Es Tendencia - Cine
Qué se come en las series que todos vemos
Las series, como la comida, nos entran por los ojos. De ahí que los platos que aparecen en nuestras pantallas, adheridos a nuestras retinas y nuestro recuerdo desde los títulos más clásicos de la televisión, cuiden cada vez más sus presentaciones e incluso protagonicen parte de sus historias. A continuación, un repaso seriéfilo de lo más suculento.
Los fans de Quentin Tarantino sin duda recordarán de sus películas la receta de la hamburguesa Big Kahuna, gracias al discurso de Samuel L. Jackon, o cómo debe ser un strudel perfecto según Christoph Waltz. Pero el maridaje entre personajes de ficción y comida, por supuesto, también viene en formato serie: no imaginaríamos a Homer Simpson sin su cerveza o muy lejos de una caja de donuts, o a Mónica de ‘Friends’ sin hornear lasañas.
Series clásicas con la comida como protagonista
El inspector Cooper, protagonista de la capital ‘Twin Peaks’ creada por David Lynch, acudía cada mañana al Double R Diner a por una suculenta porción de tarta de cerezas y una vigorizante taza de café. Las historias clásicas de la televisión suelen estar ambientadas en una cafetería o un bar, especialmente si hablamos de comedias míticas: ahí están ‘Cheers’, con sus excéntricos parroquianos, o el famoso Central Perk de ‘Friends’.
Los personajes de la sitcom norteamericana más famosa de las últimas décadas, al igual que ocurriera unos años después con los de ‘The Big Bang Theory’, hacían vida alrededor de la mesa frecuentemente. Esto es algo también recurrente en versión española: un ejemplo son los recordados desayunos de ‘Médico de familia’.
Hay historias y recetas que van inexorablemente de la mano, como la tarta de chocolate y queso de ‘Las chicas de oro’, las costillas a la barbacoa en ‘House of Cards’ o las american pies de ‘Pushing Daisies’. Pero si hay una unión simbiótica entre cocina y serie, esa sería la de la familia Soprano, con Tony al frente, y los platos italianos más sugerentes. Tanto que hasta existen libros de cocina para intentarlos en casa.
Algunos platos que (no) entran por los ojos
Hay casos, eso sí, en los que la comida expuesta no podía ser de lo más sugerente, debido a las particulares condiciones en las que transcurría la narración. Ocurrió en ‘Perdidos’ con esas raciones envasadas por la Iniciativa Dharma pensadas para la mera supervivencia, o con las galletas caseras que improvisaba Carol en medio del escenario posapocalíptico que proponía ‘The Walking Dead’.
Platillos con pintas de lo más dudosas los hemos podido ver en ‘The Mandalorian’, aunque a su protagonista le entren dudas de si merece la pena o no quitarse el casco cuando lo que le ponen por delante es un guiso tan típico como el tingiliar. Y en ‘Juego de tronos’ los banquetes han tenido un protagonismo capital a lo largo de muchas de sus temporadas, especialmente durante ciertas bodas, aunque no ahondaremos en detalles para no provocar spoilers.
La comida también ha servido para narrar auténticos instintos asesinos, de manera literal, como en aquella mítica cabecera donde un humilde desayuno preparado por ‘Dexter’, coronado por una sonrisa malévola del protagonista, ponía los pelos de punta. Aunque su nivel de sofisticación no llegó al del remake en formato serie sobre ‘Hannibal’ y un hipnótico Mads Mikkelsen cocinando (carne humana, por supuesto) con recetas validadas por un chef de tanto prestigio como José Andrés.
Series especialmente suculentas para foodies y glotones
Hay títulos que parecen haberse creado pensando específicamente para deleitar a los más cocinillas del hogar, como ‘Tremé’, la serie del venerado showrunner David Simon ambientada en Nueva Orleans, donde la sugerente y también muy especiada cocina sureña podía hasta olerse a través de los píxeles de la pantalla. Si nos atraen más los sabores orientales, un título reciente indispensable es ‘La cantina de medianoche: historias de Tokio’, adaptación a imagen real del histórico manga de Yarō Abe.
No hay duda: lo foodie está de moda y eso se refleja necesariamente en las series de actualidad. Pero no podemos olvidar aquí a una de las precursoras (reales) de esta tendencia: Julia Child. Puso los programas de cocina en el candelero, durante la década de los 60, y su figura se ha recordado recientemente con una deliciosa serie producida por HBO y protagonizada por una casi irreconocible Sarah Lancashire.
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