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Por María José Amengual
Para las veladas de verano, apetecen recetas sencillas y rápidas de elaborar, en las que no tengamos que utilizar el horno ni pasarnos demasiado tiempo delante del fuego, por eso esta versión árabe del döner kebab, que además se puede servir de muchas maneras diferentes, es ideal, pues cumple todas estas premisas.
Originalmente, se prepara en el típico espetón vertical que gira lentamente, pero es muy fácil adaptar esta receta para elaborarla en nuestra cocina con elementos cotidianos. Lo importante es conseguir la textura y el sabor tan característicos de esta carne, que debe quedar crujiente por fuera, pero jugosa y muy sabrosa en el interior. Para dar forma a este bocado de carne, bastará con marinarla un tiempo y saltearla al fuego.
Servida con pan de pita, esta receta está deliciosa, pero también puede acompañarse con tortitas de trigo o cualquier otro pan plano. Lo típico es llevar todos los ingredientes cocinados a la mesa y que cada comensal se monte su plato al gusto, añadiendo más o menos ingredientes o poniendo más salsa si lo desea.
Esta receta de shawarma de pollo sabrá aún mejor acompañada con una Alhambra Reserva 1925 bien fría, que, en un primer momento, manifiesta una fragancia seca, para continuar con notas de lúpulo floral y fresco, propias del lúpulo Saaz. En esta variedad encontramos también notas a plátano y manzana roja, junto a aromas delicados a tostados y caramelo de las maltas, que combinan deliciosamente con los toques de las especias usadas en la receta.
Los sabores especiados, picantes y ácidos de la shawarma se equilibran por el alcohol y amargor moderado de la cerveza, consiguiendo que esta variedad de cerveza redondee el conjunto.
La shawarma es un plato libanés que cuenta con ocho siglos de antigüedad y que originalmente se preparaba con carne de cordero, pero hoy también se elabora con pollo, pavo o ternera. Su nacimiento se remonta a las guerras por el dominio de Jerusalén.
Los guerreros asaban en los campamentos carne de cordero, que llevaban consigo utilizando sus propias espadas para ensartarla. Como no tenían platos para servirla, usaban un pan plano y redondo como base. Para completar su comida, añadían los vegetales que conseguían en el camino, de esta forma mantenían llenos sus estómagos con alimentos que les proporcionaban la energía suficiente para continuar luchando.
Con el devenir del tiempo, la shawarma se extendió a las cocinas libanesas y árabes, y de allí llegó a Europa y el resto de continentes, siempre recibiendo pequeñas variaciones en cada nuevo destino. De este modo, ha pasado a convertirse en un plato tan común como la hamburguesa estadounidense o los rollitos chinos.
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