El formato llevaba años creciendo en YouTube, pero fue en 2021 cuando el público español se volvió definitivamente loco por los Tiny Desk.
Por Cervezas Alhambra
Y todo a causa de la fiesta flamenca que C Tangana organizó en la radio pública norteamericana, la NPR, interpretando temas icónicos de ‘El Madrileño’ junto a varios amigos. Antonio Carmona, Alizzz, La Húngara o Kiko Veneno formaban parte de aquel bullicioso grupo cuya actuación fue vista por más de 64 millones de personas en todo el mundo y que sirvió para despertar una curiosidad masiva en nuestro país. ¿De qué iban todos esos vídeos de grandes y pequeños artistas actuando en un lugar tan poco convencional como un escritorio de oficina? Ideados por el locutor de la NPR Bob Boilen, los Tiny Desk Concerts se han convertido en un acontecimiento global al que se han sumado estrellas de EE.UU. y UK como Dua Lipa, Taylor Swift (al iniciar su actuación afirma que es uno de sus rincones favoritos de internet), Billie Eilish, Doechii, Mac Miller, Sam Smith o Adele. El palmarés de artistas latinos tampoco se queda atrás, con nombres como Juanes, Carlos Vives, Camilo, Karol G, Maluma, Jorge Drexler, Nathy Peluso, Bomba Estéreo, Roberto Fonseca o Hermanos Gutiérrez, con quienes tuvimos el placer de contar en nuestro ciclo de conciertos Momentos Alhambra. El fenómeno ha cobrado tal dimensión que podemos incluso afirmar que ha transformado nuestra manera de entender la música en directo.
La revolución del ‘pequeño escritorio’ se ha acabado convirtiendo en toda una auténtica institución musical. La serie cuenta con más de mil sesiones grabadas, lo cual evidencia el compromiso de NPR con la música y la creatividad. El catálogo de referencias es un puro ejercicio de eclecticismo en el que podemos encontrar desde The Cranberries hasta Justin Timberlake, pasando por Ca7riel & Paco Amoroso, Anderson .Paak & The Free Nationals, The Jayhawks, Nile Rodgers & CHIC… Sobre cada actuación flota la sensación de que lo esencial de la música no se esconde tras los efectos especiales ni se eleva sobre grandes escenarios, sino que radica en la conexión directa y honesta entre el intérprete y su audiencia. Lo que arrancó como un experimento se ha transformado en un gran escaparate para cientos de artistas, desde figuras emergentes hasta leyendas del mainstream. Buika, El Cigala, Omar Montes, Silvia Pérez Cruz, María José Llergo, Rita Payés y, cómo no, C Tangana (en configuración home edition obligado por las restricciones de la pandemia), integran la lista de artistas españoles que no han dejado pasar la oportunidad de sentarse tras el Tiny Desk.
Todo surgió en 2008 dentro del marco del festival South by Southwest (SXSW) que se celebraba en Austin, Texas. Bob Boilen y su compañero Stephen Thompson, presentadores de la NPR (National Public Radio), andaban al acecho de nuevas propuestas musicales y acudieron al concierto de Laura Gibson, una artista emergente de Oregón que actuaba en un pequeño bar local. Parecía un buen plan, pero nada más cruzar la puerta del local comprobaron que aquello estaba lleno de ruido, con un montón de gente hablando en voz alta, viendo partidos de baloncesto en las pantallas y sin prestar apenas atención a lo que ocurría sobre el escenario. Era imposible que la delicada voz y el talento de Gibson brillasen como correspondía.
Los dos amigos se sintieron terriblemente frustrados al ver que la propuesta de la cantautora quedaba ahogada por el caos, pero en aquel momento llegó la gran idea. Medio en broma, Thompson le propuso a Laura Gibson algo que cambiaría el rumbo de la historia musical: “Deberías venir a tocar a nuestra oficina”. La frase prendió la chispa creativa de Boilen, quien valoró la posibilidad de idear algo verdaderamente diferente.
Tres semanas después de la fallida actuación, Gibson aceptó la invitación y se presentó en las oficinas de NPR en Washington, DC. Con poco más que un escritorio improvisado, un par de micrófonos y una cámara casera, se inició lo que se convertiría en el primer Tiny Desk Concert. La escena, tan sencilla y humilde, contrastaba enormemente con las grandes producciones y los escenarios característicos de los conciertos tradicionales. Allí, en un entorno desprovisto de artificios, la música se mostró en su forma más pura y directa, capturando la esencia de una actuación íntima y sin filtros.
La magia del formato radicaba en su capacidad para conectar al artista con el público de manera visceral, eliminando las barreras impuestas por la grandilocuencia de las producciones convencionales. En aquel pequeño despacho, los detalles más mínimos adquirieron un significado especial: los estantes casi vacíos recién instalados para almacenar discos, la iluminación mínima, e incluso la limitada calidad del video. Todo sumaba autenticidad a la experiencia. “No teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo”, explicaba Robin Hilton, copresentador de Boilen en el programa radiofónico All Songs Considered, rememorando aquellos inicios donde la improvisación y la buena voluntad eran los únicos ingredientes.
El impacto del primer concierto fue inmediato. No había intención alguna de convertir aquello en un ciclo, pero la sesión se volvió viral en YouTube. Una audiencia ávida de experiencias genuinas y cercanas se sintió agradecida por la simplicidad y la honestidad del formato, y en poco tiempo los Tiny Desk Concerts ganaron miles de adeptos a nivel mundial. La novedad de presenciar a artistas en un ambiente íntimo, sin la sobreproducción habitual, despertó la curiosidad y la admiración tanto de críticos como de aficionados.
La historia de los Tiny Desk Concerts es, en esencia, una celebración de la imperfección y la autenticidad. En un mundo donde la imagen y la sobreproducción pueden llegar a eclipsar el talento puro, el formato ofrecido por NPR se erige como un recordatorio de que la música es, ante todo, una experiencia humana. La decisión de grabar con recursos mínimos y en un ambiente cotidiano se transformó en una declaración de intenciones: primar la esencia del sonido sobre el esplendor visual. La calidad acústica, el sonido natural y la proximidad que se logran en un entorno tan reducido son la clave de su éxito y perdurabilidad.
Esta innovación en la forma de consumir música de los Tiny Desk Concerts ha creado una tendencia en la industria, impulsando a otros medios y plataformas a replantear sus estrategias. La apuesta por lo genuino e íntimo ha abierto una vía para que artistas desconocidos encuentren su oportunidad de brillar, porque ese es otro de los atractivos de este formato: descubrir artistas un instante antes de que la popularidad les alcance. De forma paralela, las grandes estrellas también han descubierto en este entorno la posibilidad de mostrar su lado más humano y desprovisto de artificios. Todo ello, sumado a la diversidad de géneros y estilos de los Tiny Desk Concerts, nos habla del poder unificador de la música, capaz de romper barreras y vincular a personas de diferentes orígenes.
FOTOS | UNSPLASH |
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