Con la entrada del verano nos preguntamos a qué lugares podríamos viajar... Los libros son una de las mejores maneras de escapar de la rutina y el asfalto.
Por Nerea Campos
Cuando pensamos en alguno de los veranos más intensos que hemos tenido la suerte de vivir, nos vienen a la mente momentos de un viaje, las personas que nos han acompañado, un paisaje y, por qué no, personajes de una novela que nos ha marcado.
Ahora que nos encontramos en un verano muy distinto al que acostumbramos, es un buen momento para viajar de otra manera, como hacíamos en la adolescencia, a través de las páginas de nuestros libros favoritos. Los libros nos transportan a otro lugar, a otro tiempo, da igual donde estemos. Tanto si deseamos que nos acompañen en cada viaje que hagamos como si preferimos que esos periplos estén entre sus cubiertas.
Desde Cervezas Alhambra proponemos una travesía por parte de la geografía española de la mano de autoras y autores emblemáticos y, también, de las novelas que están marcando el presente gracias a las nuevas generaciones que comienzan a publicar. Tanto unos como otros tienen mucho que contar sobre nuestras propias costumbres, sobre lo que fuimos y aquello en lo que nos hemos convertido. Ese reflejo puede apreciarse por regiones, por esa pluralidad que nos conforma y que merece la pena recorrer y conocer.
Pues, como escribió la poeta Emily Dickinson: “para viajar lejos no hay mejor nave que un libro”.
Allá arriba, en las tierras del norte
Los relatos de Cristina Sánchez-Andrade (1968, Santiago de Compostela), en su libro El niño que comía lana abren las puertas a su Galicia natal, una tierra en la que la fantasía y el realismo van de la mano en cada una de sus quince historias.
Aunque cada narración esconde su propia magia, sus personajes están conectados por unos hilos invisibles que los mantienen unidos en cada uno de los relatos. Leer estas historias es sumergirse en palabras donde el esperpento se mezcla con lo rural y la posguerra española, con un realismo brutal y una narrativa muy poética.
Alguien que conocía muy bien el realismo, pero aquel que resonaba a finales del siglo XIX y principios del XX, era Emilia Pardo Bazán (1851-1921). En sus Pazos de Ulloa se refleja la corriente naturalista de su literatura, pero es con La tribuna cuando comienza a narrar desde el punto de vista más social. De hecho, es considerada la primera novela naturalista del país en donde cuenta la historia de una joven y valiente cigarrera y su lucha para mejorar las condiciones laborales y sociales de las mujeres.
Cataluña: entre grandes ciudades y lo rural
Es de lo más estimulante disfrutar del estilo socarrón, divertido y pícaro de Eduardo Mendoza (1943, Barcelona) en La verdad sobre el caso Savolta, ópera prima con la que consiguió el Premio de la Crítica en narrativa castellana. Con él nos adentramos en una Barcelona de principios del siglo pasado donde el autor parodia distintos estilos literarios, como la picaresca o las novelas de caballería, sin dejar de lado su personalísima escritura y donde deja ver las diferencias sociales de la ciudad en aquella época.
Por otro lado, encontramos una Cataluña rural de la zona de los Pirineos, alejada del jaleo de las grandes ciudades, en la enigmática novela de Irene Solà (1990, Malla): Canto yo y la montaña baila. Algo que llama la atención es la pluralidad de voces que cuentan su historia, pues no solo hombres y mujeres tienen la posibilidad de hablar: las nubes, los corzos, los fantasmas o la propia naturaleza tienen su propia voz.
En el sur, lazos entre el presente y el pasado
Uno de los monumentos más visitados de Andalucía (y también de todo el país) es la Alhambra. Cuando Washington Irving (1783-1859, Nueva York) la visitó allá por el siglo XIX le resultó tan majestuosa y especial que le dedicó todo un libro de relatos, donde desgranaba las historias que allí escuchó durante su hospedaje. Nuestra herencia cultural ha servido de inspiración a todo tipo de creadores a lo largo de los siglos, tanto a Washington Irving con sus relatos, como a los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra, pues el conjunto palaciego es uno de esos lugares únicos en los que analizar quiénes fuimos entonces y quiénes somos ahora.
En los Cuentos de la Alhambra recopila algunos relatos que despertaron su atención, dejándose guiar por la multitud de rincones de la Alhambra. Cada uno de ellos da pie a una historia allí vivida, destacando la Torre de Comares y algunos de los habitantes más desconocidos que tuvieron sus palacios. Todo ello escrito desde la corriente del romanticismo a la que se adscribía el autor.
Una historia también andaluza, más cercana a nuestro tiempo, ha sido la que ha contado la autora Elisa Victoria (1985, Sevilla) en su novela Vozdevieja. El año pasado se convirtió en una auténtica sensación, gracias a su narrativa cercana, divertida, pero a la vez profunda y sin miedo a introducirse en los recovecos más oscuros del ser humano.
A través del personaje de Marina, a quien llaman Vozdevieja en el colegio, una niña que vive uno de esos veranos calurosos de la Sevilla de los años noventa, esperando noticias sobre la salud de su madre y con la compañía de su abuela, su gran fortaleza.
Imágenes | Unsplash (1), (2), (3), (4)
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