo las cuerdas pueden pasar dos meses con facilidad. Un instrumento es la suma de muchas pequeñas tareas perfectamente hechas, por lo que necesita mucho mimo y muchísima dedicación. El tiempo se torna secundario”.
Mauricio expresa a la perfección esa sensación que en Cervezas Alhambra conocen tan bien, la de poner los cinco sentidos en lo que se está haciendo y perder de vista el reloj para apreciar cada uno de los detalles.
Tiempo y materia prima son los dos elementos esenciales en la creación de cada una de las variedades de Cervezas Alhambra, y también en el taller de este maestro artesano que nos cuenta que la elección de la madera con la que va a trabajar es muy minuciosa. “Para escoger una madera, primero veo muchas y selecciono únicamente la que entiendo que reúne las condiciones absolutamente perfectas para un instrumento”.
Después, esa madera se deja secar de forma natural, de 10 a 15 años como mínimo. “Yo ahora estoy revisando tapas de cuando empecé a trabajar como guitarrero porque es lo que compré en su momento, entiendo que ya ha pasado el tiempo y han ido haciendo el proceso correcto”, detalla.
Una revelación que nos sorprende. ¿Cuántas cosas han cambiado en los últimos 15 años? Sin embargo, la semilla de esas guitarras se plantó entonces sabiendo que había que esperar. No sirven los atajos. “Hay que tener mucha paciencia en este trabajo, pero es así porque el proceso de cristalización de la madera se produce a lo largo del tiempo. Una madera que compras recién serrada ahora te daría muchos problemas al crear el instrumento, aparte de que no reuniría las condiciones acústicas correctas”.
Una elección tan importante como personal para crear un sonido genuino. “Cada uno tiene unas preferencias en cuanto a materiales porque las propiedades acústicas son distintas. Por ejemplo, a mí me gustan mucho las guitarras de cuerpo de arce, que es una elección no tan habitual en la mayoría de guitarreros, y que aquí, en el taller, los demás utilizan menos”.
Disfrutar del proceso para crear guitarras únicas
En el taller Bellido las guitarras se fabrican totalmente a mano mediante un laborioso proceso artesanal. Una filosofía de trabajo común, aunque cada creación es diferente.
Como nos explica Mauricio: “Tenemos una visión distinta de cuál sería la guitarra perfecta. Cada uno busca el sonido que considera ideal, priorizando apartados según su propio concepto: timbre, color, volumen, comodidad... Al final es una perspectiva personal, y aunque los tres compartimos escuela, nuestras guitarras se sienten y se escuchan distintas”.
Un proceso con base tradicional que va incorporando pequeñas innovaciones, desde el concepto del instrumento a la manera de realizar algunas tareas de la construcción. La devoción y el oficio se aprecian en el resultado, inigualable.
“Hay un preciosismo en una guitarra de autor que no se encuentra en una industrial. Se nota desde el momento en que se coge el instrumento porque la guitarra se siente cómoda, agradable, ligera… Se ve también en la estética: cada rincón está pensado y trabajado a otro nivel. Estas sensaciones son aún mayores al tocar. La resonancia del instrumento, la limpieza de las notas, los matices, la dulzura, casi parece un instrumento distinto”.
Al escucharle, parece que podemos palpar esas sensaciones que transmite. El orgullo del trabajo bien hecho y el placer que supone crear desde cero un instrumento extraordinario.
“El ensamblado de las piezas fundamentales, tapa, mango, aros y fondo, es visualmente muy agradecido porque la guitarra va tomando forma más deprisa que en otras partes del proceso. Pero indudablemente el gran momento llega cuando la guitarra suena por primera vez y colma las expectativas que se han puesto en ella”, describe, y entendemos toda la emoción que encierran sus obras.
La búsqueda de la belleza al máximo exponente
Manuel Bellido encontró en los años 80, en una revista japonesa, un dibujo de las medidas de la proporción áurea integradas en un violín. Le llamó mucho la atención y buscó la forma de aplicarlas también en una guitarra.
Más adelante, en la década del 2010, padre e hijos retomaron el proyecto aplicando evoluciones que habían ido logrando a lo largo del tiempo, con la colaboración del Departamento de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad de Granada. Así lograron el diseño de una guitarra áurea.
“Los instrumentos funcionan muy en sinergia unas partes con otras. Con las proporciones áureas, unidas a otras modificaciones sobre la guitarra española que hemos ido haciendo, notamos una guitarra de más volúmen y, sobre todo, más equilibrio y un sonido más dulce”, explica Mauricio.
Una proporción también conocida como el número de oro, a la que algunos grandes maestros se acercaron por instinto, pero que en el taller de Bellido se ha perfeccionado en esa búsqueda incansable de la calidad y la belleza.
“El número áureo está muy presente en general y en los instrumentos. Si uno mira las guitarras de Antonio de Torres responden casi a esa proporción, aunque los cálculos no eran perfectos o tal vez no era la intención que otros maestros tenían, pero sí te das cuenta de que hay un acercamiento hacia esa proporción. Posiblemente es casualidad o quizá es porque esa proporción hace las cosas más bonitas al ojo humano”.
El mismo ojo humano que se enamora al contemplar La Alhambra de Granada que, casualidad o no, esconde entre sus muros varios ejemplos de este prodigio de la geometría.
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Todo lo que inspira a un Maestro del Tiempo
El entorno, el taller, otros profesionales… ¿De qué se nutre un maestro guitarrero? “Con los músicos tengo una relación de respeto, aprecio y admiración. Siempre inspiran porque uno con sus manos va formando la herramienta con la que ellos crearán arte y eso me hace sentir parte de esa música final”.
Pero hay más. El Realejo, el barrio donde se encuentra el taller, también es una gran influencia para Mauricio Bellido. “Es un barrio histórico en el que la cultura es muy apreciada. Es más fácil y agradable inspirarse entre sus rincones, sus monumentos, su bosque, y entre murales del Niño de las Pinturas. Además, llevamos cinco décadas en el mismo local y los vecinos nos transmiten mucho cariño, es una atmósfera muy cálida”.
Por su altura y su clima, Granada es una ciudad ideal para la fabricación artesanal de guitarras, pero la magia que desprende va mucho más allá de unos parámetros idóneos.
Es un encanto que se respira también en el espíritu artesanal de Cervezas Alhambra, y que hace que Mauricio, miembro de una guitarrería con tanto prestigio y reconocimiento internacional, valore así formar parte de la campaña Maestros del Tiempo: “Me ha gustado mucho. Este taller y mi padre son históricos, llevamos funcionando muchos años, hemos participado hasta en una serie de Netflix de Corea y documentales varios, pero lo de Cervezas Alhambra me ha hecho mucha ilusión porque es la cerveza que más me gusta a mí”.
“Casi cada fin de semana me tomo una Alhambra Lager Singular y alguna Alhambra Reserva 1925 también. Me parece un proyecto muy bonito”. Un Momento Alhambra de alguien que sabe saborear la vida en todos sus matices.
Una última pregunta ineludible: de todas las guitarras que ha hecho, ¿cuál es su favorita? “Tengo un recuerdo muy bonito de la primera guitarra porque la construí con mi padre (la terminé de barnizar en 2007), aunque todas las guitarras son pedacitos de uno y se sienten con mucho cariño”. Es lo que pasa cuando, como decíamos al principio, se pone el corazón en todo lo que se hace.
Porque solo cuando se disfrutan así, las experiencias perduran para siempre en la memoria.
Porque solo cuando detenemos el tiempo… conseguimos transformarlo en verdadero arte.
Fotos | Guitarrería Bellido
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