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Por María José Amengual
Hay recetas que desprenden aroma de Navidad, y el solomillo Wellington, sin duda, es una de las más características para esta época del año tan especial. Una ocasión así merece una presentación diferente, en formato individual, de carácter más festivo. Se trata de una forma diferente de servir una elaboración tradicional. Además, en esta versión prescindimos de la habitual masa de hojaldre para envolver la carne y nos decantamos por unas obleas de empanadilla.
En esta época del año, las reuniones con familiares y amigos alrededor de una mesa son una de las claves para disfrutar de unos días especiales. De la misma forma que los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra nos proponen disfrutar de momentos especiales alrededor de cualquiera de sus variedades.
Este solomillo Wellington en versión individual es perfecto para maridar con una Alhambra Reserva Roja, inspirada en las cervezas Bock alemanas, pensada para momentos especiales y capaz de desafiar los sentidos. Para que cada una de las comidas que compartamos esta Navidad se convierta en toda una experiencia y logre perdurar en nuestra memoria.
1 hora
Fácil
Esta receta de solomillo Wellington en versión individual es una opción muy completa, por lo que no necesita demasiados acompañamientos, a lo sumo una ensalada verde variada o unas patatas fritas o al horno. Incluso, aunque seamos partidarios de incluir pan en cada una de nuestras comidas, podemos prescindir de él en esta ocasión, gracias a la masa que envuelve la carne.
Nuestra propuesta para maridar el plato es una Alhambra Reserva Roja, una cerveza potente y voluptuosa gracias a su evidente y muy agradable nota de alcohol, tras la que aparecen sabores de caramelo y grano que combinan a la perfección con la carne de cerdo, la cual ayuda a potenciar los toques afrutados de esta variedad. La fermentación larga y reposada de esta cerveza le otorgan el punto de suavidad y frescura de una lager y la convierten en la mejor forma de acompañar esta carne en cualquiera de nuestros menús navideños.
El origen de muchas recetas suele encontrarse en alguien ligado a la gastronomía que, por casualidad o por dedicación, elaboró un plato especial que perduró hasta nosotros. No es el caso del que nos ocupa, pues parece ser que el duque de Wellington, en cuyo honor parece haber sido bautizada esta receta, no era un gran aficionado a la cocina. En realidad, el primer duque de Wellington aporta el apellido a este plato tras las victorias en la Guerra de la Independencia y en Waterloo, aunque en realidad el origen de esta elaboración no está del todo claro y continúa siendo un misterio.
Esta preparación admite muchas variantes. En algunas recetas, la carne se recubre previamente con una crêpe para retener la humedad y evitar que el hojaldre se humedezca. Junto al relleno clásico, con chalotas y champiñones, hay otras versiones con foie, queso o bacon. Pese al origen galo de muchos de sus ingredientes, en las cartas de los restaurantes franceses no se nombra somo solomillo Wellington, sino que se conoce como filete de 'boeuf en croûte', es decir, solomillo de buey en costra. Puede envolverse y cocerse un lomo entero, que luego se corta en rodajas para servirlo, o bien puede cortarse el lomo en rodajas individuales antes de envolverlas y hornearlas, como en esta propuesta.
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