La secuencia inicial de ‘Carros de Fuego’, la galardonada película de Hugh Hudson, con los atletas corriendo descalzos por la playa escocesa de Saint Andrews, no ocuparía un lugar tan destacado en el imaginario colectivo de no ser por la música de Vangelis.
Por Raúl RearMachine
El genio pionero de la música electrónica que nos dejó el pasado 17 de mayo. Esa atmósfera de sintetizadores, tremendamente personal y vanguardista, que a priori no debería encajar con una película ambientada en los albores del siglo XX, acabó convirtiendo el filme en algo sublime. La misma sofisticada y seductora identidad que contribuyó a hacer de ‘Blade Runner’, de Ridley Scott, una cinta de culto en todos los sentidos. Evángelos Odysséas Papathanassíou, conocido artísticamente como Vangelis, asombró con su genio a toda una generación de oyentes fascinados por la la electrónica, una ola que, en la década de los 80, ofreció a la humanidad una visión de futuro cargada de oportunidades y esperanzas.
Nacido en 1943 en la ciudad de Volos, a unos 300 kilómetros al norte de Atenas, en el seno de una familia acomodada, Vangelismostró una precoz inclinación por el piano. A los 6 años ofrecía pequeños recitales en los que interpretaba sus propias composiciones y, en su adolescencia, gracias a los recursos familiares, se convirtió en uno de los primeros poseedores de un sintetizador en toda Grecia. No sólo le interesaba construir melodías. Quería ir más allá y crear experiencias complejas, por lo que probaba a enriquecer sus creaciones con interferencias de radio o a inventar efectos alterando con clavos la disposición de las cuerdas del piano. Aquella inquietud le llevó, durante la década de los 60, a sumarse a la banda The Forminx, un grupo nacido al calor del sonido Beatle, tocando el órgano Hammond. El corsé pop pronto se le quedó pequeño y se lanzó a explorar nuevos géneros, como el rock progresivo y sinfónico o la psicodelia, sonidos que marcarían la personalidad de su primera gran banda: Aphrodite’s Child, combo en el que militó junto a su primo, Demmis Rousos, Loukas Sideras y Anargyros Kolouris.
El trío concatenó diversos éxitos a finales de los 60, como el célebre ‘Rain & Tears’, basado en el ‘Canon de Pachelbel’, y publicó tres álbumes de estudio. La grabación del último de ellos, titulado ‘666 (The Apocalypse of John 3:16)’, generó fuertes fricciones en el seno de la banda que desembocaron en su disolución. No obstante, la pasión de Vangelis por la experimentación le impulsó a iniciar su propia carrera en solitario. Viajó por diferentes ciudades, creando discos conceptuales como ‘Paris May 1968’, y acabó estableciéndose en Londres, donde creó el fabuloso Nemo Studio. Lo ubicó en la segunda planta del edificio de la escuela Hampden Gumey y lo equipó con hasta una veintena de los sintetizadores más avanzados del momento, así como con múltiples instrumentos de percusión.
En 1974 realizó una prueba para ingresar en Yes, ya que Jon Anderson, cantante de la prestigiosa formación, se había enamorado de su música y quería que ocupara la baja del teclista Rick Wakeman, quien había abandonado la banda. Los problemas derivados de la visa de trabajo y las férreas exigencias de fechas del grupo para realizar giras provocaron que acabara declinando la oferta, pero el final de aquel episodio dio un giro inesperado. La buena relación entre el vocalista y el teclista se materializó, años más tarde, en nada menos que cuatro magníficos álbumes de estudio con el sello de Jon & Vangelis.
La carrera de Vangelis estuvo marcada por las bandas sonoras prácticamente desde sus inicios. De forma paralela a su actividad en los grupos, el compositor venía creando música para películas desde mediados de los 60. Comenzó con cintas griegas, como ‘My brother, the traffic policeman’, de Filippos Fylaktos, ‘5.000 Lies’, de Giorgios Konstadinou, o ‘To Prosopo Tis Medousas’, de Nikos Koundouros, pero en 1976 dio un pequeño salto internacional al colaborar con Frédéric Rossif en el documental sobre animales ‘La Féte Sauvage’. Tres años más tarde compuso la música para el documental ‘Opéra Sauvage’, un trabajo que despertó el interés de algunos cineastas de renombre. Peter Weir empleó su tema ‘L’Enfant’ en ‘El Año Que Vivimos Peligrosamente’ y el científico Carl Sagan recurrió a algunas de sus composiciones primigenias para ilustrar musicalmente la maravillosa serie ‘Cosmos’.
Cuando le ofrecieron participar en ‘Carros de Fuego’, no lo dudó. “Me gustaba la gente que participaba en el proyecto”, explicó cuando le preguntaron por su involucración en la película. Aquel trabajo le reportó el Óscar a la Mejor Banda Sonora de 1981 y le abrió de par en par las puertas de Hollywood. ‘Desaparecido’ (1982), ‘Antartica’ (1983), ‘Motín a Bordo’ (1984) o ‘2010:Odisea Dos’(1984) fueron algunos de sus encargos de aquellos años, pero, posiblemente, su BSO más recordada tras ‘Carros de Fuego’ sea ‘Blade Runner’, de Ridley Scott. El resultado fue maravilloso, pero el proceso creativo resultó insufrible. Vangelis estaba encantado con el proyecto y rápidamente tomó como referencia la banda sonora de ‘La Naranja Mecánica’ compuesta por la genial Wendy Carlos para lanzarse a crear fragmentos musicales originales, incluyendo todos los ruidos ambientales de la cinta. Lo malo es que cada vez que daba por cerrado uno de estos capítulos, Scott irrumpía y alteraba el montaje, obligándole a realizar cambios. Las peleas fueron constantes, pero, sorprendentemente, ambos genios volvieron a colaborar en el filme ‘1492: La Conquista Del Paraíso’ (1992).
En total, desde 1970, Vangelis firmó más de sesenta obras entre LPs, EPs y recopilatorios. Además, llevó a cabo diversas creaciones para obras de teatro como Elektra (1983), Medea (1992), Las troyanas (2001) o The Tempest (2002). Se atrevió con obras para ballets, desarrolló una carrera como pintor y sus aportaciones a diversos proyectos de interés cultural llevaron a la Unión Astronómica Internacional a bautizar con su nombre un asteroide: el (6354) Vangelis. Su estrella no se extinguirá jamás.
IMÁGENES | UNSPLASH
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