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Medio siglo sin Jimi Hendrix Medio siglo sin Jimi Hendrix

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Medio siglo sin Jimi Hendrix

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El sonido de las guitarras eléctricas jamás nos dejará. Recientemente, el New York Times confirmaba que su venta experimenta un crecimiento sin precedentes. Decenas de miles de amantes de la música han adquirido instrumentos durante los últimos meses y se han lanzado a realizar cursos online para dominarlos.

Por Raúl RearMachine

Pero, antes de abordar el fenómeno, echemos la vista atrás. Según la organización Music Trades, la compra de guitarras se estancó en 2007 y decayó progresivamente a lo largo de la década posterior. En 2017, The Washington Post anunció su “muerte lenta y secreta”. Gibson vislumbraba la bancarrota y Eric Clapton lamentaba ese mismo año durante una conferencia de prensa que “quizás” fuera cierto aquél fallecimiento anunciado. Afortunadamente, ‘mano lenta’ se equivocó. En 2020, el año atípico por excelencia, la guitarra eléctrica ha recobrado su fuerza y lidera la recuperación del sector. Fender, Gibson, Martin, Taylor… Todas las grandes marcas baten récords de ventas y el perfil del comprador sorprende a los expertos. De acuerdo con las cifras de Fender Play , el 70% de sus nuevos usuarios tienen menos de 45 años, el 20% menos de 24 y un 45% son mujeres. Las dimensiones de este acontecimiento no podrían explicarse sin los ‘guitar heroes’, gigantes de las seis cuerdas que han inspirado a varias generaciones. Jimmy Page, B.B. King, Duane Allman, Jeff Beck, Eric Clapton, Chuck Berry, Stevie Ray Vaughan, Ry Cooder, Keith Richards, Joni Mitchell, Jerry Garcia, Carlos Santana, Joan Jett, Steve Vai, Eddie Van Halen… La lista de genios asociados a este instrumento es extensísima, pero desde 2003, fecha en la que la revista Rolling Stone publicó por primera vez el listado de los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos, hay un nombre que siempre se repite en el primer lugar del ranking: Jimi Hendrix. El pasado 18 de septiembre se conmemoró el 50 aniversario de su fallecimiento. Llevamos medio siglo sin Jimi.

Aunque su carrera profesional únicamente abarcó cuatro años, de 1966 a 1970, la comunidad de expertos es unánime a la hora de señalar que James Marshall Hendrix es el mejor y el más influyente guitarrista de rock de todos los tiempos. Su nombre original era Johny Allen Hendrix y nació en Seattle, Washington, el 27 de noviembre de 1942. En 1962 se licenció en el ejército tras servir un año en el cuerpo de paracaidistas y, tal y como él mismo recordaba en una entrevista concedida poco antes de morir, se quedó sin nada a excepción de “un sándwich de deseo”: “dos rodajas de pan y el deseo de ponerle un poco de carne en medio”.

Partió, literalmente, de cero. Había crecido escuchando viejos discos de BB King, Robert Johnson, The Coasters y Muddy Waters y emulando a sus ídolos empuñando la guitarra desde los 15 años, así que, en 1965, se enroló como músico de acompañamiento de bandas en el Chitlin’ Circuit estadounidense. El genio de la zurda afilada se curtió tocando para formaciones como The Isley Brothers, Sam Cooke, Wilson Picket, Ike & Tina Turner y, en múltiples ocasiones, para el mismísimo Little Richard. Éste último, no obstante, recelaba de su talento y lo acabó relegando a un segundo plano en el escenario por miedo a que le hiciera sombra.

En 1966, tras varias mudanzas, ya establecido en el barrio de Harlem de Nueva York y embarcado en un proyecto llamado Jimmy James and The Blue Flames, conoció a Linda Keith, modelo y pareja sentimental de Keith Richards. Se hicieron realmente buenos amigos. Ella creía en su potencial y quiso ayudarlo hasta el punto de entregarle una Fender Stratocaster blanca del guitarrista de los Stones para que pudiera actuar en condiciones. Tomó el instrumento sin informar a su propietario y se lo entregó, sin más. Más tarde y a pesar de las reticencias de Richards, quien sentía celos de su relación, ella se empeñó en buscarle un mánager. La conexión cuajó con Chas Chandler, bajista de The Animals, quien cayó rendido a sus pies tras escucharle interpretar su versión de ‘Hey Joe’, de Tim Rose. Al instante, le propuso trasladarse al Reino Unido para foguearse con los más grandes.

