Es Tendencia - Sostenibilidad
¿Se plantea el cine ser más sostenible? Cómo conecta la cuestión medioambiental con el arte de hacer películas
El séptimo arte se une al compromiso social por un mundo más sostenible, con rodajes más respetuosos con el entorno, un uso más consciente de los recursos así como una defensa real de la diversidad y la inclusión en los equipos.
Como sociedad cada vez estamos más concienciados con el respeto medioambiental y lograr una reducción real del impacto negativo que nuestra actividad pueda suponer para el planeta. Conceptos como el pre-order, con una apuesta por el consumo responsable, o la moda sostenible, muy centrada en el origen de los materiales y procesos de elaboración, ya están plenamente asentados en nuestro día. También estamos aprendiendo que existe otra forma de viajar gracias al turismo slow o que gastronomía y sostenibilidad siempre caminan de la mano en la filosofía de los mejores cocineros del país.
Pero ¿qué ocurre con otras industrias como la del cine? ¿Es posible rodar una gran superproducción con un cuidado real del entorno que sirve como escenario? ¿La sostenibilidad debe llevarse hasta la propia promoción del título? A continuación respondemos a estas dudas y descubrimos las claves para fomentar la creación artística sostenible en la gran pantalla.
¿Qué es la sostenibilidad en el cine?
Desde la diversidad y la inclusión en los equipos, hasta las condiciones laborales, pasando por un uso responsable de los recursos materiales, energéticos, humanos o garantizar la protección del espacio en el que se lleva a cabo un rodaje. Los desafíos a los que se enfrenta el cine son incontables y si bien muchos de ellos están directamente vinculados a la fase de rodaje de la película, otros tantos se adentran en las fases previas, de posproducción o, incluso, de promoción del título.
El motivo es que aunque el cuidado del medioambiente es el pilar más reconocible de la sostenibilidad, la protección de la sociedad y el desarrollo económico justo terminan de completar sus cimientos. ¿Y qué impacto tiene esto en el cine? Que los responsables del título deben cuidar cada uno de los aspectos que integran la planificación, producción y lanzamiento para garantizar que se ajustan a los principios asociados a la sostenibilidad.
Desafíos para las sostenibilidad en el cine
En los años noventa, cuando el equipo de La playa (2000) comenzó a grabar la película en Maya Bay eran todavía pocas las voces que se alzaban para concienciar sobre la necesidad de proteger el ecosistema. El problema no solo fueron los daños causados a la bahía durante el rodaje, sino que se convirtió en un reclamo tan importante que Tailandia se vio en la obligación de prohibir el turismo para impulsar la recuperación de este espacio natural.
Muy a su pesar La playa se convirtió en un estandarte de la necesidad de proteger el entorno del potencial perjuicio que se puede asociar a un rodaje. Sin embargo, la lucha por la igualdad de género en los salarios o por mejorar las condiciones laborales del sector también forman parte de la sostenibilidad y, hasta hace muy poco tiempo, eran temas mucho menos presentes en el debate social.
En definitiva, los retos a los que se enfrenta la industria del cine son muy similares a los que, día a día, debemos afrontar como sociedad: fomentar un mundo más justo en el que se apueste por un desarrollo que no deje a nadie atrás, minimizando el impacto para el medioambiente con una actividad que priorice un uso responsable de los recursos materiales y energéticos.
Estrategias clave para un cine más sostenible
Muchas de las estrategias para fomentar la sostenibilidad en la industria del cine se llevan aplicando desde antes, incluso, de que el propio principio fuera conocido y defendido. Nos estamos refiriendo a políticas que tengan por objetivo impulsar la economía del lugar en el que se va a ambientar la película a través, por ejemplo, de priorizar la contratación de sus ciudadanos en los departamentos técnicos, así como su incorporación al electo.
También a la recreación, a través de la tecnología, de espacios de gran valor histórico y/o artístico para salvaguardar el patrimonio, o la realización de estudios previos para minimizar el impacto al ecosistema que el rodaje de una película pueda conllevar. Además, la diversidad, la inclusión, la no discriminación o la defensa de unas condiciones laborales dignas y justas deben impregnar los estudios cinematográficos. Pero también las historias que se cuentan son una gran oportunidad para llamar la atención del espectador ante las injusticias sociales.
Otras políticas están más dirigidas a la realización de un uso consciente de los recursos materiales, así como energéticos, como intentar dar una segunda vida al decorado y al vestuario utilizados en una filmación. Aunque esta idea de economía circular también nos ha regalado momentos cómicos, especialmente en la época del cine dorado de Hollywood. Un ejemplo de ello fue cuando vimos a la británica familia Bennet de Más fuerte que el orgullo (1940) –adaptación de la novela de Jane Austen Orgullo y Prejuicio–, luciendo atuendos diseñados para ayudar a sobrevivir en la guerra de Secesión a la joven Scarlett O'Hara en Lo que el viento se llevó (1939).
Todo ello sin olvidar que la promoción de una nueva película también es un momento fundamental en la que tan importante será desarrollar una buena estrategia de desplazamientos, que facilite reducir la huella de carbono, como el tipo de merchandising entregado en los estrenos.
Por último, desde la firme creencia de que hacer un mundo sostenible es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, el peso no puede recaer en exclusiva en los responsables de las películas, sino en el conjunto del equipo. En este sentido, decisiones como la adoptada por la actriz Claudia Jessie de repetir traje durante la promoción de la tercera temporada de Los Bridgerton (Netflix), fue una forma sencilla de defender la moda sostenible, también en la alfombra roja.
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