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Canciones para entrenar: el impacto positivo de la música en el rendimiento deportivo Canciones para entrenar: el impacto positivo de la música en el rendimiento deportivo

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Canciones para entrenar: el impacto positivo de la música en el rendimiento deportivo

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Águeda Marqués fue la única española presente en la final de los 1.500 metros de los Juegos Olímpicos de París. Antes de la carrera, la segoviana concedió una entrevista en la que explicó que, para motivarse, seguiría escuchando las tres canciones que le habían llevado hasta allí:

Por Cervezas Alhambra

‘Waves’ de Kane West, ‘Mad Mad World’ de Shaggy y ‘Ohnana’ de Kapo. Aunque no logró la victoria, hoy puede afirmar con orgullo que es la novena mejor atleta del mundo en su categoría. El vínculo entre música y deporte es tan antiguo como poderoso. Desde los primeros estudios en los años 90 hasta los análisis más recientes, la ciencia ha demostrado que tiene la capacidad de elevar al siguiente nivel la experiencia del entrenamiento físico. Existen numerosos estudios que avalan que se trata de una herramienta clave para potenciar la concentración, combatir la fatiga, elevar el ánimo y sincronizar nuestros movimientos con una precisión casi sobrenatural.

Hombre haciendo el pino en un bosque.


Obviamente, el de Águeda Marqués no es un caso aislado. Durante la celebración de los Juegos Olímpicos de París fueron varios los periodistas que quisieron descubrir el tipo de música que llenaba los auriculares de los atletas a la hora de motivarse. Rai Benjamin, velocista y vallista de EE.UU., explicó que escuchaba a Drake y a G Herbo, además de las bandas sonoras de ‘Interstellar’ y ‘The King’. La taekwondista británica Rebecca McGowan señaló que recargaba su energía con ‘High Hopes’ de Panic! At The Disco y ‘Can’t Stop’ de los Red Hot Chilli Peppers. Logran Edra, participante estadounidense en la nueva disciplina de breakdance, declaró tener en bucle ‘World’s Famous’ de Malcolm McLaren, una canción que le permitía “viajar en el tiempo”.

La música influye profundamente en nuestra percepción y estado mental durante el ejercicio. Desde el fenómeno de la disociación hasta el trance agonístico, pasando por la sincronización rítmica y el control de la excitación, cada faceta musical puede ser aprovechada para mejorar el rendimiento físico.

Una mujer joven escucha música mientras entrena.

 

La disociación es un mecanismo mediante el cual la música desvía nuestra atención de las señales de cansancio, especialmente durante la realización de ejercicios de intensidad baja o media. Este fenómeno no solo reduce la percepción del esfuerzo en un 10%, sino que también mejora el estado de ánimo al incrementar sensaciones de vigor y felicidad. Un corredor que disfrute de una playlist motivadora puede sentirse más ligero, centrado y resistente, incluso cuando sus músculos comienzan a fatigarse. En actividades de alta intensidad, donde el aumento del ritmo cardíaco o la acumulación de lactato toman protagonismo, la música no reduce la fatiga, pero sí puede transformar la experiencia. Aunque el esfuerzo sigue siendo intenso, ayuda a reinterpretar las sensaciones, haciendo el entrenamiento más ameno.

El estado de flow o trance agonístico es esa sensación en la que todo parece fluir perfectamente: el cuerpo responde sin esfuerzo, la mente está completamente enfocada y el rendimiento alcanza su punto máximo. Las canciones adecuadas pueden ser el detonante de este estado. Según diversos estudios, no solo desencadenan emociones positivas, también activan procesos cognitivos que favorecen la concentración y el rendimiento.

La sincronización entre movimientos y música es uno de los aspectos más fascinantes. Muchas investigaciones han demostrado que correr, pedalear o remar al ritmo de la música mejora la eficiencia energética, reduciendo el consumo de oxígeno en un 7%. Esta técnica no solo incrementa el rendimiento, sino que también facilita el mantenimiento de un ritmo constante y enfocado.