Hendrix aceptó con una condición: que Chandler le presentara a Jeff Beck y, sobre todo, a Eric Clapton, quien por aquella época militaba en la superbanda Cream junto a Ginger Baker y Jack Bruce. El histórico encuentro entre ambos tuvo lugar el 1 de octubre de 1966 en el London Polytechnic con motivo de un concierto del primer “grupo de grupos”. Para ilustrar el contexto hay que recordar que en aquellos años era habitual ver entre el público a miembros de otras bandas y que la camaradería entre los músicos estaba a la orden del día. Clapton gozaba de un aura mística, cuasi divina. Se había labrado una reputación intachable en The Yardbirds y en The Bluesbreakers y de aquella época data el famoso grafiti “Clapton is God”.

Hendrix pidió a Chandler que cumpliera su promesa y que moviera hilos para improvisar un par de temas con la banda. Clapton aceptó, convencido de que nadie podía eclipsarle. El invitado enchufó su Stratocaster blanca y propuso interpretar ‘Killing Floor’, de Howlin’ Wolf. Los Cream accedieron y le pidieron que comenzara, que ellos le seguirían. No fue posible. Impuso un ritmo endiablado. Desplegó todo su talento y lo sazonó con el arsenal de trucos aprendidos en el Chitlin’ Circuit, incluyendo tocar con la boca, con la guitarra a la espalda, clavarse de rodillas… Clapton lo intentó. Trató de engancharse, de cogerle el pulso, pero no pudo. A mitad de la canción, desenchufó la guitarra y se bajó del escenario. Había nacido un mito de la guitarra. “Eric era un maestro, pero Jimi era otra cosa. Era una fuerza de la naturaleza”, declaró Jack Bruce tiempo después.

No había tiempo que perder. Hendrix se unió al bajista Noel Redding y al baterista Mitch Mitchel para formar The Jimi Hendrix Experience aquél mismo año. Lanzaron su primer álbum, ‘Are you experienced?’ (tercer mejor disco de debut de todos los tiempos según Rolling Stone) y colocaron tres singles, ‘Hey Joe’, ‘Purple Haze’ y ‘The Wind Cries Mary’ en el top ten del Reino Unido. Participó en el Monterey Pop Festival de 1967 y conquistó al público norteamericano. El segundo álbum de su banda, ‘Axis: Bold as Love’ no obtuvo tanto éxito como el anterior, pero aquello no le frenó. Al año siguiente lanzó el tercer larga duración del grupo, ‘Electric Ladyland’, que se situó en el número uno del Billboard USA. Tocaba el cielo con las manos.

Únicamente sus enfrentamientos con el bajista Noel Redding, quien acabó dejando la formación, parecían empañar tanto brillo. Pero su estilo de vida, cada vez más descontrolado, le empezaba a pasar factura. A los conflictos personales se sumaron los problemas legales, con arrestos en Canadá y Suecia, comenzó a comportarse de forma vacilante y Chas Chandler abandonó el barco. Hendrix fundó un nuevo combo, Band of Gypsies, junto al bajista Billy Cox y Buddy Miles a la batería. Pese a la inestabilidad reinante, triunfó con su actuación en el Festival de Woodstock, sobre todo con su interpretación del ‘Star Spangled Banner’.

Con Band of Gypsies lanzó un disco homónimo en vivo de mediana calidad y a finales de agosto de 1970 se subió al escenario del Festival de la Isla de Wight para cosechar un nuevo éxito. Proyectaba publicar un nuevo álbum, ‘First Rays of the New Rising Sun’, pero el 18 de septiembre de 1970, su novia, Monika Danneman, le encontró muerto, ahogado en un vómito provocado por la ingesta de drogas, en su domicilio de Londres. Tenía 27 años. Su cuerpo fue enterrado en el Greenwood Memorial Park, de Renton, Washington, y en 1992 ingresó en el Rock and Roll Hall Of Fame.


Imágenes | Unsplash

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