Platos, pintura y una idea. Es todo lo que necesita Bárbara Pan para ponerse manos a la obra. Esta platera licenciada en Bellas Artes transforma un soporte tan sencillo y cotidiano como un recipiente de cerámica en un lienzo en el que dibujar su talento. Un folio en blanco en el que plasmar su ansia por crear
Por Lorena Papí
Ha convertido la buhardilla de su hogar en una exitosa idea: Los Platos de Pan. Y en un “minimundo” en el que se evade, creando platos a mano únicamente por encargo y solo en un volumen que le permita seguir disfrutándolo tanto como el primer día. Que le permita vivir ajena a la prisa y consagrarse a cada plato. Para que siga siendo el amor por lo que hace el que mueva su plumilla y no las prisas por llegar a las entregas.
De esta profesión solo tengo buenas sensaciones, desde la gente que he conocido y lo que me ha enseñado (de lo que soy capaz) hasta el talento que yo misma no sabía que tenía.
Bárbara Pan y su trabajo artesano
Producción, negocio… Son solo ideas secundarias en Los Platos de Pan. Como satélites orbitando alrededor de un planeta: su taller. Una suerte de microcosmos con una única ventana al mundo real, que es Instagram.
Un lugar en el que Bárbara pasa horas pintando, impulsada por la necesidad de expresarse artísticamente y la dicha por haber encontrado el soporte ideal para hacerlo. Es el arte lo que le da la felicidad; el poder dedicarse a lo que más le gusta. Es su implicación en su trabajo, en cada fase del proceso creativo, la razón de que el resultado sea tan perfecto.
Bárbara ha hecho del pintado con plumilla su principal seña de identidad. La que le distingue del trabajo de otros plateros. Sorprende la perfección del acabado valiéndose de un instrumento tan difícil de manejar en dibujos tan imbricados y con el buen pulso que demuestra. Pero sorprende más aún si se tiene en cuenta el reto que planteaba el soporte para Bárbara, desde el principio. Sin embargo, fue precisamente la capacidad del plato para sorprenderle como artista, lo que le atrajo de él en un principio.
Más que dificultad, pintar sobre platos entraña una gran sorpresa. Cada día te encuentras algo distinto. El plato puede romperse en la propia cocción. El color puede cambiar a alguno que no te esperas… Pero eso es lo que hace de la cerámica algo maravilloso, totalmente espontáneo.
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Matices que conquistan los cinco sentidos
Sobre el expositor, son obras de arte. Cuando se incorporan a la mesa, no pierden esa esencia para convertirse en meros utensilios. Porque invitan a los ojos a participar de la comida, antes que el paladar. Los platos de Bárbara, con sus delicados trazos, con su creativo uso de la monocromía, atrapan la mirada. Y se convierten en una parte más del menú.
Como atrapan también los matices ámbar de una Alhambra Reserva 1925, fruto del uso de maltas con tostado medio. O su sabor equilibrado, que marida tanto con un aperitivo improvisado como con una cuidada elaboración a base de carne o pescado. Que aporta el punto justo entre amargor moderado y un ligero dulzor. Y su aroma floral que procede del exclusivo lúpulo Saaz. Una combinación de elementos pensados para convertir cualquier momento, por cotidiano que sea, en una experiencia única.
Cuando los ojos se detienen en algo que merece la pena, como Los Platos de Pan o una de las creaciones de Cervezas Alhambra, dejan de mirar, para empezar a ver. Sienten, hablan. Descubren la paciencia y la dedicación con la que Bárbara Pan traslada la naturaleza, la huerta o el mar a sus creaciones en gres, de cerámica y de porcelana de Limoges. El esmero y la entrega que hay tras cada trazo y la pasión con la que desarrolla su arte. Como lo hacen los maestros artesanos de Cervezas Alhambra inspirándose en la tradición de las cervezas Amber Lager Checa para crear su Alhambra Reserva 1925.
El esmero y la entrega que hay tras cada trazo y la pasión con la que desarrolla su arte. Como lo hacen los maestros artesanos de Cervezas Alhambra inspirándose en la tradición de las cervezas Amber Lager Checa para crear su Alhambra Reserva 1925.
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La inspiración de Bárbara Pan
Los Platos de Pan y Cervezas Alhambra tienen mucho más en común que un cuidado proceso de elaboración. Ambas creaciones enriquecen la experiencia gastronómica. Forman parte y participan de esas placenteras vivencias que se comparten con amigos; de los planes sencillos que se transforman en mágicos porque todos los sentidos participan de ellos. Son creaciones verdaderamente únicas los que conquistan a la vista, al tacto o al paladar. O a todos a la vez. Porque sugieren Parar Más para Sentir Más.
