Tribus urbanas. En los 80 todos teníamos claro qué significaba esta expresión, pero en los 50, antes de que surgieran todas ellas, hubo que recurrir al término ‘subcultura’ para explicar qué estaba sucediendo en las calles de Londres.
Por Iñigo Lauzurica Martínez
Corría el año 1954, la sociedad británica se hallaba sumida en la posguerra y los jóvenes buscaban una vía de escape, algo que les permitiera destacar, que les desmarcara de sus padres y que les hiciera sentirse diferentes. Quizás ahora nos parezca normal e incluso lógico, pero aquellos chicos fueron los primeros en establecer una escena diferencial uniendo tres conceptos: música, baile y una imagen absolutamente impactante. Habían nacido los Teddy Boys, la primera tribu urbana de Europa en la que militaron figuras tan insignes como John Lennon, Ringo Starr o Brian Jones, primer líder de The Rolling Stones. Un punto de partida que abarcó toda la década y sobre el cual se consolidarían las culturas mod, rocker, punk y el resto de movimientos juveniles que llegaron después.
Para comprender el fenómeno es necesario dibujar el marco en el que surgió. La Segunda Guerra Mundial había concluido y los hijos de las familias trabajadoras comenzaron a reivindicarse como grupo diferencial a la búsqueda de motivaciones más vitalistas. Reclamaban rebeldía y la encontraron en el rock and roll que les llegaba desde el otro lado del Atlántico. Con la reconstrucción de Londres comenzaron a proliferar los cafés y clubes en los que se escuchaba esta contagiosa música de baile. En 1956, en un cine de Elephant & Castle, se estrenó la película Blackboard Jungle, cinta en la que sonaba el mítico ‘Rock Around The Clock’ de Bill Haley. Durante la proyección se produjeron incidentes ya que los responsables de la sala no permitieron a los jóvenes Teddy Boys bailar al ritmo de la banda sonora. Finalmente, las autoridades acabaron prohibiendo la exhibición de la cinta en todo el país y, sin quererlo, reforzaron la imagen desafiante y atractiva del colectivo.
Aunque los Teds, como eran conocidos coloquialmente los Teddy Boys, amaban el rock and roll norteamericano, también escuchaban otros géneros, como trad jazz (jazz tradicional), rythm and blues, jump blues y skiffle, un estilo que bebía directamente del folk americano, el blues y el jazz. Surgido en la comunidad afroamericana durante la década de los 20, normalmente se interpretaba con instrumentos caseros y mantenía un cierto grado de parentesco con el rock and roll. De hecho, llegó a ser definido como un rock and roll sin electricidad y fue abrazado por bandas como The Quarrymen (precedente directo de The Beatles), los primeros The Rolling Stones, Bee Gees o por el mismísimo Jimmy Page, miembro de The Yardbirds y artífice de Led Zeppelin.
La respuesta inicial de la industria musical británica fue intentar replicar la fórmula de las grandes figuras estadounidenses, como Elvis Presley, Little Richard o Buddy Holly. Para ello se empleaban músicos de sesión y, como reclamo, ídolos adolescentes. Así comenzaron a despuntar artistas como Wee Willie Harris o Tommy Steele, aunque el rock and roll made in USA siguió dominando el mercado. Finalmente, en 1958, Gran Bretaña alumbró su primera estrella de rock and roll ‘auténtica’ cuando Cliff Richard alcanzó el número 2 en las listas con ‘Move It’ junto a The Drifters. De forma paralela, los programas como Six Five Special y Oh Boy!, catapultaron las carreras de otros músicos de rock británicos como Marty Wilde, Adam Faith, Billy Fury , Joe Brown y Johnny Kidd & Thde Pirates, cuya exitosa canción de 1960 ‘Shakin’ All Over’ se estableció como un estándar del género.
Si la música y el baile eran dos de los elementos claves de los Teds, la imagen no le iba a la zaga. Los historiadores explican que los jóvenes de todo el Reino Unido adoptaron más o menos al mismo tiempo el estilo y la moda eduardiana, una forma de vestir muy extendida a principios del siglo XX, periodo en el que gobernó Eduardo VII. El diminutivo de Eduardo, Ted, acabó marcando el destino de estos jóvenes seducidos por el dandismo.
La ropa era, al mismo tiempo, coraza y emblema. El estilo neoeduardiano empleaba chaquetas drapeadas que recordaban a los zoot suits, una vestimenta muy utilizada por los jóvenes mexicanos, italoamericanos y afroamericanos durante los años 40 en EEUU. El look continuaba con unos pantalones ‘drainpipe’ de cintura alta, dejando al descubierto los calcetines, y una camisa blanca de cuello suelto, conocida como Mr. B, ya que era la que usaba normalmente el músico de jazz Billy Eckstine. Corbatas estrechas del tipo ‘slim jim’ o corbatas de bolos, y zapatos brothel creepers con una suela gruesa de crepé y confeccionados con gamuza. Además de los Teddy Boys, colectivos como los rockers y los ton up boys de los años 60 también emplearon los creepers. Durante los años 70, cuando Malcolm McLaren y Vivienne Westwood los pusieron a la venta en su tienda de Londres, muchos punks de la época los sumaron a su vestuario y desde entonces se han mantenido como complemento de otras muchas tribus urbanas. Y no podíamos olvidarnos del pelo. Los flequillos largos, engrasados y muy moldeados, el duck’s tail o cola de pato en la parte trasera y el estilo Boston, hacia atrás y con un corte cuadrado en la nuca, integraron, junto a las patillas de grandes proporciones, el repertorio de peinados del movimiento.
Y tan pronto como surgieron, los Teddy Boys abandonaron la escena… Pero no para siempre. Los jóvenes de las generaciones subsiguientes se convirtieron en beatniks, mods o se integraron en la corriente rocker. En los años 70, casi 20 años después de su nacimiento, la moda rescató sus códigos estéticos y su música, y desde entonces el look de los Teds ha regresado periódicamente a nuestras vidas de la mano de los grandes diseñadores. Ya lo dijo Yves Saint Laurent, “la moda va y viene, pero el estilo es eterno”.
IMÁGENES | PIXABAY
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