Por Cervezas Alhambra
No es la primera vez que Omar Sosa se sube a un escenario madrileño, sin embargo, esta ha sido la primera vez que el músico cubano presenta en la capital el proyecto pedagógico junto a los jóvenes músicos del Taller de Musics Ensemble de Barcelona.
Tal y como desveló antes del concierto, el objetivo es claro: pasar el testigo a los músicos jóvenes para que el jazz no quede en el olvido. Quizá resulta fácil verbalizarlo, pero llevarlo a la práctica no es tarea sencilla. Como todo proceso, obtener resultados y poder escenificarlos, lleva tiempo. Además, el músico que goza de una espiritualidad anormal en nuestros días antepone el disfrute y la comodidad de los jóvenes músicos en el proyecto.
Sosa cuenta con la experiencia y con las influencias de los clásicos, pasando por los territorios musicales más desconocidos, por lo menos para occidente, como son las músicas tribales, hasta llegar a la actualidad donde se declara un férreo admirador de Rosalía.
Descubre las peculiaridades del proyecto, los orígenes de este músico del mundo y sus reflexiones sobre la actualidad en esta entrevista.
El concierto que vas a ofrecer hoy forma parte de un proyecto pedagógico con Taller de Músics Ensemble de Barcelona, ¿cómo surgió este proyecto tan interesante?
Son cosas de la vida que uno empieza a hablar en una reunión de amigos. Estaba en casa en un evento que hacemos que se llama Tostón con Jazz. Preparamos un plato tradicional cubano con plátano y bebida. Es una reunión de intelectuales directores de cine, fotógrafos, músicos, etc. Comenté que estaría bien hacer un proyecto con jóvenes porque siempre hablamos de que no hay público para el jazz. Hay que ir a la base, si no hay público es porque no hay conocimiento. Mi esposa me escuchó y se lo comentó a una amiga que tiene un hijo que estudia en el Taller de Musics de Barcelona. De pronto un día me dijo que ya había hablado con los directivos de la escuela de música y que les interesaba la idea.
¿Cuáles son los objetivos de este proyecto?
El punto era traer a los jóvenes y que crearan su propio discurso. Y después deconstruir lo que trae cada uno en función del conjunto, pero que siempre el creador sienta placer por sus composiciones. Hay una cosa que se llama ego que tenemos todos los seres humanos y en la música hay gente que tiene claro lo que quiere y lo que hace. El objetivo es una deconstrucción de ideas. Al principio fueron un par de clases magistrales. Los chicos vinieron a clase mostrando su proyecto y a partir de ahí desarmaban sus ideas. Y así se empieza a crear esa complicidad. Crear una pieza musical es como cocinar un plato. Tienes que poner especias, la cantidad exacta de especias, el tiempo de cocción es muy importante y así será el resultado del plato que hayas creado en función de la preparación. En este caso yo soy el piloto o el conejillo de indias y la idea es que cada año lo cure un músico diferente. Por ejemplo, me gustaría que el año que viene lo curara el músico indio, Trilok Gurtu.
Cuando creas una banda desde cero con músicos que se conocen de la escuela pero no tienen ni idea de que van a tocar juntos, es algo que creo que se debería potenciar porque aporta optimismo, algo que creo que le falta al mundo de la música. El objetivo es acercar a los jóvenes a una música que poco a poco se va convirtiendo en la música de abuelos o de los adultos. El concierto es de ellos y no mío.
El pueblo cubano está especialmente dotado para la música y el baile. Siempre ha sido una potencia y una gran cantera de nuevos músicos tanto en jazz como en clásica, ¿por qué crees que sucede esto?
Cuando hay necesidades la gente se vuelca en lo que tiene, que es uno mismo. Te adaptas a tus posibilidades de crear y de expresar lo que tu crees sobre tu entorno, y sobre lo que te rodea.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación e investigación para llegar a conocer tanto la música Yoruba, la Gnawa y otras músicas tribales africanas?
Sigo documentándome, moriré sin saber todo lo que me interesa. El conocimiento es tan amplio. Hay muchísimas tribus que no conocemos. En una comunidad de 150.000 habitantes puedes encontrar diez culturas diferentes, diez rítmicas y diez maneras de ver las melodías. La cultura del planeta es tan rica que si asumiésemos la fuerza que tiene la diversidad del ser humano, las políticas con las cuales vemos la sociedad cambiarían. La diversidad es lo que nos enriquece. Creo que no hay equilibrio en el mundo. El único animal que comete el mismo error muchas veces somos nosotros.
¿De dónde viene tu pasión por la marimba?
Yo soy percusionista, yo no soy pianista. Toco el piano porque me gusta. Soy percusionista clásico, estudié xilófono y vibráfono y mi sueño era tocar en la Orquesta Sinfónica. Por aquel entonces solo había tres vibráfonos y cuatro xilófonos en Cuba. Le pregunté a mi maestro cómo podía hacer una oposición para entrar en la sinfónica y me dijo: “pues es muy difícil porque el jurado soy yo y el que ocupa el puesto ahora mismo también soy yo, así que mientras que yo esté vivo no vas a tocar aquí”. Así que dije OK, mira alrededor y muévete porque aquí no la vas a ver pasar nunca.
Siempre has sido un músico que está al tanto de las tendencias musicales, ¿qué te parecen las nuevas tendencias de música urbana? En concreto el reguetón o el trap.
Todo es válido para mi, todo es música. Esto es un proceso de evolución. El problema que yo veo es que es bueno asumir lo que llega hoy, pero también es bueno que se sepa lo que pasó ayer. La tecnología hace que creamos que solo es válido lo que aparece en internet. Musicalmente hay muchas cosas que están quedando obsoletas, porque nosotros tenemos el deber de pasar esa bandera, es como una carrera de relevos. El nivel de información que tenemos hoy es tan amplio que no sabemos lo que nos viene bien, lo que nos puede dar prosperidad. El mundo en el que vivimos nos aleja del espíritu. Me importa mucho la espiritualidad y el reguetón también es espiritual.
¿Cual ha sido tu relación con la música española? Con el flamenco por ejemplo.
Me encanta Rosalía porque es una currante y sabe lo que quiere. Y me eriza la piel con sus canciones. No entiendo como hay gente que tiene tiempo para criticar a la gente. Prefiero la crítica japonesa, cuando no les gusta algo, te ignoran.