“En la era del streaming, el catálogo musical de las Spice Girls es más valioso que el de The Beatles”.
Por Cervezas Alhambra
¿Exageración? Teniendo en cuenta las actuales reglas de juego, en absoluto. Los catálogos musicales de las grandes estrellas de la música se han convertido en un valor muy atractivo para los inversores, que miran con lupa hasta el último de los factores que pueda elevar el valor de estas colecciones de arte. El mercado se mueve al ritmo de las reproducciones en plataformas digitales y, es un hecho, las canciones del quinteto femenino londinense acumulan más streams que las del cuarteto de Liverpool. A mayor volumen de escuchas, más popularidad. Y, a mayor popularidad, más valor de mercado. La obra de The Beatles se valora en torno a los 750 millones y la de las Spice Girls estaría en torno a los 800. ¿Deja esto fuera de juego a los artistas clásicos frente a los más ‘contemporáneos’? Para nada. Sin ir más lejos, el pasado mes de junio se vendió el catálogo completo de canciones de Queen y la operación hizo saltar por los aires todas las previsiones financieras. La obra de Mercury, May, Deacon y Taylor cambió de manos por nada menos que 1,2 billones de dólares, todo un nuevo récord histórico.
Al arrancar el siglo XXI se disparó la fiebre mundial por la adquisición de catálogos musicales y desde entonces hasta ahora no ha hecho más que mantener una línea estable. Los expertos en finanzas comprobaron que eran destinos seguros y empezaron a lanzar ofertas a artistas de todo el mundo. La verdad es que el viento soplaba muy a favor de sus intereses: se pagaban menos impuestos que en otros destinos de inversión, aportaban estabilidad y su rentabilidad era constante. Además, la previsión de beneficios derivados del streaming constituía un estímulo extra: los analistas de MIDiA informaron en su momento de que el mercado mundial de la música grabada seguiría incrementando en un 51% sus ingresos a lo largo de los siguientes años hasta llegar a los 42.400 millones de dólares en 2030. Y todo apunta a que acertarán.
Las propuestas económicas resultaron excesivamente tentadoras y muchos artistas accedieron a cerrar verdaderos mega acuerdos. Entre los muchos que se desprendieron de su obra figuran Katy Perry (225 millones), Bruce Springsteen (500 millones), Enrique Iglesias (100 millones de dólares), Sting (250 millones), Neil Young (150 millones), Pink Floyd (500 millones), Justin Bieber (200 millones) o Bob Dylan (247 millones). Shakira vendió en 2021 los derechos de las 145 canciones que integraban su catálogo por una cantidad que se ha mantenido en secreto y tampoco ha trascendido el precio que se abonó ese mismo año a cambio de la colección completa de música, más las futuras producciones, de The Beach Boys.
¿Qué es exactamente lo que se vende? Resumiéndolo al máximo, cuando se reproduce una canción o cuando se emplea esa canción en una campaña publicitaria, se generan beneficios. Lo que se transfiere son los derechos sobre los futuros beneficios que pueda generar ese tema y la potestad de decidir qué uso se le da a esa música. A medida que los grandes artistas se hacen mayores, sus familias crecen y se les hace más cuesta arriba afrontar el desgaste físico que conlleva un world tour. La posibilidad de ingresar de golpe y sin moverse de casa la cantidad de dinero que generarían en la próxima década se vuelve cada vez más atractiva.
A modo de curiosidad, cuando Queen vendió su catálogo el pasado junio lo hizo de una forma inusual, ya que incluyó los derechos de nombre y semejanza, Así, la compañía Sony, actual propietaria de este catálogo valorado en 1.200 millones de dólares, podrá realizar cualquier actividad creativa con el nombre de la banda, desde musicales a series para televisión, películas, merchandising…
¿Sigue resultando interesante centrar el foco en esta propiedad intelectual? El streaming ha llegado para quedarse y los catálogos generan beneficios tan constantes como medibles. El consumo de contenido audiovisual es cada vez mayor y disponer de los derechos de una obra musical muy conocida permite a su titular ponerla a disposición de campañas publicitarias y generar ingresos rápidamente. Según Merck Mercuriadis, CEO de Hipgnosis Songs Fund, “la música es tan valiosa o más que el oro o el petróleo. Su valor no se vincula a lo que ocurra en el mercado, siempre se consume. Poca gente puede permitirse comprar oro, pero una suscripción mensual a una plataforma de streaming… Eso está al alcance de casi todos. Y hablamos de algo que se ha vuelto en muchos casos indispensable, como el gas o la luz”.
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Y todo apunta a que la tendencia a adquirir catálogos musicales se mantendrá a lo largo de los próximos años. Sólo en 2021 se dedicaron 12.000 millones de dólares a adquisiciones de derechos musicales y el flujo se ha mantenido estable desde entonces. El crecimiento del streaming en los mercados emergentes, el previsible aumento de ingresos por el uso de canciones en campañas publicitarias, series y películas, y las nuevas posibilidades económicas que ofrece TikTok nos llevan a pensar que el mercado de la música seguirá cotizando muy al alza. Invertir en música resulta tan interesante como hacerlo en pintura o en escultura. Arte que todos apreciamos, amamos y valoramos.
FOTOS | UNSPLASH |
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