Planes - Cultura
Paraíso tropical: direcciones imprescindibles para disfrutar del lado más desconocido de Tenerife
Repleto de contrastes y paisajes imposibles. Tenerife es un estupendo comienzo para adentrarnos en todo lo que las ocho Islas Canarias pueden ofrecernos.
De influencia Atlántica, interior volcánico y aspecto tropical. En Tenerife todo parece suceder en un instante y cada ruta por sus parajes es como jugar a elegir tu propia aventura. Montes, playas, pueblos con encanto, arquitectura colonial y un Teide que todo lo ve juegan a los contrastes en una isla que hay que ver al menos una vez en la vida.
Nos escapamos hasta la más grande del Archipiélago Canario con la maleta cargada de planes y ropa apta para todos sus microclimas. La ocasión perfecta para descubrir la esencia más auténtica de un lugar único en el mundo, que merece una visita desde una visión curiosa y sostenible.
Primavera extraterrestre en El Teide
Nada más se acerca nuestro avión hasta Tenerife es difícil no percatarse de su presencia. De hecho, los 3.718 metros de volcán del Teide son una estupenda brújula para orientarse desde mar y aire. Pero aunque sea el pico (o cráter) el que más miradas atraiga a los visitantes, no hay que desmerecer a todo el Parque Nacional en su conjunto por ser uno de los más especiales del país.
Entre la violencia de las bombas volcánicas y los terrenos de malpaís, que todo lo cubren, también suceden fenómenos curiosos cuando las nieves invernales desaparecen. Y uno de ellos es la floración de los tajinastes, unas gigantescas plantas autóctonas que durante el mes de mayo convierten el parque en un escenario que bien podría aparecer en Guardianes de la Galaxia.
Se pueden encontrar durante todo el camino a la cumbre, pero para verlos en conjunto nos podemos dirigir hasta el sendero 18, donde confluye la Ruta Chavao. Además, si nos acercamos por la tarde y esperamos a que anochezca, podremos disfrutar de uno de los rincones más privilegiados del mundo para la observación de estrellas.
Dos montes, dos reductos mágicos
Un pinar y una reserva de Laurisilva. Los llaman La Esperanza y Las Mercedes y son dos de las zonas de bosque más especiales de la isla. El primero nos llevará hasta la corona forestal, el lugar de los cielos azules, las laderas que se visten con el mar de nubes y el contraste más mágico entre el verde de los pinos y el azul del Atlántico.
El segundo es el testigo vivo de un bosque prehistórico, la laurisilva. Lo encontraremos en el Parque Rural de Anaga, todo un invernadero en sí mismo donde la humedad ambiental crea las condiciones perfectas para mantener su gran masa de vegetación. Saber dónde empieza el árbol y dónde termina el helecho es, quizás, el gran reto de este singular bosque encantado.
Un norte con mucho sabor
“Yo no sabía que en Tenerife se comía tan bien” es una de las frases más escuchadas en los guachinches de la isla. Es el nombre que reciben solo ciertos restaurantes locales, cuya apertura está vinculada a la temporada de vino. Esto no significa que no podamos encontrar en muchos de ellos nuestra Alhambra Reserva 1925 y acompañarla con delicias locales como el queso asado con mojo, la carne fiesta o las papas arrugadas.
Los guachinches se encuentran por toda la isla, pero una buena parte se concentra en el norte, lo que también es la excusa perfecta para perderse por pueblos encantadores de arquitectura colonial, como La Orotava, Icod de los Vinos, Garachico, La Matanza y La Victoria.
También merece la pena una visita a fondo a la ciudad de los Adelantados, San Cristóbal de La Laguna, que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad por el trazado de sus calles -el modelo que luego se llevó a múltiples ciudades de Latinoamérica-. Es un lugar que conquista por sus aires históricos y por un singular contraste entre la piedra volcánica de los edificios y los bejeques que crecen en los tejados. Además, nos ofrece uno de los ambientes más prometedores, con museos, restaurantes y muchos comercios repletos de encanto.
Arena negra / arena blanca
La orografía de Tenerife es muy accidentada, por eso sus playas no se corresponden con la idea paradisíaca que tenemos en la cabeza. Es más, los locales son más aficionados a los charcos naturales y a los pequeños muelles que a las playas convencionales. Eso sí, también podemos hallar algunos emplazamientos recomendables al norte y al sur de la isla.
En la costa de Anaga encontraremos una sucesión de playas de arena negra de lo más especial: el Roque de las Bodegas, Almáciga y Benijo. Quizás esta última es la más icónica de todas, pues ofrece vistas a diferentes roques volcánicos que son ecosistemas en sí mismos. Eso sí, las corrientes del mar en esta zona son muy traicioneras, por lo que es importante ser muy prudentes y no dejar que el agua nos sobrepase las rodillas al bañarnos.
Pero si lo que buscamos son aguas más tranquilas, la arena blanca del sur de la isla nos espera. Una de las más bonitas se encuentra en La Caleta de Adeje y es la Playa de Diego Hernández. Es pequeña, pero tiene unas aguas turquesas que nada tienen que envidiar a las de los grandes destinos paradisíacos. También en el sur encontraremos un pueblo de obligada visita, El Médano, un rincón de aires surferos perfecto para paseos interminables o (si nos atrevemos) para probar nuestras primeras lecciones de kite surf.
Teno, donde todo acaba y empieza
Irse de Tenerife sin visitar Teno sería una verdadera pena. Se ubica en la zona noroeste de la isla y comprende unas 8.000 hectáreas de naturaleza y rincones icónicos, como el Barranco de Masca o las vistas hasta los Acantilados de Los Gigantes, el conjunto que delimita la frontera de este Parque Rural.
Aunque si de verdad queremos entender la magia de la zona más antigua de la isla, lo recomendable es ir hasta la Punta de Teno, a la que solo se puede acceder en guagua (es decir, autobús) desde Buenavista y Santiago del Teide. En el camino encontraremos formaciones de montañas imposibles y, al llegar, nos esperará un faro blanco y rojo que lidera uno de los rincones más tranquilos de Tenerife. Ideal para un día de baño sin prisa y la comunión más especial entre turismo responsable y naturaleza.
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