Este verano, recuperamos con más ilusión que nunca el placer de viajar. De redescubrir el país en cada paso, en cada plan, en cada escapada. No hace falta cruzar el océano para toparse con destinos encantadores, y aquí van cinco pruebas.
Por Eva Gracia
El verano ha llegado como el soplo de aire fresco (aunque pueda parecer contradictorio) que nuestras vidas necesitaban. Tras una primavera atípica, en la que hemos visto florecer los parques desde la ventana o desde nuestra pantalla, llega un estío incandescente, ansiado y prometedor.
Nos adentramos en un verano en el que volveremos a viajar. En el que, aunque vayamos a sitios que hemos visitado mil veces, los recorreremos como nunca lo hemos hecho. Un verano en el que disfrutaremos de lo que tenemos cerca, de esos paraísos situados a pocos kilómetros de nuestro hogar.
Este año, queremos un verano “made in Spain”, conociendo y redescubriendo rincones de cuento, destinos con historia, paisajes que cortan el aliento. Queremos un verano en el que volver a sentir la energía y el placer de viajar, pero sin irnos lejos, y estos destinos son perfectos para cumplir ese objetivo.
1. Mogarraz (Salamanca)
Incluido en esa encantadora guía de los pueblos más bonitos de España, Mogarraz duerme en el interior de la provincia de Salamanca, en el corazón del Parque Natural de Las Batuecas y Sierra de Francia. Se trata de un conjunto anclado en el tiempo, que conserva su arquitectura medieval y su muralla. Un destino al que ir a desconectar de verdad, retornando a lo esencial; un entorno en el que atreverse a detenerse, a Parar más. Sentir más, como nos invita a hacer Cervezas Alhambra; a apagar los sentidos para pensar, por un instante, en qué queremos sentir.
Junto a sus casas, con vigas de madera a la vista, Mogarraz guarda una tremenda riqueza artesanal, un legado, como el de esa ‘España a mano’ que recorría el libro editado por La Fábrica, que se palpa, se observa y se huele en las tradiciones que perviven.
2. Besalú (Girona)
Una de las joyas de la corona gerundense es la Costa Brava. Pero no es la única: otra de ellas es Besalú, un pueblo de la comarca de La Garrotxa que guarda uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Cataluña, con un imponente puente y una historia reciente trufada de rodajes internacionales, de ‘Juego de Tronos’ a ‘Westworld’.
“Algo tiene el agua cuando la bendicen”, reza la sabiduría popular. Y algo tendrá Besalú cuando atrae la atención de productores de medio mundo: de su puente icónico, que domina el skyline y se queda grabado en la retina, a la naturaleza y los huertos que visten el contorno del pueblo.
Su ubicación, cerca de Cadaqués y Roses, lo convierten en la parada perfecta antes de llegar a estos destinos mediterráneos, con playas tan sugerentes como propicias para sentarse a contemplar el atardecer, con una Alhambra Reserva 1925 cerca, brindando por el verano que creímos que no sería y, sin embargo, es.
3. La comarca del Matarraña (Teruel)
Hay quienes la llaman la Toscana española, hay quienes creen que tiene el encanto suficiente como para prescindir de toda comparación. La comarca del Matarraña, en la provincia de Teruel, atrae a viajeros de Aragón y la Comunidad Valenciana que buscan nadar en pozas de agua cristalina o dormir en alojamientos singulares como el hotel Consolación, con habitaciones de formas cúbicas en las que refugiarse a leer, a escribir o, simplemente, a soñar.
La comarca, además, está salpicada por bellos pueblos en los que pasar el día, como Valderrobres, Calaceite o Beceite. Una vez que se visita, el concepto “bajo el sol del Matarraña” suena tan sugerente como el de la película que dio fama a la Toscana.
4. Dehesa El Tejar (Huelva)
A veces, el destino de un viaje es un alojamiento. Un sitio único en el que se es feliz con, simplemente, buena compañía y una Alhambra Especial con la que regar conversaciones entre amigos, que comienzan al atardecer y terminan entrada la madrugada.
Dehesa El Tejar es uno de esos destinos: situada en Zufre (Huelva), es una villa idílica, con piscina en la que zambullirse cuando el sol aprieta, una cocina para sentirse como en una escena de ‘Call me by your name’ y un porche en el que atrincherarse cada noche para mirar las estrellas.
5. Puebla de la Sierra (Madrid)
Al norte de la Comunidad de Madrid se encuentra Puebla de la Sierra, un recóndito pueblo al que se llega tras recorrer una serpenteante carretera de unos 20 kilómetros. El verano es la época ideal para visitar esta localidad, que, con frecuencia, queda en invierno aislada por la nieve.
En verano, sus casas de piedra se tiñen del color del sol cuando se pone, y la ausencia de cobertura se convierte en un regalo, en todo lo que necesitamos para desconectar y, como nos sugiere Cervezas Alhambra, apreciar lo pequeño, lo insignificante, los placeres sencillos que, en realidad, construyen nuestros viajes, ya sean a la otra punta del mundo o a un pueblo de la sierra de Madrid.
Imágenes | Facebook Dehesa El Tejar, Hotel Consolación, Unsplash - Error 420, Marc Sendra Martorell, averie woodard
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