El flamenco es una expresión artística única surgida de la confluencia de diversas culturas, un género musical increíblemente rico y lleno de variantes.
Por Cervezas Alhambra
Dichas variantes, llamadas palos del flamenco, se diferencian en función de elementos como su ritmo, su compás, la emoción que nos transmiten y hasta de su lugar de nacimiento. ¿Cómo saber si estamos escuchando una bulería, una soleá o una alegría? Lo primero es prestar atención al compás. Si es de doce tiempos, es decir, que podemos contar su ritmo como 1-2-3, 4-5-6, 7-8, 9-10, 11-12, y la música es lenta, estaremos ante una soleá. Si la velocidad se eleva un poco nos encontraremos ante unas alegrías y si aceleramos hasta un ritmo rápido y festivo nos hallaremos ante unas bulerías.
Granada ha sido, es y será siempre un referente en la tradición y evolución del flamenco. Su historia ha dejado una impronta indeleble en este arte e incluso existen palos ligados a su figura, como la granaína o la media granaína, herederas del fandango e ideadas en la década de 1920 por el genial cantaor jerezano Antonio Chacón. Los barrios del Sacromonte y el Albaicín son testigos vivos de este legado, con sus cuevas y tablaos donde la zambra, palo de raíces gitanas y reminiscencias árabes, resuena con fuerza.
De esta tierra han surgido linajes flamencos emblemáticos como el de los Morente, cuyo máximo exponente, Enrique Morente, es considerado uno de los mayores responsables de la renovación del cante, gracias sobre todo a su icónico Omega junto a Lagartija Nick. O el de los Maya, una familia flamenca que abarca varias generaciones de cante, toque y fundamentalmente de baile. O el de los Habichuela, encabezados por el magistral guitarrista Juan Habichuela, originarios del Sacromonte y cuyo apellido, Carmona, es sinónimo de dominio en el acompañamiento al cante.
En la actualidad, Granada sigue siendo un referente mundial del flamenco. Sus tablaos atraen a visitantes de todo el mundo, jóvenes artistas como Kiki Morente aportan nuevas perspectivas al género fusionando tradición y modernidad, y eventos como el Festival Internacional de Música y Danza consolidan a Granada como un lugar donde el flamenco se vive y se siente en cada rincón.
Existe un intenso vínculo, vigente desde hace muchos años, que une al flamenco con Cervezas Alhambra. Un nexo que nos ha permitido disfrutar de instantes realmente inolvidables. Como los conciertos del ciclo Momentos Alhambra, en los que han tomado parte nombres tan destacados como Estrella Morente, Rocío Márquez, Carmen Linares, Niño de Elche y Los Planetas, María José Llergo o Arcángel; los testimonios de figuras como el cantaor Israel Fernández o el bailaor Jesús Carmona dentro de la serie Maestros del Tiempo, dedicada a los creadores y producida por Cervezas Alhambra; las actuaciones de Milnoff, el Festival Flamenco de Música y Arte de Granada con el que la marca trabaja mano a mano y que cada año trae a la ciudad a los grandes artistas del género, o las veladas mágicas de La Noche Blanca del Flamenco en las que también ha estado presente.
Instalación de Laia Ateca
Los palos abordan una enorme colección de emociones. Desde el dolor y la tragedia hasta la alegría y la fiesta. Difundidos principalmente a través de la transmisión oral, poseen una riquísima variedad de interpretaciones y estilos.
Para saber identificar bien un palo flamenco es importante conocer sus características. Resultaría imposible abordar aquí toda su complejidad, de manera que, a grandes rasgos, indicaremos que se organizan en función de tres criterios principales: el ritmo, la armonía y la melodía.
Los palos libres, como el martinete, las nanas o la debla, se caracterizan por su ritmo irregular y su ausencia de guitarra. Los palos a compás, en cambio, se estructuran en torno a ritmos definidos, que se agrupan en familias de tres, cuatro, cinco y doce tiempos. Dentro de cada familia, la velocidad del ritmo varía, sugiriéndonos matices y emociones diferentes.
La tonalidad de un palo también influye en su carácter. El modo mayor transmite alegría y vitalidad, el modo menor evoca tristeza y nostalgia, y el modo frigio, el más asociado al flamenco clásico, crea una atmósfera profunda y misteriosa.
La melodía es el elemento más complejo y personal de cada palo. Requiere un oído entrenado para distinguir las sutilezas que diferencian una levantica de una taranta, o una granaína de una malagueña. Las variantes geográficas, que recogen diferencias sutiles como herencia de su lugar de nacimiento, dan lugar a nuevas divisiones entre los palos, enriqueciendo aún más su legado y demostrando al mundo la capacidad del flamenco para adaptarse y evolucionar sin perder su esencia.
La evolución de un género musical como el flamenco no es algo en absoluto sencillo. Requiere de múltiples factores, como la experimentación con el fin de expresar nuevas emociones, de la influencia de otros géneros y, por supuesto, de las aportaciones de grandes intérpretes.
Aproximarse al flamenco, descubrir su historia, abrazar cada matiz que brinda carácter a sus palos y dejarse llevar por el duende. Todo ello sin prisa. Muy al estilo Cervezas Alhambra.
FOTOS | CERVEZAS ALHAMBRA
Compartir