Planes - Sostenibilidad
Humedales españoles en los que desconectar esta primavera
Entre aves migratorias y atardeceres dorados. Con el agua en su punto álgido y la fauna en plena actividad, los humedales son el destino primaveral por excelencia
Como ocurre con los grandes tesoros de la naturaleza, a los humedales españoles les favorece permanecer en la incógnita. Sin contar casos excepcionales como Doñana, La Albufera o las Tablas de Daimiel, estos grandes oasis de biodiversidad son los grandes desconocidos del circuito turístico nacional.
En ellos, los estuarios, marismas, lagunas y turberas se unen para crear un universo propio, donde el mundo parece quedarse en pausa. Todo, con un delicado equilibrio entre agua y vida que alberga vegetación y atrae a multitud de especies.
Las lluvias de este invierno han sido el aliciente perfecto para que los humedales muestren su mejor cara. Toda una puesta a punto para recibir fenómenos como las migraciones de aves y los atardeceres más bonitos del año. Te proponemos un viaje por varios de estos santuarios de vida, que te hará tenerlos muy presentes en tus próximas escapadas primaverales.
Doñana, un hervidero de especies
Entre la lista de los humedales más populares, el Parque Nacional de Doñana nunca puede faltar. Se trata de un santuario natural donde tierra, agua y cielo se funden, lo que da lugar a increíbles vistas y paisajes. Además, durante la primavera sus marismas despiertan y miles de aves migratorias llegan desde África para anidar. Entre ellas, flamencos, águilas pescadoras y garzas imperiales, que conquistan el aire con vuelos majestuosos. Lo que nos demuestra que Doñana no solo es belleza: es vida en estado puro, equilibrio frágil y testimonio de un ecosistema que resiste, palpita y se renueva con cada estación.
Las Tablas de Daimiel: el gran humedal manchego
A poca distancia del pequeño pueblo de Daimiel encontraremos este humedal, también proclamado Parque Nacional. Lo mejor de este destino es que nos ofrece caminos marcados por una red de pasarelas de madera, que además nos permiten adentrarnos en los humedales. Ahora que el sol de La Mancha no ha empezado a reclamar su puesto, es un buen momento para admirar todo lo que ocurre en Las Tablas de Daimiel, donde las crías de patos colorados, ánades o garzas imperiales marcan los nuevos comienzos. ¿Lo mejor de este humedal? La proximidad a múltiples pueblos en los que parar a comprar quesos artesanos, berenjenas encurtidas (como las de Almagro) y degustar delicias locales, como las gachas, las migas o el pisto.


Marismas de Santoña: el combo entre naturaleza y gastronomía
Las Marismas de Santoña, en Cantabria, forman uno de los humedales más importantes del norte de España. Porque más allá de sus famosísimas anchoas, la localidad también nos ofrece un amplísimo ecosistema que recorrer casi en silencio. Este estuario, de más de 6.500 hectáreas, es el resultado de la unión del río Asón y las marismas de Victoria y Joyel. En sus aguas se reúnen más de 130 tipos de especies diferentes y, además, desde su Centro de Interpretación podemos acceder a talleres, actividades y rutas divulgativas. Combina estos planes con la excelente gastronomía de la zona, con platos como el marmitako o el bonito a la plancha, y tendrás una escapada primaveral redonda.
Laguna de Gallocanta: la despedida de las grullas
A medida que la primavera avanza, las últimas grullas emprenden su camino hacia los bosques boreales. Por eso, no hay que demorarse mucho en acudir a la reserva natural de la Laguna de Gallocanta, ubicada en Aragón. Sus casi 2.000 hectáreas de humedal se caracterizan por aguas poco profundas y por ostentar el título de mayor humedal salino de la península ibérica. De hecho, es uno de los lugares de parada más importantes de la grulla común, lo que cada año atrae a múltiples curiosos y expertos hasta la zona.
La Albufera de Valencia, la de los crepúsculos dorados
Encontraremos este humedal a tan solo diez kilómetros de la capital valenciana. Lo más recomendable para recorrer La Albufera es contratar un recorrido en barca tradicional, especialmente cuando cae la tarde y sus paisajes nos regalan cielos naranja y lilas sobre aguas tranquilas. Es toda una experiencia vivir el día a día de este humedal, sobre todo si lo hacemos junto a sus pescadores y entendidos en la cosecha del arroz. Además, en los pueblos de los alrededores podremos encontrar auténticos paelleros a la leña, que desde luego merecen toda su fama.
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