Con sus antigüedades y objetos vintage, Pannonica Vintage ofrece al visitante un recorrido por la historia del arte, del diseño y la decoración
Por Lorena Papí
Hay lugares como Pannonica Vintage por los que merece la pena dejar atrás las prisas. Para recorrerlos con la calma que reclaman los cientos —literalmente— de antigüedades y objetos vintage que guarda.
No solo es una de esas tiendas singulares que pueden encontrarse en El Carmen (Valencia). Es una enorme cápsula del tiempo: del que encierran esos tesoros rescatados del pasado.
Pero también es guardiana de ese otro tiempo; el sexto sentido que da alas al resto.
El tiempo que pasa sin marcar las horas de quien se adentra en este espacio tan único; solo sus sensaciones. El que se requiere para que los sentidos hablen.
Pannonica Vintage: una tarde en El Carmen, a ritmo de jazz
Con las notas del saxofón de Lester Young y de Dexter Gordon o la seductora voz de Anita Oday. Con esa sensación de paz que transmite el jazz y que invita a saborear el momento. Igual que una Alhambra Reserva 1925, hecha sin prisa, alimenta la sed de disfrutar con calma de todos sus matices.
Así recibe a sus clientes Celia Vázquez, propietaria de Pannonica Vintage.
O a los curiosos que callejean por el laberíntico barrio de El Carmen dejándose llevar y la vida les regala este maravilloso hallazgo. “Muchas personas entran porque les llaman la atención esa mezcla tan ecléctica de piezas nostálgicas, pero con una imagen moderna y actual a la vez”, explica su propietaria.
Ella es la responsable de que objetos con orígenes tan diversos como China, Suecia o África —objetos decorativos y utilitarios, traídos del pasado— acaben en una tienda de Valencia.
Pannonica Vintage es más que una gran tienda de antigüedades de dos plantas (y puertas secretas). Es casi un museo de arte en el que se exponen de forma indefinida, hasta que inician su enésima vida, todo tipo de objetos clásicos.
Descubrimientos que Celia y su marido se llevan de sus viajes, “buscando mucho en lugares recónditos”. Y con los que establecen un vínculo emocional. Les atrapa su belleza y rodearse de esa magia que desprende un objeto que ha sobrevivido al paso de muchas décadas.
No hay un hilo conductor que defina su inmensa colección, que transporta desde los años 30, con un disco de jazz de pizarra, hasta 1960, con un colorido y original diseño italiano de sillón en forma de flor. Y más allá.
Solo hay dos requisitos para que uno de esos descubrimientos forme parte de ella: que les enamore primero a ellos y que tenga al menos 50 años de vida. Y, si lo necesita, que las manos de los expertos restauradores de Angelitos Negros les devuelvan esa belleza sobre la que el paso del tiempo ha hecho mella en algunas piezas.
Un espacio con alma musical
Rescatar el pasado es, junto a coleccionar discos de jazz, la gran pasión de Celia. Por eso encontró la forma de añadir una nueva colección de tesoros a su haber.
Cambió un trabajo que le absorbía “en cuerpo y alma” y aunó en este espacio aquello que verdaderamente daba emoción a su vida: encontrar piezas antiguas y devolverles su esplendor. Traerlos al presente para ponerlos en valor.
“Hablamos de piezas con valor añadido”, puntualiza Celia, “útiles a día de hoy: una lámpara, una silla, un baúl… Son piezas realizadas con materiales de calidad, sin plásticos. Piezas rescatadas en el tiempo con las que estás reciclando".
El jazz le dio la pista. Ese género que tanto ama, está en el ADN de la tienda; en su propio nombre: “Es nuestro pequeño tributo a Pannonica Rothschild de Koenigswarter, la oveja negra de su familia y gran amiga de muchos músicos famosos de jazz”, aclara Celia.
Son estos compases los que acompañan un recorrido que no deja de sorprender al visitante. Una de esas experiencias que no se disfrutan al máximo si no se aprende a dejar pasar las horas, sin echarlas de menos.
Y que por eso maridan también con la experiencia que propone Cervezas Alhambra. Porque, ya sea para elaborar su Alhambra Reserva 1925 como para saborearla, se necesita esa actitud pausada. No es perder el tiempo. Es perder la prisa.
Una filosofía que casa con la de la tienda, y que define la experiencia de recorrerla: “Es una tienda para visitar con calma, observar, disfrutar, aprender y viajar en el tiempo, dejando volar tu imaginación”.
Un recorrido por el universo Pannonica Vintage
Pannonica Vintage está repleta de preciosas rarezas. Como el cuadro que anuncia una vieja película, rescatado de la época en la que aún se pintaban a mano. O su curiosa sección de anatomía. Cada etapa del arte, del diseño y la decoración tiene un espacio propio en su inventario.
Lámparas
De Manises, y con origen italiano, las Fontana Arte, las Artemide (con firma de diseñadores como Oscar Torlasco) y de Murano. La lámpara es uno de esos objetos cuya historia prácticamente puede estudiarse recorriendo Pannonica Vintage.
Muebles
De todo tipo de procedencia y representando todas las épocas del diseño de interiores. Desde las sobrias sillas inglesas Ercol Windsor a las formas sinuosas de las italianas Campanula, pasando por el sobrio estilo escandinavo, fielmente representado en un mueble-bar sueco.
Objetos decorativos
Pannonica Vintage está repleta de objetos con los que embellecer cualquier estancia. De los que disfrutar, aunque su única función sea decorar.
Piezas art decó —belga y francés—, un candelabro art nouveau, arte africano, relojes de Willy Rizzo, porcelana italiana y china y bustos de los años 20 y 30. Cerámica italiana, valenciana (de Antonio Peyró), checoslovaca y china.
Es imposible visitar Pannonica Vintage sin sentir esa punzada de la nostalgia. Porque todo evoca a otros tiempos, a otros estilos, a otro concepto de belleza. Y pese a su edad, son piezas que casarían con la decoración más actual. Esa que aprecia la artesanía, el valor de un trabajo bien hecho y de un objeto que es casi inédito.
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