Un hombre se ata las zapatillas para correr.


El caso más icónico fue el del atleta etíope Haile Gebrselassie, quien el 18 de febrero de 1998 pulverizó el récord mundial de los 2.000 metros. Era el mejor del mundo, pero todos notaron que existía algún elemento motivacional extra. Cuando le preguntaron por su secreto, reveló que había hecho coincidir su ritmo de carrera con el del tema ‘Scatman’, de Scatman John. "Esa música era perfecta para el récord mundial. Hice muchos récords con la canción de ‘Scatman’, es fantástica. Si ves los vídeos de algunos de mis récords mundiales, puedes escuchar ‘Scatman’ de fondo. Tiene el ritmo perfecto para correr".

El secreto está en elegir canciones que se alineen con el objetivo: ritmos acelerados para actividades dinámicas o melodías tranquilas para ejercicios de relajación, como el yoga. Cada nota tiene el potencial de ajustar tu estado mental al nivel óptimo para el desempeño.

Un ejemplo notable es el uso de playlists motivacionales personalizadas por parte de atletas de élite antes de sus competiciones. Estas listas, cuidadosamente diseñadas, incluyen canciones que evocan recuerdos positivos, refuerzan la confianza y generan una mentalidad ganadora.

Seleccionar la música adecuada para entrenar no es tan sencillo como parece. Factores como el tipo de actividad, la duración del entrenamiento y los propios gustos musicales son clave para generar una experiencia sonora que potencie el rendimiento. Un buen consejo a la hora de proyectar la playlist perfecta es el de prestar especial atención al tempo. Las canciones con entre 120 y 140 bpm son ideales para actividades dinámicas como correr o hacer cardio. Para calentamientos o estiramientos, es mejor elegir música con tempos inferiores.

La música es una herramienta emocional poderosa. Dependiendo del ritmo, las letras y las asociaciones personales, puede ser un estimulante que nos impulse a darlo todo o un bálsamo que calme nuestros nervios antes de una gran competición. En este sentido hay que tener en cuenta el potencial de las letras motivadoras. Las canciones que hablan de superación, fuerza o energía pueden ser un gran estímulo psicológico.

Y para evitar que la playlist se vuelva monótona, nada mejor que alternar entre géneros, tempos y estilos. De esta manera, el interés y la motivación se mantienen en todo lo alto.


Mujer con auriculares y ropa deportiva.


Dwayne ‘The Rock’ Johnson, conocido por su espectacular físico, ha compartido en numerosas ocasiones su pasión por entrenar con música. De hecho, cuenta con su propia playlist de entrenamiento en Spotify, llamada ‘Iron Paradise Airwaves’, la cual comenzó incluyendo ‘The Ecstasy Of Gold’ de Metallica o ‘The King And I’ de Eminem y CeeLo Green, pero que con el tiempo ha ido evolucionando hasta estar encabezada por canciones como ‘We Ready’ de Archie Eversole, ‘Rocky Mountain Way’ de Godsmack o ‘One Life, Last Breath’, de Boo-Yaa T.R.I.B.E. Según ‘The Rock’, una buena playlist no solo motiva sino que puede ser el factor decisivo para completar una rutina intensa.

La música cuenta con el poder de transformar una rutina de ejercicio en una experiencia inolvidable. Desde aumentar la resistencia hasta alcanzar el estado de flow, cada canción elegida cuidadosamente puede marcar la diferencia entre un entrenamiento ordinario y uno extraordinario. La próxima vez que prepares tus zapatillas y tu botella de agua no olvides incluir una playlist que eleve tu ánimo, sincronice tus movimientos y te impulse a superar tus límites. Porque, al final, entrenar con música no es solo un complemento: es dotar de movimiento al arte.


FOTOS | UNSPLASH

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