Por Eva Gracia
«Mi manera de aproximarme a la cerámica siempre fue muy experimental, jugando y probando. Me di cuenta de que es un gran material para bajar ideas a tierra, para conectarte con el momento presente. Un secreto que tiene la cerámica es que hay que ir lento. Y yo me daba cuenta de que cada vez que me ponía a jugar con barro me centraba mucho en lo que estaba haciendo, disfrutaba del momento presente, me volvía mucho más creativa».
Quien habla es Lola Giardino, impulsora de Nonabruna, un proyecto que tiene la cerámica como eje, pero que va mucho más allá. Un proyecto cuyos valores y filosofía entroncan directamente con la de Cervezas Alhambra.
Porque las palabras de Lola resumen a la perfección el espíritu de la cervecera granadina, de una forma de ver el mundo en el que se apuesta por vivir la vida de otro modo. Con el disfrute del momento presente por bandera, viviéndolo al máximo, saboreándolo en cada detalle, prestándole toda la atención, concediéndole a cada acción, en cada momento, todo el protagonismo.
Nonabruna nació en 2012, fruto de la voluntad de Lola por crear algo propio. «Yo era diseñadora y me pasaba el tiempo creando cosas para otros. Pero en 2012, tras un curso de coaching, quise materializar una idea propia. Y así surgió Nonabruna, donde empecé a unir todas las cosas que me gustaban, jugando y buscando aquello con lo que más me identificaba», cuenta Lola.
El nacimiento de Nonabruna y lo que es hoy está íntimamente ligado a los orígenes de su creadora, sus raíces y su vínculo con su familia. «Me inspiré en mis abuelas, una era modista de alta costura y la otra, profesora de dibujo y pintura, y mi madre hacía cerámica cuando yo era pequeña. Volver a la cocina, a la cerámica y a los delantales era como reencontrarme con las mujeres de mi familia», explica Lola.
Un origen que pesa, da carácter y personalidad a Cervezas Alhambra, que lleva su ADN granadino en cada elaboración, en cada gota de cerveza. Creada con La Alhambra de Granada como inspiración, ese origen se percibe en los motivos geométricos de sus copas de vidrio, especialmente diseñadas para potenciar los matices de cada cerveza. Pero también en el sabor de su creación más emblemática: Alhambra Reserva 1925 es tan misteriosa y cautivadora como el monumento que le da nombre, con su sabor intenso a la par que refrescante, con su aroma afrutado, pero también floral.
La evolución de Nonabruna
«Nonabruna fue mutando: empezó siendo una marca de delantales de cocina que cosí con telas antiguas que me regaló mi abuela para después empezar a ser un proyecto donde materializo cosas, especialmente, mucha cerámica. Pero también donde organizo eventos, retiros y experiencias como Jugar con barro», explica Lola Giardino, de origen argentino y afincada, desde hace más de 10 años, en Barcelona.
Actualmente, los retiros creativos son una de las piezas claves del proyecto que Lola impulsó hace ya siete años. «Son para que la gente se conecte con su naturaleza, con el momento presente, para que puedan explorar su creatividad. Muchos se creen que no son creativos, pero sí que lo son, solo hay que tener el espacio, el lugar y el momento para permitírselo», indica.
Un propósito que encuentra raíces comunes con Creación de Autor, la plataforma con la que Cervezas Alhambra apoya y visibiliza el arte contemporáneo y que bebe de esa misma filosofía. La voluntad de generar espacios de creatividad diferentes, espacios donde los artistas emergentes (y consolidados) puedan encontrar su lugar.
Una red de apoyo a quienes andan descubriendo el poder creativo que tienen en su interior, a quienes exploran nuevas formas de crear. Desde Nacho Carbonell, capaz de transformar el vidrio en una reproducción del Patio de los leones de La Alhambra, al colectivo Flor Motion, que, con su obra 'Trepidante', lleva la historia del algodón de los campos andaluces hasta el patio de la Casa Góngora de Córdoba en un viaje de los sentidos por la cultura, la geografía, la historia y el tiempo.
Pero, en el caso de Nonabruna, ¿cómo puede el barro ayudar a explorar la creatividad y a conectar con uno mismo y con otros? «Cuando estamos jugando con barro y todo el mundo sabe lo mismo, es decir, muy poco, el barro te obliga a estar conectado con el material. También es divertido ver qué hacen los de alrededor, inspirarse en los demás… El material te hace estar presente, conectado con lo que estás haciendo. Y entonces lo disfrutas mucho más, y disfrutas también de las personas que tienes cerca», explica Lola.
