Por Cervezas Alhambra
Los biopics comienzan a establecerse como legados audiovisuales de las grandes estrellas de la música. Biografías autorizadas y favorecedoras de los astros del vinilo reconvertidos en iconos del séptimo arte. Los blockbusters Bohemian Rhapsody y Rocketman han explotado una vieja pero infrautilizada fórmula por medio de la cual algunos referentes de la industria han accedido a saciar la mitomanía de sus fans, ofreciéndoles un adecuado y convenientemente reescrito equilibrio de emociones, talento, recuerdos y vidas al límite.
Sexo, drogas y rock and roll. Las confesiones audiovisuales de Sir Elton John y Freddie Mercury no dejan de apuntalar sus leyendas. Los excesos, imposibles de ocultar por otra parte, se presentan de forma eficaz para que no empañen el mito. Pero no siempre ha sido de la misma manera. Existen biopics musicales de todo tipo, más o menos conocidos, más o menos descarnados, que han servido para poner gestos y alma a los sonidos que surgían de los altavoces. He aquí algunos ejemplos.
En la nocturna Bird, dirigida por Clint Eastwood en 1988, un pletórico Forest Whitaker interpretó a un Charlie Parker en caída libre. Decadente, drogadicto, genial y maravilloso. Perdedor e incomprensible, oscuro y rebosante de un talento incapaz de administrar. Un filme sin final feliz, como tantos otros en la filmografía del oscarizado Eastwood, en el que el espectador asiste, impotente, al inexorable proceso de demolición vital de un tótem mayúsculo del jazz consumido por la droga y el alcohol. Eastwood repetiría experiencia en 2014 con Jersey Boys, un biopic dedicado a The Four Seasons, el grupo de doo wop liderado por el legendario Frankie Valli. El resultado, pese a contar con un diseño fascinante y una banda sonora maravillosa, resultó algo endeble y farragoso en esta ocasión.
La vida de Ritchie Valens, guitarrista y cantante de ascendencia mexicana, no tuvo un final feliz. La efímera existencia de la joven promesa del rock and roll quedó plasmada en La Bamba, dirigida por Luis Valdez en 1987, una cinta entretenida, en ningún caso una obra maestra, que supo explicar con inocencia y nostalgia quién fue Richard Steven Valenzuela. Compañero de fatigas de Jerry Lee Lewis o del Elvis más candoroso, Valens participó en la construcción del rock and roll primigenio. Lou Diamond Phillips interpretó con honestidad a la figura, quien dejó como legado un pequeño joyero de temas como Donna, La Bamba, Come On Let’s Go o We belong togheter. Todo ello antes de fallecer a los 17 años en un accidente aéreo junto a Buddy Holly y Big Bopper. Don McLean lloraría aquél “día en el que murió la música” en su inolvidable American Pie.
Abierta la veda del r’n’r fílmico, Dennis Quaid se aproximó a la leyenda de Jerry Lee Lewis en Great Balls of Fire, largometraje de 1989 dirigido por Jim McBride. Quaid bordó el papel en esta historia de ascensión y caída en desgracia cuando el Killer acabó casándose con su prima menor de edad, interpretada por Winona Ryder. Lamentablemente, la banda sonora más que la narración y la cinta queda un tanto descompensada, sobre todo en el apartado de guión. Quaid practicó 12 horas semanales de piano para estar a la altura y se postuló como cantante para los temas de la banda sonora, pero Jerry Lee se cerró completamente en banda. Finalmente, el actor se grabó en una cinta cantando y el maestro, sorprendido de su buen hacer, accedió a cantar el tema central de la película a medias con él.
La recapitulación de grandes vidas del rockin’ no estaría completa sin Walk the Line, el biopic de 2005, dirigido por James Mangold, en el que Joaquin Phoenix se introdujo en la piel del inabarcable Johny Cash. La película funcionó a nivel interpretativo y narrativo, así que los premios y el reconocimiento de la crítica llegaron por añadidura. Salpicada de recuerdos en flashback de una infancia dura, la historia de El Hombre de Negro arranca en la fase inmediatamente anterior a su ascenso al olimpo musical, navega por su complicada y en ocasiones agresiva personalidad, y se sumerge en su adicción a las anfetaminas y barbitúricos. La cinta persigue la emoción con precisión milimétrica, sobre todo en el terreno del drama romántico, y a pesar del vaho a telefilme, resulta aconsejable.
La biografía de la leyenda del country Hank Williams no se rodó hasta 2015 y el resultado no fue el esperado por los fans. Magníficamente interpretada por Tom Hiddleston y dirigida por Marc Abraham, la película zozobra al tratar de reproducir la lucha interior del icono, marcada en esta ocasión por el alcohol, las drogas y las relaciones tempestuosas. Acaba resultando, banda sonora aparte, plana y repetitiva.
