El desembarco del streaming y el progresivo abandono de los formatos físicos desde finales de los 90 tuvo una consecuencia inesperada: la duración de los álbumes experimentó un auténtico ‘big bang’.
Por Cervezas Alhambra
Ya no era necesario que los músicos seleccionaran las canciones que entraban en un disco para que la obra encajara en el espacio limitado de un vinilo. La creatividad se desbordó y nos encontramos, sobre todo durante la década de 2010, con muchísimos álbumes que rondaban o superaban las 30 pistas. Sin embargo, esta curva ha comenzado a invertirse recientemente. Cada vez es más frecuente encontrarse con álbumes más cortos de lo que el público considera ‘normal’ y ya se empieza a hablar de un nuevo trend. Una tendencia encabezada por artistas de la talla de Billie Eilish, Ariana Grande o Dua Lipa.
Tomando un poco de distancia y repasando algunos de los lanzamientos más destacados de los últimos meses, vemos que ‘Diamonds & Dancefloors’, de Ava Max, ‘This is Why’, de Paramore, ‘That! Feels Good!’, de Jessie Ware, ‘Let Her Burn’, de Rebecca Black, ‘Cracker Island’, de Gorillaz o ‘Gloria’ de Sam Smith, forman parte de esta tendencia. Casi todos ellos se ajustan al trend de 10 canciones, salvo Sam Smith que eleva la apuesta a 13 temas y Ava Max que tira la casa por la ventana con 14.
Hay grandes nombres que aún se mantienen a contracorriente, como Taylor Swift, quien ha sumado 31 pistas a su ‘The Tortured Poets Department’, o Beyoncé, que ha dedicado 27 temas a su ‘Cowboy Carter’, pero lo suyo es una isla de creatividad desatada en un océano de concisión. Los estandartes de la escena internacional, como Dua Lipa con su reciente ‘Radical Optimism’ (11 canciones), Billie Eilish con ‘Hit Me Hard And Soft’ (10), The Avett Brothers con ‘The Avett Brothers’ (9), Maggie Rogers con ‘Don’t Forget Me’ (10) o 4batz con ‘u made me a st4r’ (11), apuestan por la brevedad. Y parece que su criterio gana adeptos día tras día.
A priori, pensar hoy en día en un disco de 10 canciones o menos puede parecernos escaso, pero echemos la vista atrás por un segundo y consultemos a los clásicos. ‘Revolver’, de The Beatles; ‘Thriller’, de Michael Jackson; ‘Led Zeppelin IV’, de Led Zeppelin; ‘Are You Experienced’, de Jimi Hendrix Experience y ‘London Calling’, de The Clash. 9 canciones, todos ellos. ‘The Dark Side of The Moon’, de Pink Floyd; ‘Born To Run’, de Bruce Springsteen; ‘Nevermind’, de Nirvana; ‘Rumours’, de Fleetwood Mac; ‘Back in Black’, de AC/DC; ‘Highway 61 Revisited’, de Bob Dylan y ‘Hotel California’ de Eagles. 10 temas cada uno.
Y todo indica que regresamos a estos parámetros. Álbumes de unos 10 temas con pistas mucho más cortas. Porque las canciones han seguido el mismo camino y ya no suelen superar los 4 minutos, lo cual contribuye, evidentemente, a que los álbumes duren mucho menos. Hace 15 años era frecuente lanzar ediciones más cortas de los singles para la radio, los famosos ‘radio edit’, y versiones más largas para los álbumes, pero incluso esta práctica está desapareciendo.
¿Alguna explicación para este fenómeno? Los expertos de la industria musical aseguran que una de las razones tiene que ver con el resurgimiento de los LPs de vinilo. Discos que no pueden contener más de media docena de pistas por cara. O menos si son muy largas. Los fans vuelven a demandar formatos tangibles que les permitan sentir una mayor vinculación con sus artistas favoritos. En 2023, se vendieron 43 millones de discos de vinilo en el mundo. Un 14% más que en 2022.
Otra de las explicaciones está relacionada con la restringida capacidad de concentración de los oyentes. Para un público inmerso en un mundo de distracciones, enfrentarse a un álbum de más de 30 temas le predispone a dar saltos constantes en la reproducción, proceder a escuchas desordenadas y a no prestar la atención que requiere la música. Sin embargo, cuando la obra se concentra en 10 temas que no exceden los 3 minutos de duración, existe una mayor inclinación por parte de la audiencia a enfocarse en el material disponible y a dejarse llevar, sin prisas, por la experiencia inmersiva que conlleva el disfrute completo de un disco.
Un tercer factor es el relacionado con las plataformas de streaming. Los proveedores no pagan a los músicos por tiempo sino por canción, lo que induce a los artistas a pensar que, en lugar de subir un tema de seis minutos, publicar dos de tres les resulta el doble de rentable.
La gestión del tiempo es clave para la gran mayoría de los consumidores de música. Un álbum breve, que se pueda escuchar casi por completo en un trayecto estándar de autobús o metro, ahora resulta atractivo. A lo largo de los últimos meses, diversos artistas se han apuntado a la tendencia de ofrecer a sus seguidores álbumes de menos de 45 minutos. Vamos con unos cuantos ejemplos: ‘eternal sunshine’ de Ariana Grande (35 minutos), ‘Venus’ de Zara Larsson (39 minutos), ‘Deeper Well’ de Kacey Musgraves (42 minutos), ‘Messy’ de Olivia Dean (35 minutos) o ‘Fountain Baby’ de Amaraae (39 minutos).
Todo apunta a que se ha cubierto un ciclo y que hemos iniciado un camino de regreso a los estándares del siglo XX, cuando la publicación de singles era más importante y los discos a duras penas superaban los 45 minutos. Una senda que podría devolvernos el placer de disfrutar de los discos de una manera ordenada y calmada, dedicándoles el tiempo necesario para descubrir toda su belleza.
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