«Cuando uno no sabe si algo está bien o está mal, nos damos el lujo de probar, de divertirnos, de jugar. A quienes participan en los retiros no les doy mucha información técnica, sino que los invito a que pasen a la acción, a que jueguen. Si no saben que no saben, se animan a hacerlo. Hay que mancharse las manos literalmente, desde el juego y el no juicio», añade.
Una producción a contracorriente
Nonabruna no trabaja al ritmo habitual del mercado. No produce colecciones de piezas de cerámica con una periodicidad fija, ni siempre según los mismos estándares. Nonabruna fluye, se deja llevar, crea según sus propias reglas.
«Voy haciendo colecciones y las vendo según lo que me piden y lo que me nace hacer. Voy a contracorriente de la mayoría. Por ejemplo, no hice Black Friday. Es parte de la filosofía de la marca: ser auténtico y no hacer lo mismo que el resto», detalla Lola.
Esa búsqueda de la autenticidad y originalidad es otra de las claves que Nonabruna comparte con Cervezas Alhambra. La casa granadina, en un ejercicio de romper las reglas y desdibujar los límites del mundo de la cerveza, lanzó hace unos meses Las Numeradas. Son cervezas criadas en barricas de roble que contuvieron vinos de Jerez, tres variedades (Amontillado, Palo Cortado y Pedro Ximénez) que, a través de sus matices, textura y aromas, ejemplifican el saber hacer y la experimentación de los maestros cerveceros.
Nonabruna, además, no se constriñe a un único tipo de producto, sino que hace de la variedad una de sus características. «Tengo épocas: hace un tiempo hice muchas piezas para el desayuno; ahora estoy creando piezas como jarroncitos y pequeñas botellas, como de pócimas, que tienen relación con volver a creer en la magia, en los pequeños detalles que se tienen en casa», abunda la impulsora del proyecto.
Y añade: «Cuando la gente las ve, dicen: ‘qué fácil es hacer eso’. Pero detrás tienen mucho cuidado y dedicación, yo considero que son piezas perfectamente imperfectas», señala Lola Giardino.
La búsqueda de la belleza y de la perfección en la imperfección es otra de las apuestas de Cervezas Alhambra que busca dar visibilidad, a través de Momentos Alhambra, a proyectos de creación y artesanía contemporánea que se distinguen por buscar la singularidad. Por Creación de Autor, de un modo diferente al establecido, más auténtico, más personal, más ligado al origen, a la tradición reinventada, a la técnica revisitada.
«Las cosas hechas a mano tienen técnicas que te obligan a estar presente, a bajar la mente. Si estoy pensando demasiado, no me va a salir. Estamos volviendo a lo artesanal y lo manual para conectar con el momento presente», analiza Lola sobre esta tendencia.
Objetivo: hacer los días más bonitos
La razón de ser de Nonabruna es hacer los días más bonitos, un objetivo tan ambicioso como sencillo.
«Esto viene porque, en mi casa, mis padres tenían la vajilla especial para los días especiales. Y otras muchas cosas guardadas solo para momentos únicos, pero en el día a día se usaba cualquier cosa. En mi caso, cuando empecé con la cerámica, también la guardaba para los días singulares. Hasta que quise reivindicar esto y empecé a hacer cosas especiales para todos los días con la intención de que todos los días sean especiales», explica Lola.
Porque, ¿quién ha dicho que la rutina no puede ser única? Ese objetivo es también el de Alhambra Especial, una cerveza muy cuidada, ideada para tomar a diario, refrescante y de sensación suave en boca. Una cerveza pensada para dar a cada día un toque singular; para hacer, como las vajillas de Nonabruna, que cada día pueda ser especial.
En el camino de Nonabruna para hacer los días más especiales, una parada ineludible es la atención al detalle. Sin ella no se entiende este proyecto, la dedicación de Lola o el cariño que pone en cada paso que da.
«Yo soy muy detallista, pero, para mí, eso significa estar muy presente todo el tiempo, consciente de lo que hago en cada momento. Siempre parto de una idea, la dibujo en un papel y, de ahí, me pongo a crear. Dedico muchísimo tiempo a cada una de las piezas: la cerámica tiene un proceso largo, y me encanta de principio a fin. También me gusta fotografiarla, pensar cómo la voy a mostrar, pensar cómo va a llegar al cliente… Creo que todos los pasos son importantes porque todos los pasos son parte del proceso», indica.
Nonabruna es, también, un espacio físico. Situado en el Poblenou de Barcelona, se abre a talleres con otros creadores, para que la creación contemporánea se retroalimente, crezca y evolucione.