¿Qué mejor para afrontar el regreso de las vacaciones que planificar una escapada? No hacen falta grandes lujos, solo el de ser capaz de saborear cada instante. A continuación, cinco propuestas singulares, destinos diferentes para disfrutar sin prisa.
Por Pablo Vinuesa
Si el calendario lo permite, el otoño se convierte sin duda en una estación mágica para viajar y descubrir nuevos lugares. En estos meses, las temperaturas dan un pequeño respiro y la mayoría de destinos posibles se encuentran menos masificados. Es una época, además, con unos colores propios, como los de una lager como Alhambra Singular. Su sabor, alcanzable solo tras una fermentación lenta, sin prisa, es perfecto para maridar con algunos de los productos que protagonizan la temporada.
La Sierra de Aracena
Situado en el extremo occidental de Sierra Morena, al norte de Huelva, el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche posee una belleza salvaje. Con pueblos tan bonitos como Almonaster la Real, Fuenteheridos o la propia Aracena, y lugares de visita imprescindible como la Gruta de las Maravillas o la Peña de Arias Montano, este entorno mágico parece una versión española de la Toscana.
Resulta un plan perfecto para cualquier época del año, pero más aún en otoño, coincidiendo con el inicio de la temporada de setas. Trufada de numerosas dehesas de encinas y alcornoques, destaca por los excelsos productos del cerdo ibérico, auténtico sello de identidad de la comarca. Además, la Sierra es rica en hortalizas, frutas y verduras, todo un placer para el estómago y los sentidos.
A Costa da Morte
Un océano con carácter que a lo largo de siglos y siglos ha ido esculpiendo acantilados, ensenadas y playas desiertas. A Costa da Morte, segmento noroeste del litoral gallego, se extiende a lo largo de docenas de kilómetros, de faro en faro desde Fisterra a Malpica. Es un destino imprescindible no solo en verano, ya que el otoño da paso a paisajes más bucólicos, donde predominan los ocres, amarillos y naranjas.
Como no podía ser de otra manera, el sabor a mar es un atractivo turístico de primer orden y el percebe símbolo de identidad de su gastronomía. Pero no el único: el pan típico de la zona y una patata como la de Coristanco, considerada la mejor de Europa, acompañan a la perfección a pescados como la lubina, el lenguado o el rodaballo y mariscos como la nécora, el bogavante o el centollo.
Faedo de Ciñera
Un valle de la Sierra del Sadornal, excavado entre altas peñas calizas, protege a un hayedo que cuenta con nombre propio, el Faedo de Ciñera. Considerado como el bosque mejor cuidado de España y lugar protagonista de cuentos y leyendas, un paseo otoñal deleitándonos con la majestuosidad de sus hayas Fagus, que cuentan con más de 500 años de edad, hace que el tiempo se detenga.
Pero para encarar las sendas de esta zona de tradición minera es necesario proveernos de energía suficiente. Qué mejor que recurrir a la gastronomía leonesa, que conquista gracias a platos suculentos como la cecina, el picadillo de chorizo, el botillo del Bierzo o la tortilla guisada. La sopa de trucha o el cocido maragato también se imponen entre los sabores de la zona.
Parque Natural del Montseny
Entre Barcelona y Girona discurre un bosque de encinas, en su zona más baja, y de hayedos y vegetación subalpina, en la más alta. Hablamos de una zona que cuenta con la distinción de Parque Natural y, desde 1978, también de reserva mundial de la biosfera por la UNESCO. El Parque Natural del Montseny es un enclave rural único, donde se mezclan paisajes mediterráneos y centroeuropeos.
La castaña, tan idónea para combinar con Alhambra Reserva Roja, es una de las grandes protagonistas de la gastronomía en el Montseny, en cuyas masías también es tradicional la matanza del cerdo. A esto se le unen otros productos artesanos como los quesos, la miel o el vino. Y en otoño, además, se convierten en protagonistas los platos que tienen como base a las setas de la zona, de carlets a níscalos y de rebozuelos a siurenys.
Granada, destino en sí misma
La joven poeta Elvira Sastre recordaba las palabras de Juan Ramón Jiménez: “Un día no es un día de la vida, sino la vida”. Sería imposible no sentirlo plenamente cuando Granada, la Alhambra y sus azulejos nazaríes son siempre protagonistas. El otoño es una época perfecta para visitar una ciudad de luz y agua que enamora al deambular por sus calles estrechas, descubriendo los misterios del Sacromonte o el Albaicín y dejándonos asombrar por la majestuosidad de Sierra Nevada.
Una provincia que tiene costa, montaña y hasta clima tropical cuenta con el privilegio de poder disfrutar de productos de altísima calidad a lo largo de todo el año. En su capital se concentra el disfrute, ofreciendo desde sus famosas tapas a la excelencia de la gastronomía clásica y la innovación de las nuevas tendencias, que siempre mejoran con el acompañamiento de una Alhambra Singular. En temporada destacan la trufa blanca, castañas o frutos rojos, y las setas recolectadas, cesta de mimbre en mano, por los bosques de Sierra Nevada.
Imágenes | Turismo Galicia - Guillén Pérez en Flickr Commons
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