El descenso a los infiernos es una constante en los biopics musicales y no podía faltar en la revisión de la vida de Jim Morrison que Oliver Stone firmó en 1991 con The Doors. La película abarca un amplio periodo en la breve existencia de esta genuina leyenda americana. Poeta, cineasta, escritor, cantante y gurú espiritual de toda una generación, Morrison traspasaba la pantalla con su arrollador carisma y Val Kilmer supo capturar aquél carácter hipnótico. Stone presentó un retrato ambicioso del Rey Lagarto, con sus incoherencias, sus excesos, su genio absoluto y su inevitable final. En el caso de una formación de tanta trascendencia como The Doors, las opiniones no podían ser unánimes y los detractores del largometraje censuran que Morrison dé la impresión de ser, por momentos, un psicópata descontrolado, calificando el filme de videoclip de dos horas de duración.
El gran pianista Ray Charles también cuenta, cómo no, con su película biográfica. Ray, dirigida en 2004 por Taylor Hackford e interpretada por Jamie Foxx, no llega, sin embargo, a asomarse a la talla del músico y aunque aborda las dos caras del mito, con el éxito en una y sus adicciones en la otra, se queda un tanto corta en sus pretensiones.
En 2013, Steven Soderbergh se atrevió con la vida de Liberace en la muy recomendable Behind the Candelabra. El filme narra la alocada, excesiva, sexualmente controvertida y extravagante historia del pianista, showman y estrella de la televisión, empleando para ello a dos referentes de la heterosexualidad como Michael Douglas y Matt Damon, que aciertan de pleno con sus respectivos personajes.
El músico, vocalista y maestro de la composición Brian Wilson, líder de The Beach Boys, obtuvo su reconocimiento en 2014 con Love & Mercy, un biopic protagonizado por Paul Dano y John Cusack que trata de escapar a las reglas del género. Una historia brillante, a la altura del genio, para la que su director, Bill Pohlad, no escatimó en recursos fílmicos como la fragmentación temporal, la variedad de tonos o el doble casting para el protagonista. Hace honor a su nombre y recrea un ejercicio de amor y misericordia, con redención incluida para Wilson.
El gangsta rap se rindió al biopic en 2015 con Straight Outta Compton, dirigida por F. Gary Gray. La acción se sitúa a mediados de los 80 en el angelino barrio de Compton y repasa la vida de los integrantes de NWA, Niggaz With Attitude. Una plantilla de chicos complicados integrada por Eazy-E, Dr. Dre, Ice Cube, MC Ren, DJ Yella y Arabian Prince, cuya vida se movía al límite. Cinco jóvenes que cambiaron las reglas del juego al transmitir al exterior cómo era realmente la vida dentro del guetto. La atmósfera de autenticidad y la adecuada selección de casting hacen que la cinta puntúe alto pese a la simplificación de la trama.
La vida de Ian Curtis, líder de Joy Division e icono del post punk inglés, quedó reflejada en la fascinante Control, dirigida en 2007 por Anton Corbijn y protagonizada por Sam Riley. El filme narra los últimos años en la vida de Curtis, un hombre atormentado por la relación sentimental que mantenía al mismo tiempo con su esposa y con su amante. Sus impactantes actuaciones en directo y su talento arrebatador también formaron parte del argumento de 24 Hour Party People, otra magnífica cinta de 2004, dirigida por Michael Winterbottom.
En 2019, Jeff Tremaine dirigió The Dirt, la película que cuenta las aventuras y desventuras de los músicos de Motley Crue, su éxito como estandarte del sleazy metal y su descenso a las catacumbas de las adicciones varias. Basada en el libro firmado por los propios miembros de la banda -Tommy Lee, Nikki Sixx, Vince Neil, Mick Mars y Neil Strauss-, la crítica la vapuleó sin compasión, reduciéndola a cliché del género y censurando su tono autoindulgente.
En España también se han facturado biopics musicales, entre los cuales destaca sin duda Camarón. Rodada en 2005 por Jaime Chávarri y protagonizada magistralmente por Óscar Jaenada, quien, literalmente, transmutó en el genio del flamenco José Monge Cruz, la cinta rinde pleitesía a Camarón de la Isla en tres escenarios: el descubrimiento, la confirmación y la despedida. Escoltado por figuras como Paco de Lucía, Tomatito o Paco Cepero, rememora las luces y las sombras del maestro, su talento, sus amoríos, sus adicciones y el prematuro deterioro físico que le condujo a la muerte.