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Por María José Amengual
Estamos a un paso de entrar en la época más especial del año. Durante la misma nos reuniremos con nuestros familiares y amigos en varias ocasiones alrededor de una mesa y, por ello, buscamos recetas deliciosas y sorprendentes con las que disfrutar de esos momentos alrededor de la mesa.
Aunque normalmente intentamos que las recetas del día a día sean fáciles y rápidas de elaborar, vale la pena invertir un poco más de nuestro tiempo para conseguir un resultado singular con una receta que quedará en la memoria de nuestros comensales, sin que por ello suponga que no esté al alcance de nuestra pericia como cocineros.
Además de tratarse de un plato muy sabroso, esta merluza Wellington tiene la ventaja de que puede adaptarse perfectamente a nuestros gustos personales, cambiando o añadiendo los ingredientes según nuestra conveniencia y, si es necesario organizarse con tiempo, podemos preparar la muselina con antelación y guardarla en la nevera hasta el momento de montar la receta con la masa y hornearla.
Esta receta de merluza Wellington encontrará su acompañamiento ideal en Alhambra Reserva 1925, pues los sabores especiados y dulzones del pastel se equilibran con la acidez y amargor de la cerveza, una conjunción ideal para nuestros menús festivos.
Además, el característico final ligeramente caramelizado de esta cerveza combina muy bien con el toque cremoso de la salsa. Una mezcla ganadora.
Según parece, el nombre de esta receta se debe a Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, que fue su "inventor". Su victoria contra el ejército francés en España durante la Guerra de la Independencia y su posterior pugna con Napoleón en la decisiva batalla de Waterloo parecen ser las razones por las que esta receta recibe su nombre. Las recepciones que el duque ofrecía en su residencia en Londres eran conocidas por los deliciosos platos que ofrecía y esta peculiar forma de presentar el solomillo era muy habitual en él.
Al ver los ingredientes que lleva esta receta, es evidente que muchos de ellos son habituales de la cocina francesa, como el hojaldre, una masa que fue redescubierta a mediados del siglo XVIII en Francia, por lo que los franceses se atribuyen también la creación de este plato, aunque allí se conoce como filete de 'boeuf en croûte', es decir, solomillo de buey en costra, una manera muy elegante de reivindicar la receta como propia.
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