Reconfortar los días de frío y conseguir los propósitos de residuo cero en casa. Un paso más allá en la cocina de aprovechamiento con 3 sopas exquisitas.
Por Esther Morales
Una buena sopa en días de frío es casi como un abrazo a través del paladar. Toda una oda a la sencillez en la cocina que reconforta y llena nuestros sentidos de recuerdos sobre inviernos pasados. Esos en los que nuestras abuelas se las ingeniaban para utilizar hasta el más mínimo resto de verduras, huesos y recortes para preparar un caldo de temporada, pobre en ingredientes pero inmensamente rico en sabor.
El aprovechamiento en gastronomía es algo más que técnica e ingenio para los fogones. Es un arte basado en la intuición, equiparable al talento de los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra, que ponen toda su pasión cuando se trata de obtener la mejor receta. Un espíritu en torno a la búsqueda del mejor sabor que nos ha regalado joyas culinarias de siempre como las croquetas, la ropa vieja, los potajes o las deliciosas sopas de invierno.
Una nueva vida para las verduras gracias al zero waste
Encurtir, salar o deshidratar alimentos son prácticas que hemos recuperado de antaño. Procesos simples e ingeniosos que se inventaron en tiempos de escasez, pero que vuelven con el auge del movimiento zero waste (o lo que es lo mismo, el compromiso por el residuo cero).
La búsqueda de alternativas ecológicas para eliminar residuos y consumir menos nos ha hecho dar un paso más allá y descubrir nuevas vidas en partes de los alimentos que ni siquiera concebían nuestras abuelas. Tallos, pieles, semillas y otros restos -que parecían ir directos al contenedor orgánico o al cubo de compost- son una excelente base para deliciosas sopas de temporada, pero también para otras recetas o pequeños intentos de jardinería en casa.
Las hojas de la coliflor, el tronco del brócoli, las pieles de las zanahorias y calabacines, los restos de puerro y apio o el perejil y el cilantro mustios son solo algunos de los ingredientes que podemos utilizar como base para un delicioso caldo de verduras. Bien lavados para eliminar tierra y bacterias, los deshechos se cuecen con abundante agua y se escurren una vez se obtenga todo su jugo. El resultado es un caldo muy saludable y lleno de sabor al que solo tenemos que añadir sal y aceite para consumir solo o en forma de sopa.
¿Qué hacemos entonces con los restos que ya hemos escurrido? Podemos compostarlos (siempre y cuando no lleven ningún sazonador) o pocharlos con aceite y abundante sal, triturarlos, poner la masa resultante en moldes de hielo y congelarla. Son excelentes sustitutos a las pastillas de caldo, sin ningún potenciador de sabor.
Un caldo de aprovechamiento y 3 sopas para sacarle partido
Acostumbrarnos a reutilizar las sobras de las verduras no solo nos va a proporcionar un delicioso caldo, sino que nos ayudará a tener una base habitual sobre la que crear multitud de recetas como cremas, estofados o arroces. Sin embargo, ahora que nos queda todo un invierno por delante, nada como estas 3 ideas de sopas para hacer frente a los días de frío.
Sopa clásica de verduras
La más tradicional de las sopas, al estilo Juliana, tomará un extra de sabor si la cocinamos con nuestro caldo previamente preparado. Esto nos permitirá también ciertas licencias creativas, como presentar la verdura ligeramente al dente o incorporar quesos sin derretir del todo. Además, podemos usar otros restos de verduras para dar un toque crujiente a modo de picatoste, como unas hojas de alcachofas fritas.
Ramen vegetal
Preparar un ramen exige paciencia y dedicación, pero si ya tenemos adelantado el paso del caldo ahorraremos mucho tiempo. Con un poco de tofu, unas setas, nuestros fideos asiáticos favoritos, un huevo y un poco de col china podemos hacer nuestra propia versión vegetal. ¿Le damos una vuelta? Juega con picantes como el curry verde y con sabores como el jengibre para darle aún más personalidad. Combinará genial con la suavidad y frescura de Alhambra Especial, perfecta para delicias asiáticas y caldos de verduras.
Sopa goulash
La especialidad más reconfortante de la gastronomía húngara se llama goulash y se encuentra a caballo entre el estofado y la sopa. Es un plato de lo más completo que incluye carne de vaca, verduras, patatas y, por supuesto, uno de sus orgullos nacionales: la paprika. El caldo de verduras contribuye a rebajar un poco la contundencia de esta especialidad, que sin duda ayudará a combatir el invierno casi como si estuviésemos en medio de Budapest.
Hacia el residuo cero en la cocina
Lo que empieza con un caldo de restos de verduras puede convertirse en toda una cadena de buenas prácticas, perfectas para alcanzar el residuo cero en la cocina. Si, además, tenemos la posibilidad de poner en marcha un pequeño huerto o un sistema de compost, estas ideas nos harán cerrar la cadena y devolver los restos de verduras a la naturaleza.
- El mismo caldo de verduras, sin sal y aceite, se puede usar como un excelente abono de plantas natural. También podemos incorporar las cáscaras de huevo a la tierra, que aportan multitud de nutrientes y minerales.
- Antes de hervir los restos de las verduras, podemos separar los tallos e intentar plantarlos de nuevo. Solo hay que ponerlos en agua, dejar que crezcan las raíces y trasplantarlos a una maceta. También podemos hacer lo mismo con las semillas de los pimientos o de frutas como las fresas.
- Hacer compost es, según la gurú del movimiento zero waste, Bea Johnson, el primer paso para tener una cocina sin residuos. Entre los consejos de su libro, ‘Residuo cero en casa’, recomienda hacerlo en un recipiente lo suficientemente estético para eliminar la idea de compost como un cubo sucio en medio de nuestro hogar.
Imágenes | iStock/YelenaYemchuk, iStock/Viktorija Oleinichenko, iStock/bhofack2, iStock/bhofack2, iStock/MarianVejcik, iStock/tortoon
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