Nos encantan los zascas. Una buena réplica, afilada, directa, ingeniosa y rebosante de mordacidad. Eso da mucho juego. Las redes se mueren por una buena respuesta, incluso hay cuentas especializadas en recopilar y celebrar las más épicas.
Por Cervezas Alhambra
Si el zasca en cuestión va dentro de una canción, el asunto sube de nivel y cambia hasta de denominación: entramos en el terreno del beef. En España podíamos haberlo traducido como chuletón, por aquello de que el término ya se empleaba en algunos lugares como sinónimo de golpe o sopapo, pero preferimos quedarnos con la expresión original. El beef se tira y se recibe. Se aprecia su sabor amargo, se digiere y, si es posible, se devuelve. La historia de la música reciente está sembrada de grandes beefs, réplicas más o menos ingeniosas que, se mire como se mire, han contribuido a favorecer la producción musical. Encontramos algún dardo en temas pop, no hay duda de ello, pero el género donde han florecido las mejores piezas de ternera fresca ha sido el hip hop. ¿Entramos a fondo en todo lo que han dado de sí los beefs en la música? Al lío.
Conoces bastantes más beefs de lo que crees. ¿A que recuerdas el cruce de tiraditas entre C. Tangana y Rosalía después de que su relación sentimental saltara por los aires? Lo cierto es que El Madrileño ya había iniciado en 2014 una extensa colección de trifulcas cantadas con Los Chikos del Maíz, Kaidy Cain y Yung Beef, sobre todo por acusaciones cruzadas sobre éxito, dinero y autenticidad. Pero el salseo más mediático llegó tras su ruptura con Rosalía, cuando en 2017 publicó ‘Mala Mujer’, el tema en el que soltaba aquello de “me han dejado cicatrices por todo el cuerpo tus uñas de gel”. Cuando al año siguiente Rosalía sacó ‘El Mal Querer’, el trabajo que le catapultó al estrellato mundial, en una entrevista aseguró que sí había dado las gracias a una persona por quererla mal. “De hecho se lo agradezco en el disco”, aseguró la catalana. Un álbum en cuyos créditos aparece el nombre de Antón Álvarez Alfaro, nombre real de C. Tangana.
Seguro que también recuerdas la ‘Bizarrap Music Session #49’ protagonizada por Residente. Una auténtica escabechina. El enfrentamiento entre el fundador de Calle 13 y J Balvin se remonta a las nominaciones de los Grammy Latino de 2022, cuando Balvin animó al colectivo musical a boicotear los premios porque, a su entender, menospreciaban a los artistas urbanos. Residente respondió que él tenía 31 galardones en su casa y recordó que la gala iba a rendir homenaje a Rubén Blades, un auténtico icono de la música latina. “Un tipo que, a diferencia de ti, escribe sus canciones y las siente”. El enfrentamiento entre ambos fue escalando hasta que Residente puso fin al rifirrafe con el mega beef que todos conocemos, fraguado a medias con Bizarrap. Hablando del icónico productor de la gorra y las gafas de sol, ¿cuenta el repasito de Shakira a Piqué en su ‘BZRP Music Sessions #53’? ¡Por supuesto que cuenta dentro de la categoría!
Antes de que se popularizara el beef, las ‘tiraderas’ en la industria musical se conocían como diss tracks. Canciones con recadito, generalmente teledirigidas a artistas de bandas rivales, managers o ex miembros del grupo. Uno de los ejemplos más tempranos lo encontramos en el tema ‘You Keep Her’, de Joe Tex, publicado en 1962. La cuestión es que la esposa de Tex se había largado con el Padrino del Soul, James Brown, y cuando este la dejó le mandó un mensaje al cantante explicándole que tenía vía libre para recuperarla. La letra, cuyo significado podemos intuir sólo con leer el título, rechaza el ofrecimiento y se dedica a dejar en ridículo a Brown. El inclasificable y genial artista jamaicano Lee Scratch Perry cuenta con una extensa lista de diss tracks dirigidos fundamentalmente a ex colaboradores, pero incluso llegó a escribir un tema para atacar a Michael Jackson, con quien no guardaba relación profesional alguna, explícitamente titulado ‘Freaky Michael’.
Queen escribió el diss track ‘Death on two legs’ para su ex manager, Norman Sheffield, al que la banda acusaba abiertamente de maltrato; Pet Shop Boys crearon ‘The Night I Fell In Love’ para pintarle la cara a Eminem por su presunta homofobia; Destiny’s Child publicaron ‘Survivor’ para recordar a dos ex integrantes, LeToya y LaTavia, que el grupo estaba vendiendo más discos tras su marcha y nadie tiene la más mínima duda de que Justin Timberlake le cantaba ‘Cry Me A River’ directamente a su ex, Britney Spears, en 2001.