Todo empieza con el proceso de inspiración. Bárbara pasa horas consultando sus libros de botánica y de insectos buscando ideas para sus diseños, la base sobre la que se sustenta todo el trabajo. Curiosamente, esas libélulas y esos escarabajos a los que teme en la vida real, se convierten en musas para su arte. Cada plato es distinto al anterior. Y exclusivo.
Personalizo muchísimo cada plato pensando en a quién va a ir, por tanto la búsqueda de cada flor, de cada insecto, es lo que más tiempo lleva. Mucho más que la ejecución del dibujo en sí. Creo que una buena preparación hace que el resultado sea exitoso.
Pero es tal su habilidad en el dibujo y la pintura que es capaz de trasladar cualquier sugerencia al plato. Salir de su zona de confort y arriesgarse con cosas distintas.
Esta artista solo necesita un lápiz y una buena idea para transformar un objeto como un plato en una colorida y creativa pero a la vez práctica pieza de arte. Que, además, es inigualable. Como lo son las cosas que tienen alma, porque están hechas con verdadera vocación.
Creaciones hechas para sentir
Solo necesita un diseño que le sugiera, como el de la cautivadora botella de Alhambra Reserva 1925 y atender a su característico color. Con la misma destreza que pinta hortalizas, flores o mariposas, plasma la simplicidad y la elegancia de la botella, llevándosela a su propio terreno. Convirtiendo una creación en parte de otra.
Pero, a diferencia de otras, las obras de arte de Bárbara pueden disfrutarse con algo más que los ojos. Permiten ser captadas con todos los sentidos, como las distintas variedades de Cervezas Alhambra.
Porque hay cervezas que no se pueden explicar. Hay que sentirlas.
El oficio de Bárbara también pone a prueba su capacidad sensorial. Su mirada experta deja de mirar para empezar a ver. Y descubren lo que se oculta tras un simple pigmento.
Son capaces de descifrar sus posibilidades cromáticas y jugar con ellas en cada diseño, en lugar de recurrir a usar diferentes colores. Por eso la cuidada preparación de la tinta sobre una baldosa —mezclando con precisión el pigmento con el aceite— es tan elemental para su trabajo como el esbozo en el que se apoya la pintura.
Así lo explica Bárbara, hablando sobre el color: “La cromática es lo más importante en mis vajillas. No soy una platera al uso, porque soy muy monocromática. Pero de un solo color consigo miles de tonos: verdes, celadones, azul grisáceo… Todos jugando en la misma gama. Ninguno se sale de contexto. Creo que mis vajillas son de una cromática tan especial porque no hay un solo color igual al anterior pero todos conjuntan perfectamente”.
Es el mismo tono el que usará también para pintar el borde del plato, trabajando sobre un torno que guía a la plumilla. Bárbara, con su hábil mano, la acompaña, dejándose llevar por la suave cadencia del giro.
Los años de práctica le han dado a sus manos el pulso, la destreza y la habilidad. Pero el deseo de ser cada vez mejor es el motor que mueve Los Platos de Pan, una empresa familiar que nació casi sin que tuviera tiempo de asimilarlo.
Y con tanto éxito que a menudo cuelga el cartel de “no se admiten más encargos”: “Sin darnos cuenta pasamos a ser una empresa; que a día de hoy no ha dejado de ser familiar. Es un trabajo hecho absolutamente a mano, el empaquetado está muy cuidado… Queremos hacerlo bien, sin prisas ni agobios”.
Bárbara quiere disfrutar su trabajo y que siempre sea placer. Que, pese a las complejidades artísticas que le pueda presentar, siempre pueda disfrutar de él como se gozan los placeres cotidianos. Esos en los que ni el tiempo ni la obligación mandan; solo el deber de deleitarse con el momento y descubrir la magia que esconde. Como se disfruta de un encuentro con amigos que se alarga, acompañado del sabor de Cervezas Alhambra.
Quiere que todas sus piezas sean únicas para quien va a usarlas. Para ella el diseño más especial hasta la fecha es la peonía que pintó sobre los platos que regalaron a los invitados a la boda de su hijo. Todo un reto para su pausada forma de entender su trabajo.
En estos días, Los Platos de Pan ha vuelto a anunciar que no se admiten encargos, hasta nueva fecha: su fama no deja de crecer. Pero ella sigue respetando su filosofía de trabajo y no renuncia a reivindicar el trato personal, las cosas hechas con paciencia y el trabajo artesanal. Para Bárbara, el reto es no dejar de crecer artísticamente. Hacerlo cada vez mejor porque a ella, la pintura, cada vez le hace más feliz.
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