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Compact disc: la revolución digital cumple 40 años Compact disc: la revolución digital cumple 40 años

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Compact disc: la revolución digital cumple 40 años

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¿Dos grandes compañías firmando una alianza trascendental para desarrollar de forma conjunta una tecnología óptica capaz de almacenar y reproducir música con gran calidad a costes razonables para el público?

Por Raúl RearMachine

Nos remontamos a 1979, cuando Kees Schouhamer Immink, de Philips, y Toshitada Doi, de Sony crearon el disco compacto. Philips se encargó del sistema óptico y Sony de la lectura y codificación digital. Resulta sorprendente echar la vista atrás y recordar los orígenes del Compact Disc, el formato que abrió el camino de la revolución digital y que marcó la manera de escuchar música de toda una generación. En 2022 celebramos el 40 aniversario de la comercialización del primer CD, aunque en realidad deberíamos hablar de los primeros CDs, en plural, ya que cada una de las empresas participantes en la aventura publicitó su propio lanzamiento al mercado de forma independiente. CBS y Sony presentaron al mundo ‘52nd Street’, el quinto álbum de estudio de Billy Joel y, para muchos, el primer CD de la historia, mientras que Philips, por su parte, lanzó ‘The Visitors’, el octavo disco de ABBA, de la mano de Polygram.

Entonces, ¿cuál fue realmente el primer CD de la historia? Pues, en realidad, se trata de una pregunta realmente difícil de responder. Al ahondar en los orígenes del formato descubrimos que la fábrica de Philips que imprimió el primer CD del mundo, ubicada en Alemania, pertenecía a Polygram, su compañía discográfica en aquel momento. El primer CD producido en aquella planta fue ‘The Visitor’, de ABBA, pero no fue el primero en llegar a los estantes de las tiendas. En noviembre de 1982, cuando el CD se abrió finalmente al mercado internacional, desembarcó con un catálogo de alrededor de 50 referencias, la mayor parte de ellas de música clásica. El primer título de aquel listado, ordenado alfabéticamente, fue ‘52nd Street’, de Billy Joel, por el simple y fortuito hecho de comenzar con un número. De ahí que la constante diatriba por dilucidar la autoría del primer CD de la historia vaya a quedar siempre abierta.

La nueva ola tecnológica avanzó inexorable, aunque con cierta timidez inicial. Las cifras de ventas de los primeros meses resultaron discretas y hubo que esperar cuatro años para que un CD superara la barrera del millón de copias vendidas. El álbum que logró el título fue el ‘Brothers In Arms’, de Dire Straits, en 1986. Ante la posibilidad de reeditar discografías completas y generar una gran oportunidad de ventas con la música que ya obraba en su poder, la industria lo adoptó como formato mayoritario y en 1988 el ritmo de producción era de 400 millones de CDs al año.

En lo que sí existe consenso unánime es en el apartado de los reproductores, la otra mitad necesaria para que el sistema irrumpiera en el mercado. El Sony CDP-101 fue, en octubre de 1982, el primer reproductor de discos compactos lanzado comercialmente. Vio la luz casi 100 años después de la invención del fonógrafo y su precio rondó los 1.000 dólares en el momento de su presentación. En Europa hubo que esperar hasta marzo de 1983 para que los establecimientos especializados en Hi-Fi ofrecieran a sus clientes la posibilidad de adquirir el Philips CD 100, el primero de su especie en llegar al viejo continente.

El crecimiento del CD fue sostenido hasta el año 2000, fecha en la que alcanzó su máximo histórico. La aparición de un nuevo jugador en el campo tecnológico, Napster, cambió para siempre las reglas del juego. La primera gran red de descarga P2P marcó el principio de su declive en favor del formato MP3, creado en 1994.

Pero volvamos a centrarnos en nuestro protagonista. El salto cualitativo que se produjo con la irrupción de los CD frente al estándar del vinilo fue innegable, si bien la discusión entre los defensores de lo analógico y lo digital no se cerrará jamás. La grabación digital captura instantáneas de la señal analógica original a una cierta velocidad y con una precisión determinada. La frecuencia de muestreo de los CD es de 44,1 kHz, lo que significa que capturan el sonido maestro 44.100 veces por segundo hasta un rango de 20 kHz. Alcanza el límite de lo que el oído humano puede percibir y los diferentes experimentos que se han llevado a cabo en este sentido han confirmado que los oyentes, en pruebas a ciegas, son incapaces de apreciar la diferencia entre las grabaciones que incluyen frecuencias superiores a 21kHz y las que no.

Además, con el fin de mejorar la calidad del audio de los CDs, los ingenieros han desarrollado un procedimiento bautizado como sobremuestreo: crean archivos digitales que usan una frecuencia muy superior a 44,1 kHz y luego la comprimen de nuevo a 44,1 kHz, lo cual reorganiza la información y la redensifica insertando muestras intermedias entre las originales. Técnicamente, los CD ofrecen una mejor relación señal-ruido en comparación con los discos de vinilo, por lo que se considera que entregan una mejor calidad de sonido. Además, el CD cuenta con un rango dinámico que multiplica por 10 el de los discos de vinilo, es decir, que el abanico entre la nota más elevada y la más baja es 10 veces mayor en el caso del formato digital.

En cuanto a la duración máxima de un CD, ¿por qué 74 minutos? Puede parecer una cifra arbitraria, pero todo tiene su explicación. Si retrocedemos de nuevo en el tiempo y regresamos a 1979, cuando Sony y Philips trabajaban conjuntamente en el desarrollo del nuevo formato, los ingenieros establecieron que su duración máxima sería de 60 minutos. Una medida estándar con la que todo el mundo estuvo de acuerdo… Excepto Norio Ohga, ex presidente de Sony que, en aquella época, aún era ejecutivo de la compañía. Ohga, amante de la música clásica y barítono, les comunicó que la Novena Sinfonía de Beethoven nunca podría escucharse completa en un CD porque, sencillamente, no cabía. A partir de ese momento, los discos compactos pasaron de tener un diámetro de 11,5 centímetros a 12,7, para que los 74 minutos de la pieza encajasen perfectamente. Los responsables de Philips se quejaron por el redimensionamiento, argumentando que un disco de 12 ,7 centímetros no cabía en el bolsillo de una chaqueta. Los representantes de Sony, sin dudarlo un momento, desarrollaron un amplio estudio sobre el tamaño de los bolsillos de las americanas estándar que se vendían en EE. UU., Europa y Japón. “No hay problema. No hay bolsillos de menos de 14 centímetros”, comunicaron a sus homólogos de Philips.

IMÁGENES | UNSPLASH

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