Pero hemos venido a hablar de beefs, de palabras gruesas, de disputas de ida y vuelta, y todo eso lo encontramos en el rap. Literalmente por toneladas. El ambiente empezó a calentarse allá por la década de los 80 y el primer beef oficial entre bandas de hip hop es el conocido como ‘Roxanne Wars’. Todo comenzó en 1984 con el lanzamiento de un sencillo por parte del trío UTFO (Untouchable Force Organization) cuya cara B, que incluía la canción ‘Roxanne, Roxanne’, se convirtió en un pequeño éxito en la zona de Nueva York. Poco después, la rapera Lolita Shanté escuchó a unos DJs en la radio quejarse de que UTFO les había dejado colgados en su programa y se puso en contacto con ellos para pedirles que le produjeran una canción. Escribió una letra atacando a la banda, cambió su nombre por el de Roxanne Shanté y, los tres juntos, lanzaron al mercado ‘Roxanne’s Revenge’ sobre una base instrumental prácticamente calcada de la original. La bronca que se desató dio lugar a la publicación de casi un centenar de temas que dieron vueltas al mismo asunto a lo largo de los años posteriores. Un beef épico.
En los 90, este tipo de enfrentamientos entraron en una nueva dimensión con la irrupción de dos iconos planetarios: The Notorious B.I.G. y Tupac Shakur. Brooklyn vs Los Angeles. Aunque inicialmente mantuvieron una buena amistad y Biggie llegó a alojarse como invitado en casa de 2Pac, la cosa se puso fea cuando The Notorious B.I.G. soltó ‘Who shot ya?’ en 1995. Lo malo es que salió justo después de que Tupac recibiera cinco impactos de bala en el vestíbulo del estudio de grabación Quad Recording Studios, en pleno Times Square, donde los dos raperos habían quedado para grabar juntos. 2Pac sobrevivió, pero no se tomó nada bien la canción de su supuesto colega y, al año siguiente, publicó ‘Hit Them Up’ para arremeter contra Biggie, citando abiertamente su nombre. A partir de este momento histórico, los beefs se cocinaron mucho más crudos.
Los desencuentros entre Nas y Jay-Z, con intercambios de reproches en temas tan míticos como ‘Takeover’, ‘Ether’ o ‘Super Ugly’ son tan históricos como las puyas que los ex NWA Eazy-E y Dr. Dre intercambiaron durante años. Si Nas se burlaba del colectivo Roc-A-Fella de Jay, Eazy se reía de Dre por no haber estado realmente expuesto a la verdadera vida en el gueto. Los que una vez fueron amigos se convirtieron rápidamente en enemigos…
Aceleremos la imagen hasta 2015. El rapero de South Philadelphia Meek Mill no se cortó ni un pelo al acusar al mismísimo Drake de no haber escrito su propia letra para el tema ‘Dreams Money Can Buy’ y de servirse de un escritor fantasma, el rapero de Atlanta Quentin Miller. El aludido contestó con una batería de temas: ‘Charged Up’, ‘Back to Back’ y ‘Summer Sixteen’. El mal rollo duró tres años, pero hubo final feliz. En 2018 decidieron enterrar el hacha de guerra y publicaron un single juntos: ‘Going Bad’, una experiencia que Drake calificó como “muy gratificante”.
Uno de los beefs más sonados y recientes lo han protagonizado este 2023 los estadounidenses Machine Gun Kelly y Jack Harlow. Harlow se autoproclamó “mejor rapero blanco desde Eminem” en ‘They Don’t Love It’ y MGK se sintió herido en su ego, de manera que le respondió con ‘Renegade Freestyle’, una largada sobre una base de Jay Z que Machine Gun Kelly aprovecha para acusar a Harlow de copiar el estilo de Drake. ¿Ha habido respuesta? Sí, pero tremendamente chill por parte de Harlow. “Me siento a gusto con lo que dije y me siento bien con la reacción”, aseguró. Sólo el tiempo nos dirá si aquí se está cocinando una buena ración de beef a fuego lento…
Intrínsecamente ligados a la naturaleza del hip hop y asimilados hasta formar parte de su esencia cultural, los beefs han llegado para quedarse y hacer crecer el género. La rivalidad entre artistas, ese momento de reflexión hasta dar con la réplica perfecta, ha sido uno de los motores de la composición musical desde tiempos inmemoriales y estamos convencidos de que la fuente de grandes canciones en torno a disputas será inagotable. Hasta las discusiones debían tener su lado bueno, ¿verdad?
IMÁGENES | UNSPLASH
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